"Pope Bergoglio" bajo exámen

Los “dos Papas” que espera Estados Unidos. El tercermundista con que amenazan algunos medios y el real que aprenderán a conocer

por Luis Badilla

Es sabido que a los estadounidenses les gustan los líderes, sobre todo los que ven “mano a mano”, que no se pavonean, que hablan claro y transmiten seguridad. Ese tipo de relación con los líderes, inmediato, casi visceral, es característico del pueblo “profundo”, de una costa a otra, de norte a sur, y no tiene nada que ver con la jungla de opinion-maker, muy influyente en los medios pero al mismo tiempo demasiado sofisticados y complejos para el gran público. El Papa Francisco no escapa y no escapará a estas dinámicas y por eso es correcto decir que en Estados Unidos esperan, con interés creciente y muchísima curiosidad, “dos Papas” distintos: uno deformado y manipulado por observadores, expertos, analistas y estudiosos, y el otro sencillo, genuino, franco, identificado con un estilo pastoral de mucha presencia y sumamente humano. Los medios estadounidenses nos describirán -y en realidad ya lo están haciendo desde hace meses- a un Papa como si dictaran una clase de anatomía, pero también nos describirán -¡gracias a Dios!-  a un hombre que ama ser sacerdote y que hoy cumple lo mejor que puede el servicio universal que le confió el Cónclave. Aunque digamos en seguida que estamos seguros que al final habrá triunfado el segundo: el padre Jorge Mario Bergoglio, que desde el 13 de marzo de 2013 es el Papa de Roma con el nombre de Francisco.

¿Por qué presentamos así las cosas? Porque el ciudadano estadounidense sencillo, que no es miembro de ninguna élite (¡y Dios sabe cuántas existen en Estados Unidos!) aprecia sobre todo a la persona, al sacerdote, con sus virtudes y valores, con sus límites y defectos (como su renuencia a hablar en inglés). Este tipo de estadounidense (la inmensa mayoría) ya aprendió a conocer al Papa, y como afirman muchísimos párrocos y obispos, quiere mucho al “cura llamado a ser Papa”, lo que no es lo mismo que decir simplemente “quieren al Papa”. Aquí entran en juego las características propias de la persona: su biografía, sus comportamientos de ayer y de hoy, su lenguaje y su estilo comunicativo, sus decisiones en la vida doméstica. Son parámetros que determinarán a partir de hoy y hasta el 27 próximo el tipo de feeling o empatía entre “Pope Bergoglio” y la gran masa de los ciudadanos estadounidenses, y creemos que en la posible y probable relación poco importará si se trata de un católico o no. En cambio serán los católicos, en particular las élite católicas (por lo general muy puntillosas), los que construirán su relación en base a otros criterios más exigentes y sumamente elaborados: criterios doctrinales, decisiones que haya tomado, proyectos pastorales, nombramientos, hermenéutica del texto… Exactamente lo mismo ocurrirá con ciertos sectores políticos y ciertos políticos más preocupados por el “Papa fantasma” creado por sus propias mentes y al cual –sobre todo porque habla con frecuencia de los pobres y de la pobreza- le atribuyen connotaciones antiimperialistas, anticapitalistas, rasgos tercermundistas y radicalismos sociales. Hace tiempo que observan con prudente sospecha lo que el Pontífice va diciendo sobre las finanzas y la economía. Pero ahora van a escuchar la “parte” que falta o que ha profundizado menos: lo que el Papa piensa sobre la política y sobre los políticos, sobre la “buena política” y los “buenos políticos” (sobre la política que Pablo VI, como es sabido, definía como “la forma más alta y exigente de la caridad”).

No será fácil orientarse y mucho dependerá de cómo relaten el Papa Francisco los medios. Son dos alternativas posibles: recoger, narrar y amplificar lo que piensan y dicen los ciudadanos comunes, o proponer narraciones contaminadas por filtros o cuadrículas de lectura elitista. Aclaremos: ambas son visiones y análisis legítimos y no decimos que una sea necesaria e irremediablemente opuesta a la otra. Es cuestión de equilibrio, de sentido común y de honestidad. Es suficiente no enrolarse en una de las tantas “campañas” propagandísticas en curso y que al acercarse la XIV Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos aparecen como hongos. Solo queremos poner de relieve a modo de prevención –tras la experiencia de lectura de la prensa estadounidense en los últimos meses- que nos parece inevitable que entre hoy y el 27 de septiembre nos lleguen desde Estados Unidos imágenes de “dos Papas distintos”. Después cada uno decidirá por sí mismo.

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