Psicosis contra el islam

Psicosis contra el islam

Cuando se genera una psicosis social a través de los medios de comunicación contra el islam toda la población sufre. Los que no son musulmanes porque tienen un miedo infundado e irracional hacia los musulmanes, y los musulmanes porque se sienten bajo sospecha. Es necesario diferenciar terrorista de musulmán, algo que generalmente no hacen los medios de comunicación de masas y que es la mayor causa de islamofobia junto con los atentados.

 

El mal llamado terrorismo yihadista, no es un fruto del islam sino de los intereses económicos de corporaciones financieras internacionales, que luchan por el control de los gaseoductos y los campos petroleros. Decirlo así suena un poco duro cuando ya han muerto decenas de miles de personas inocentes y es mejor adornarlo bajo la etiqueta de guerra contra el terrorismo. Recordemos que la ex-secretaria de Estado Hillary Clinton reconoció que la creación de los talibanes fue una empresa norteamericana, y recordemos también las continuas acusaciones que señalan a ciudadanos y países del Golfo Pérsico como financieros y sustento ideológico de grupos terroristas que actúan en Siria, Libia o Somalia, aunque también podríamos citar los intereses rusos o iraníes. En esta película de horror los únicos buenos son las víctimas.

Si nos fijamos bien podremos comprobar que como mínimo el 90%, de los terroristas que asesinan presuntamente en nombre del DAESH, en Europa, son drogadictos, enfermos mentales, delincuentes o maltratadores, a los que resulta sumamente fácil lavar el cerebro o contratar para cometer crímenes. DAESH, no se alimenta de musulmanes sino de fanáticos y mercenarios.

A pesar de que todo esto es una evidencia, los medios de comunicación de masas, siguen tratando a los terroristas como musulmanes radicales o islamistas extremistas, cuando esta gente poco o nada tiene que ver con el islam. Se sigue fabricando una psicosis artificial, cuando no existe ni choque de civilizaciones, ni guerra étnico-religiosa, sino miseria humana, venta de armas y petróleo.

Estos criminales son carne de cañón que ha servido para alimentar a la extrema derecha populista y su discurso islamófobo anti-inmigración. Personajes como Geerts Wilders o Marine Le Pen serían políticos marginales sin los atentados terroristas, y todo su argumentario se vendría abajo.

El enemigo no viene en patera. Está aquí y maneja la bolsa, la compra de bonos, las letras del tesoro y la deuda pública de los países, pero no coloca bombas, solo exige recortes sociales, que significan mas empobrecimiento y desamparo de los ciudadanos.

A su vez, la extrema derecha utiliza un lenguaje de odio para enfrentar a inmigrantes contra parados o, lo que es lo mismo, enfrentar a los más pobres contra los más pobres.

Estos especuladores financieros son los mismos que se enriquecen con la venta de armas y los mismos a los que se refirió el Papa Francisco cuando dijo:

“Detrás de ese gesto están los traficantes de armas, que quieren sangre, no la paz, que quieren la guerra y no la fraternidad…"

Podemos afirmar que el complejo militar-industrial se sentirá muy feliz después de que Donald Trump haya aumentado el gasto militar en 56.000 millones de dólares y exija a los países que forman parte de la OTAN que aporten más dinero para el sostenimiento de esta organización.

Nos vendieron que Donald Trump era el candidato contra el establishment, pero lo primero que hizo fue nombrar a Gary Cohn, (presidente del grupo bancario Goldman Sachs), para dirigir el Consejo Económico Nacional, que se encargará de coordinar la política económica. Wilbur Ross, más conocido como “el rey de las bancarrotas” por su afición a comprar empresas en crisis y revender sus activos, fue nombrado responsable de Comercio.

En Siria, Libia o Irak, bajo la escusa de la libertad y la democracia, se han creado guerras étnicas, por uno y otro lado, cuando lo que está detrás de estos conflictos son los intereses de Exxon Mobil, Chevron, Shell,  Saudi Aramco (Arabia Saudita), Royal Dutch, (Anglo-holandesa), British Petroleum, (Reino Unido), JSC Gazprom (Rusia), CNPC (China) y la NIOC (Iráni).

Los diferentes grupos armados, y algunos gobiernos, deberían llevar la bandera de las empresas que les patrocinan igual que hacen los equipos de fútbol. Muchos de estos grupos, al igual que hacen los equipos de futbol, cambian de patrocinador según sus intereses o los intereses de éstos. Se puede afirmar que la guerra se ha mercantilizado y privatizado, aunque eso no aparezca en los telediarios.

En la Edad Media, los señores feudales controlaban sus dominios con mano de hierro. En la actualidad, las corporaciones financieras están empezando a actuar como señores de la guerra de la globalización. Saquean los países del tercer mundo y venden el botín en el mundo desarrollado. Todo al servicio del mercado y de los beneficios económicos de unos pocos privilegiados. Algo que nos recuerda a famosos piratas como Barbaroja o Henry Morgan, aunque, a diferencia de estos, han cambiado la Isla de la Tortuga por los paraísos fiscales, para que el juego depredador del neoliberalismo neocolonial siga siendo igual.

En el pasado los sacerdotes acompañaban a los soldados en sus conquistas, en la actualidad son los medios de comunicación quienes van como empotrados en estos ejércitos, contando las grandezas de sus amos, como antiguamente hacia el biógrafo de Alejandro Magno. Triste rutina, que nos enseña  que no hay nada nuevo bajo el sol que nos alumbra.

La prensa y los medios de comunicación están llenos de mentiras, que no nos dejan ver la realidad y su función principal es la de general corrientes de opinión que sean favorables a quienes les financian y sus propietarios. Los medios de comunicación se han convertido en un oligopolio al servicio de sus amos y no de la verdad. La verdad, no existe hoy en día en la prensa. Vivimos en medio de un juego sucio de mentiras, manipulaciones y falsedades. A los poderosos no les interesan los seres humanos, ya sean estos de Siria, California o París. Para ellos la única verdad es la que dictan los mercados. El neoliberalismo debería ser considerado como una ideología peligrosa que ha conducido a la humanidad a un individualismo feroz, destruyendo comunidades y sociedades en pos del lucro y el control de la riqueza, en manos de unos pocos oligarcas.

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