Refugiados con el Papa en la Audiencia: acojamos a nuestros hermanos

Refugiados con el Papa en la Audiencia: acojamos a nuestros hermanos

Francisco invitó a que se sentara a su lado en el palco un grupo de la Cáritas de Florencia. «El cristiano no excluye a nadie». Última audiencia  general antes de la pausa de verano

Por IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

Durante la Audiencia general en la Plaza San Pedro, Papa Francisco invitó a que estuviera a su lado en el palco un grupo de refugiados que llevaron a Roma la Cáritas de Florencia y la European University: «Muchos piensan sobre ellos que es mejor que se hubieran quedado en su tierra, pero all sufrían mucho», dijo el Pontífice a los fieles: «muchos los consideran excluidos, por favor: ¡son nuestros hermanos! El cristiano no excluye a nadie».

La de hoy fue la última Audiencia general en la Plaza San Pedro antes de la pausa de verano de julio. El próximo miércoles Francisco presidirá en San Pedro la misa por la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

El Papa reflexionó durante su catequesis de hoy sobre la petición que un leproso hace a Jesús: «“Señor, si quieres puedes purificarme”».  Un hombre que, como explicó Francisco, no sólo pide que lo cure, sino que también lo purifique, es decir, que lo sane integralmente, en el cuerpo y en el corazón. Porque como destacó el Papa, efectivamente la lepra era considerada una forma de maldición de Dios, de impureza profunda, por lo que el leproso debía estar alejado de todos, lejos de Dios y lejos de los hombres, puesto que ni siquiera podía ir al templo. Sin embargo – prosiguió Francisco hablando en italiano – y a pesar de esto, aquel leproso no se resignó ni a la enfermedad ni a las disposiciones que lo convertían en un excluido, porque reconoció el poder de Jesús, seguro de que todo dependía de su voluntad.

Y esta fe, añadió el Pontífice, «es la fuerza que le permitió romper todas sus convicciones y buscar a Jesús, para arrodillarse ante Él llamándolo “Señor”». «De modo que su súplica – dijo Papa Bergoglio – nos muestra que cuando nos presentamos ante Jesús no es necesario hablar tanto, sino que bastan pocas palabras, siempre que estén acompañadas por la plena confianza en su omnipotencia y su bondad».

Por ello el Papa afirmó que encomendarnos a la voluntad de Dios significa ponernos ante su infinita misericordia, puesto que no existe otro lugar en el que nos sintamos más seguros. En cuanto a la disposición de Jesús, que tras haberlo curado le pide que no hable con nadie de eso, Francisco explicó que esto nos permite ver tres aspectos: Primero, que la gracia que actúa en nosotros no busca el sensacionalismo; segundo, que al verificar oficialmente la  curación con los sacerdotes y celebrando un sacrificio expiatorio, el leproso vuelve a ser admitido en la comunidad de los creyentes  y en la vida social y, en fin, que presentándose ante los sacerdotes el leproso les da testimonio de Jesús y de su autoridad mesiánica.

Al concluir su catequesis el Pontífice afirmó que la fuerza de la compasión con que Jesús curó al leproso llevó la fe de ese hombre a abrirse a la misión. De ahí su invitación a pensar en nosotros y en nuestras miserias… con sinceridad. Dado que tantas veces – dijo – solemos cubrirlas con la hipocresía de las «buenas maneras». Por lo que es necesario – añadió – estar solos, ponernos de rodillas ante Dios y pedir: «Señor, ¡si quieres, puedes purificarme!».

Estuvieron presentes en la Plaza San Pedro, entre los demás fieles, los que participan en el peregrinaje de los motociclistas de Cracovia a Roma, organizado por el padre Adam Parszywka, director de comunicación del Comité organizador de la JMJ, además de director del Voluntariado misionero salesiano «Los jóvenes para el mundo». Al final de la Audiencia, el Papa agradeció en particular la «Villita de la misericordia» del hospital Gemelli, «dormitorio para personas sin hogar fijo», de la que se ocupa la Comunidad de Sant’Egidio y que representa una obra concreta de este Jubileo extraordinario de la Misericordia.

Antes de la catequesis, el papa dio su acostumbrada vuelta en Jeep para saludar a los fieles. A medio camino, una mujer anciana se lanzó hacia el vehículo y el Papa pidió que frenaran para poder escucharla. Después, el Papa recorrió el último tramo a pie en compañía de un grupo de refugiados que se sentaron a su lado en el palco. «Los refugiados por un futuro juntos», era una de las pancartas que los jóvenes mostraron al final cuando se tomaron una foto con el Papa.

Il Papa, prima della catechesi, ha compiuto il consueto giro in jeep per salutare i fedeli. A metà percorso, una donna anziana si è slanciata verso il veicolo e il Papa ha fatto fermare l’auto per fermarsi ad ascoltarla, mentre lei si era quasi aggrappata ai sostegni esterni della jeep. Francesco ha poi percorso l’ultimo tratto a piedi facendosi accompagnare dal gruppo di rifugiati di colore che ha fatto sedere accanto a sé ai due lati della postazione papale. «I rifugiati per un futuro insieme» è lo striscione che i giovani hanno mostrato alla fine per una foto insieme a Francesco.

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