¿La primera beata paraguaya?

¿La primera beata paraguaya?

El Arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, admitió que el papa Francisco podría beatificar a María Felicia Guggiari (Chiquitunga), una religiosa paraguaya que falleció en el año 1959. Aquí, un repaso a su historia.

La Iglesia católica tiene diferentes formas de resaltar a figuras icónicas de la religión, dependiendo de los milagros y el fervor popular. El primer nivel es ser declarado “Siervo de Dios”, personas especiales que han vivido la fe católica de una manera diferente. Luego está la figura de “venerable” – que es la que actualmente tiene “Chiquitunga” – luego viene la beatificación (que permite venerar a la persona en público) y luego, en el rango máximo, la santificación.

María Felicia Guggiari, conocida como Chiquitunga, nació en Villarrica el 12 de enero de 1925 y murió el 28 de abril de 1959, a los 34 años. Fue religiosa por la orden de las Carmelitas Descalzas, aunque inicialmente fue salesiana.

El proceso de beatificación de María Felicia Guggiari se inició el 13 de diciembre de 1997. En el año 2010 el papa Benedicto XVI reconoció las “virtudes heroicas” de la monja, declarándola “venerable”.

El arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, contó en conversación con el periodista Hugo Ruiz Olazar cuál es el argumento usado para que “Chiquitunga” sea una beata.

“Había nacido un niño ya muerto en un muy precario centro de salud que no tenía nada, ni oxígeno ni nada para revivirlo. Había una persona que tenía la estampa de la Chiquitunga y comenzaron a invocarla: “¡Por favor, por tu intercesión, haz que este niño no muera, que viva!” Así insistieron. La enfermera, sorprendida por la fe de la gente, comenzó también a rezar. Después de un cierto tiempo el niño dio signos de vida. Recobró la respiración. Esto puede suceder en cualquier hospital donde hay oxígeno, doctores, atención, pero es imposible en el campo, en una situación de precariedad absoluta, donde solamente cuenta la experiencia de la partera. Bueno, este caso está siendo estudiando por los científicos de Roma. Es difícil porque los médicos dicen que hay muchos casos semejantes de chicos que nacieron semimuertos pero que poniéndoles oxígeno reviven. Pero ahí no había nada. Había solo pobreza y miseria pero mucha fe y mucha confianza en la Chiquitunga. Se documentó todo este caso y a través de monseñor Pastor Cuquejo, de las Carmelitas y los padres carmelitas se llevó a Roma para que se decida”.

Esta decisión podría anunciarse durante la visita del papa Francisco, entre el 10 al 12 de julio.

Casualmente, en la última semana de noviembre de 2014 estuvo en Asunción Romano Gambalunga, Postulador General de las Causas de Beatificación y Canonización de la Orden de las Carmelitas Descalzas.

Antes de abandonar Asunción, dejó un mensaje a las Carmelitas Descalzas: “Es necesario y urgente que acerquen los restos de nuestra querida “Chiquitunga”, ahora ocultos en el coro de la comunidad, a todos los devotos que deseen llegar y ver su urna, a cualquier hora del día. Es voluntad y praxis del Vaticano”.

También, “casualmente” los restos de “Chiquitunga” serán llevados a una nueva tumba el próximo 28 de abril, fecha en la que se recuerda el 56 aniversario de su muerte. El predio estará ubicado entre las calles Nuestra Señora del Carmen y San Rafael, del Barrio Manorá, de Asunción. Este sitio estará abierto, como recomendó el Vaticano, para todos. Las señales son clarísimas.

LA VIDA DE “CHIQUITUNGA”

Chiquitunga nació en la familia Guggiari Echevarría en Villarrica, el 12 de enero de 1925. A los 16 años se alistó en las filas de la Acción Católica. Se consagró a servir a Dios. Lo encontró en los niños en la catequesis, en los jóvenes trabajadores o universitarios con sus problemas, en los pobres, enfermos y ancianos en sus necesidades materiales y espirituales. Trabajó en Villarrica y luego en Asunción. Su camino fue ofrecerlo todo. A los 30 años tomó los votos de las Carmelitas Descalzas de Asunción, el 2 de febrero de 1955. Chiquitunga se había enamorado del doctor Ángel Sauá. Se conocieron en 1950 cuando ambos militaban dentro de la Acción Católica. Con el tiempo, lo confesó y lo resumió así: “Estoy enamorada de Sauá, pero más enamorada estoy de Jesús”.

El Hno. Restituto Palmero resumió así la vida de “Chiquitunga”: “fue una mujer sencilla, que no hizo nada extraordinario, pero todo lo que hizo, lo hizo extraordinariamente bien. Con su sonrisa tuvo amor a los pobres, a la justicia y a quienes más necesitaban. Tenía cualidades extraordinarias, era una líder, pero a pesar de esa cualidad, hacía las cosas para que otras aparezcan y ella detrás”.

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