Peregrinos romaníes sueñan con ver al papa Francisco en su visita a Hungría

Peregrinos romaníes sueñan con ver al papa Francisco en su visita a Hungría

Cuando el papa Francisco visitó Hungría hace dos años, el peregrino romaní Csaba Kovesi, acompañado de una cruz bendecida por el propio Francisco y por su predecesor, Juan Pablo II, recorrió el país pidiendo a la gente que viajara a Budapest para ver al pontífice.

Por Krisztina Fenyo

Ahora Kovesi repite misión, conduciendo una camioneta parecida a un "papamóvil" con la cruz a la vista, con la esperanza de convencer a la gente de que asista el domingo a una misa al aire libre presidida por Francisco frente al Parlamento húngaro.

"A nosotros (los romaníes), que vivimos en esta fe, nos encantaría acercarnos a él, tan sólo para echarle un vistazo", dijo Kovesi mientras preparaba para el viaje su camioneta, decorada con fotos de Francisco.

"La fe es lo más grande del mundo y los romaníes pensamos que podemos demostrar nuestra pertenencia acercándonos al hombre más grande de la Tierra (sic)."

Cientos de miles de romaníes en Hungría viven en condiciones desproporcionadas de pobreza y son víctimas de prejuicios en escuelas y lugares de trabajo, según denuncian activistas por los derechos humanos. Durante una visita a Rumanía en 2019, el papa pidió perdón en nombre de la Iglesia católica por el maltrato a los romaníes.

Kovesi, de 50 años, hizo tallar su cruz de 1,5 metros de altura para una peregrinación romaní al Vaticano en 2003. Dice que el papa Juan Pablo II bendijo la cruz y al grupo de peregrinos que lo acompañó.

La cruz se llevó al pueblo húngaro de Csatka, lugar sagrado para los romaníes de Europa Central y Oriental, donde se le construyó una pequeña capilla. "Santo Dios, ayuda a los romaníes", reza una inscripción en el crucifijo en dialecto lovari.

La cruz fue llevada en otras dos ocasiones al Vaticano, donde Francisco también la bendijo, dijo Kovesi.

"Entonces le dije que (los romaníes) no tienen país, ni patria propia, pero somos hijos de la Iglesia", relató Kovesi. "Y mientras el traductor traducía esto, en ese momento vino directamente a mí y me bendijo".

(Reporte de Krisztina Fenyo; edición de Nick Macfie; editado en español por Darío Fernández)

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