Será para honrar a quienes perdieron la vida intentando quitar a los judíos de manos de los nazis, logrando rescatar a entre 30.000 y 40.000.
La familia Ulma, cuyos ocho miembros fueron asesinados por las tropas nazis en 1944 por intentar salvar a un grupo de judíos, da nombre al museo que abre sus puertas esta semana en Polonia para honrar la memoria de los héroes que murieron durante la II Guerra Mundial por socorrer a sus vecinos.
"Se trata del primer museo de Polonia que recuerda a estos polacos que ayudaron a judíos durante la II Guerra Mundial”, explica su director, Mateusz Szpytma, quien subraya que, gracias a estas personas, entre 30.000 y 40.000 polacos de religión hebrea lograron escapar de la persecución nazi.
Mateusz Szpytma incide en el contexto histórico, con una "Polonia bajo ocupación alemana, una ocupación extremadamente cruel que dejó al menos seis millones de polacos muertos, la mitad de ellos judíos”.
En esa situación y, "a pesar de la amenaza de muerte, hubo gente que ayudó a los judíos, auténticos héroes”, subraya. Sólo en Europa Oriental las autoridades nazis contemplaban la pena de muerte por ocultarlos, mientras que en otros zonas, como en Francia o Países Bajos, los castigos eran más benevolentes.
El museo se ubica en Markowa, un pequeño pueblo rural de la región polaca de los Subcárpatos, donde hasta 1944 vivió la familia Ulma, cuyo recuerdo da nombre a estas instalaciones.
En 1939 Markowa contaba con aproximadamente 4.400 habitantes, de ellos 120 judíos, en su mayoría asesinados por los nazis en 1942. Sin embargo, y gracias a los valientes campesinos de la comarca, 21 de ellos lograron salvar su vida y emigrar después de la guerra a Estados Unidos, Canadá e Israel.
Jozef y Wiktoria
Entre estos campesinos se encontraban Jozef y Wiktoria Ulma, que entonces contaban con seis hijos (entre los ocho y los dos años) y que decidieron ocultar en la buhardilla de su casa a ocho judíos. No está claro cómo las autoridades nazis conocieron los hechos, pero el 24 de marzo de 1944 la policía militar alemana se presentó en la granja de los Ulma y asesinó sin piedad a los que se ocultaban y a todos los miembros de la familia, incluidos los pequeños.
Wiktoria estaba entonces embarazada de su séptimo hijo. Los cuerpos fueron quemados y no fue hasta después de la guerra cuando los restos de la familia recibieron sepultura cristiana.
La familia Ulma fue distinguida con el título de Justo entre las Naciones por el Instituto Yad Vashem de Israel, al igual que otros 6.400 polacos que arriesgaron su vida.
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