Quién es Fray Pepe, el ermitaño a quien el Papa Francisco ha prologado su libro

Quién es Fray Pepe, el ermitaño a quien el Papa Francisco ha prologado su libro

El Papa Francisco relata la devoción con la que este franciscano lleva una vida consagrada a Dios, de la manera más sencilla

Por Richi Franco

Fray José Luis Guirado es franciscano y vive en una ermita perdida en Tafí del Valle, en el lejano Tucumán argentino. Pero todos lo conocen como «Fray Pepe», aunque tampoco debe estar retirado del todo cuando el mismo Papa Francisco ha prologado su libro De la entrega a la libertad, publicado recientemente por la Editorial Gravitaciones.

En el prólogo, el Santo Padre describe la labor que fray Pepe realiza en una ermita ubicada dentro de un campo llamado Las Carreras, a 2.300 metros sobre el nivel del mar. Francisco también relata la devoción con la que este franciscano lleva una vida consagrada a Dios de la manera más sencilla, tal y como el mismo ermitaño reconoce: «Vivo en medio de un pequeño paraíso, es un lugar que he deseado mucho en mi corazón durante muchos años y que hoy es una realidad. Aquí la punta se hace sentir y el frío en el invierno también».

La sencillez de la fe

Francisco describe que la primera parte del sencillo libro «presenta el encuentro con Jesucristo como encuentro que hace feliz a todo hombre o mujer» y que la fe colma de dicha la vida, «no como un anuncio cursi ni de superficie. No se trata de cosmética religiosa ni de barniz ético».

«La experiencia de la fe –continúa el Papa– nos pone en relación con una vivencia del tiempo como presencia de lo Eterno en el presente histórico». y al ser una experiencia histórica, «la fe es liberadora. No sana para que nos sintamos bien, sino para que le sigamos. La fe se hace viva y se vuelve certeza fundante, mejor en los vulnerables y necesitados, que no en los 'virtuosos' y 'puros'».Toda la segunda parte invita a profundizar en la experiencia de la fe como proceso de transformación para vencer la pretensión de «haber llegado a algún lugar», pero también del «inmovilismo de quien ya no camina, ya no se mueve», a juicio del Papa Francisco.

Yo sentía que buscaba y que quería algo másFray José Luis Guirado

La tercera parte, recuerda el Papa, es un necesario y sugestivo itinerario en el que se aprende a pasar de la sinceridad a la verdad, porque «ser verdaderos es ir a la raíz de lo que somos y hacemos...». De la verdad a la libertad, y de ahí a la entrega «como camino de la unión con Dios a la que estamos llamados».

El ermitañoFray Pepe cuenta que fue con su dos hermanos «al colegio franciscano de San Juan» y que «eso me empapó de la espiritualidad de San Francisco de Asís» en un hogar donde no había vida religiosa; de ahí que el despertar «en la búsqueda del Señor comenzó en mi adolescencia, gracias al bagaje franciscano que recibí desde el jardín de infancia», cuenta el capuchino de Tucumán.

Abandonarse es el milagro más grande que puede sucedernosFray José Luis Guirado

El monje siempre sintió una tensión profunda de búsqueda que en su adolescencia se concretó en una pregunta sobre la fe: «Yo sentía que buscaba y que quería algo más. Y ese marco ocurrieron un par de convivencias en mi colegio franciscano de San Juan donde mi corazón se estremeció».

A los 24 años hizo sus votos perpetuos con los franciscanos y apareció el deseo de retirarse cerca de Tafí del Valle, en una vida orante y contemplativa, entendida esta no como una huida, sino «dentro de la comunidad a la que pertenezco, que es san Francisco Solano. Aquí hago vida de la providencia, orando y compartiendo con la gente más sencilla, en contacto con la naturaleza», indica el monje, que nunca se siente solo: «si no hay algunos hermanos que me acompañen, tengo a las aves del valle».

«Abandonarse –señala Fray Pepe a modo de síntesis cristiana– es el milagro más grande que puede sucedernos. Entregando la vida es como nos vamos abriendo, como se nos va revelando el camino en toda su sencillez. Nuestro ser acepta esta purificación cuando entiende que es el Padre el que nos atrae y nos muestra su misterio de amor. No se trata de hacer oración, sino de permitirnos ser hechos por Dios», en una vivencia siempre nueva del cristianismo y de la fe, que se encuentra en las antípodas del voluntarismo o de la impostura de las buenas costumbres repetidas.

Comentá la nota