No todo salió bien en el viaje a México. El obispo de Chiapas lamenta que “diez mil indígenas no pudieron ver al Papa”
por Alver Metalli
Pasajes agotados, espacios vacíos en algunos momentos del viaje papal a México cuando había multitudes, localidades a las que era imposible llegar para mucha gente humilde que estaba dispuesta a viajar días enteros… Algunas cosas no funcionaron bien en la maquinaria de la organización del episcopado mexicano en colaboración con las autoridades civiles. Y era difícil disimularlo ante las cámaras de los network internacionales, que implacablemente pasaban revista de sectores ocupados por algunos pocos grupos de fieles. Ahora el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel eleva su voz en nombre de todos los que no pudieron acercarse al Papa ni siquiera en los momentos que estaban previstos para todo el pueblo. “Más de diez mil personas, indígenas y mestizos, a pesar de haber llegado desde muy temprano, de tener su boleto y de haber peregrinado con gran esfuerzo para llegar a tiempo, no pudieron entrar donde Francisco celebraba la misa el lunes pasado en esta ciudad (San Cristóbal de Las Casas)”, denunció el obispo, sucesor de Samuel Ruiz, sobre cuya tumba oró el Papa. “No sabemos si fue sólo desorganización del Estado Mayor Presidencial, de quien dependió el ingreso, o si hubo otras intenciones perversas y excluyentes”, comentó el obispo, quien afirmó que fue algo “injusto, inhumano, inexplicable y muy doloroso lo que pasó”, y que “no dependió de la diócesis”.
Arizmendi declaró que había recibido mensajes de católicos que llegaron desde muy lejos y no pudieron entrar en los sectores controlados. Citó el de una religiosa del municipio de Las Marganitas, quien refiere que “vio llorar a mucha gente, sobre todo varias ancianas y ancianos, entre ellos al Tata Chepe, de la zona de Río Blanco, que de todo corazón y con mucho sacrificio bajó de la montaña para ver al Papa, para estar en la misa, pero no le permitieron entrar”. La religiosa también explica en su mensaje-denuncia al obispo- que “hay jóvenes que son testigos de que a otros sí los dejaban entrar, menos a los indígenas que iban probremente vestidos”.
Otro mensaje que cita mons. Arizmendi relata los inútiles esfuerzos para participar de la misa. “No se imagina usted la rabia que da, la impotencia que se siente al no poder hacer nada. Corrimos y corrimos para llegar a la entrada y nada. Al igual que yo junto con mi familia, cantidad de gente quedamos afuera con el boleto en la mano, con gran desesperación. Hasta hoy lloro de rabia, de tristeza, por la experiencia que viví”.
Comentá la nota