“El Sínodo es un momento de gracia para la vida de la Iglesia”, el Cardenal Lorenzo Baldisseri en la Primera Congregación General
“El Sínodo es un momento especial de gracia para la vida de la Iglesia, en el marco de los 50 años de la conclusión del Concilio Vaticano II, de la celebración de los 50 años de la Institución del Sínodo de los Obispos y de la inminente celebración del Año de la Misericordia”, lo dijo el Secretario General de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Cardenal Lorenzo Baldisseri.
Este lunes 5 de octubre, se dio inicio a la Primera Congregación General de la Asamblea de los Obispos dedicada al tema de “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Después de la intervención del Papa Francisco, quien recordó que “el Sínodo no es un convenio o un parlatorio, un parlamento o un senado donde uno se pone de acuerdo”. “El Sínodo es – afirmó el Pontífice – una expresión eclesial, es decir, es la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios, es la Iglesia que se interroga sobre su fidelidad al depósito de la fe, que para ella no representa un museo que contemplar y tampoco solamente que salvaguardar, sino una fuente viva de la que la Iglesia bebe para iluminar el depósito de la vida”. El Sínodo es además, subrayó el Obispo de Roma, “un espacio protegido donde la Iglesia experimenta la acción del Espíritu Santo”.
A continuación, el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo, explicó cuáles eran las modalidades de esta Asamblea Ordinaria, desde el tiempo a disposición para la intervención de los Padres en el aula, hasta el mayor espacio concedido a los Círculos Menores donde el debate será más intenso, al igual que la importancia concedida a las intervenciones de los cónyuges y las relaciones de los participantes en el Sínodo con los medios de comunicación.
En su disertación, el Secretario General del Sínodo también recordó la importancia de la Asamblea Sinodal, “expresión de la catolicidad de la Iglesia, que corresponde a la dimensión universal del cristianismo y al mismo tiempo a la fuerza universal de esta comunidad humana fundamental e insustituible que es la familia”. Por ello, dijo el Secretario, “el Sínodo de los Obispos actúa cum Petro et sub Petro, cabeza y custodio de la única grey de Cristo”.
En este sentido, el Cardenal Baldisseri precisó que el Sínodo se desarrolla en “un momento de especial gracia para toda la Iglesia. Sobre todo, dijo el Prelado, porque conmemoramos los 50 años de la conclusión del Concilio Vaticano II, un verdadero don de Dios para la Iglesia y la humanidad; porque celebramos los 50 años de la Institución del Sínodo de los Obispos deseado fuertemente por el Beato Pablo VII en 1965; y porque este Sínodo se sitúa en la inminente celebración del Jubileo de la Misericordia, convocada por el Papa Francisco en abril de 2014”. Por ello, dijo el Secretario General, toda la acción pastoral de la Iglesia debe ser guiada por la ternura con la cual se dirige a los creyentes; la credibilidad de la Iglesia, agregó, pasa a través del camino del amor misericordioso”.
Antes de concluir su intervención, el Cardenal Baldisseri recordó que este Sínodo se coloca al final de un largo camino, del cual ahora estamos llamados a recoger sus frutos. “el objetivo que buscamos, dijo el Prelado, es anunciar con alegría y convicción la buena noticia de la familia”, teniendo presente que por ella, pasa el advenir de la humanidad. En este sentido, el Secretario General invitó a orar por la Asamblea Sinodal, encomendándonos a María, Madre de la Iglesia y Reina de la Familia, para que nos conceda tener una auténtica experiencia de unión fraterna en la búsqueda del bien para todas las familias.
“El Sínodo trasmita la verdad liberadora y sea testimonio de la misericordia de Dios”, el Card. Peter Erdo, ilustró la primera parte del Instrumentum Laboris
Por su parte el relator general, el cardenal arzobispo de Ezstergom-Budapest, Peter Erdo, ilustró la primera parte del Instrumentum Laboris que abarca la escucha de los retos sobre la familia, colocándolos en el contexto socio-cultural contemporáneo y sus cambios antropológicos, caracterizados entre otras cosas por una ''fuga de las instituciones'', que conlleva una inestabilidad institucional y un predominio del individualismo y el subjetivismo. Habló después del discernimiento de la vocación familiar, de la pedagogía divina de la familia y de la indisolubilidad como don y tarea, recordando a la familia en el magisterio de la Iglesia y su dimensión misionera, así como a las familias ''heridas'' situándolas en el ámbito de la misericordia y la verdad revelada. El cardenal húngaro tocó el tema de la dimensión evangelizadora de la familia y del acompañamiento eclesial de los núcleos familiares y no olvidó el argumento de la responsabilidad generativa ni los retos de la educación. ''Escuchando la Palabra de Dios –finalizó Erdo- nuestra respuesta debe manifestar la atención sincera y fraterna a las necesidades de nuestros contemporáneos para transmitirles la verdad liberadora y ser testigos de la misericordia más grande. Para hacer frente a los retos de la familia hoy, la Iglesia también debe convertirse y hacerse más viva, más personal, más comunitaria comprendido el ámbito parroquial y de las pequeñas comunidades. Parece que ese despertar comunitario esté ya sucediendo en muchas partes. Para que sea más general y cada vez más profundo pidamos la luz del Espíritu Santo para que nos indique también que pasos concretos hay que dar. Así, ''La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo'', tema del presente Sínodo, se presenta bajo una luz serena y concreta que nos hace crecer en la esperanza y en la confianza en la misericordia de Dios. Esa misericordia a la que el Papa ha querido dedicar un Jubileo extraordinario. Demos gracias al Santo Padre por esta elección de esperanza y confiamos nuestros trabajos a la Sagrada Familia de Nazaret''.
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