Papa, Sínodo, jóvenes, familia, Amoris Laetitia

Papa, Sínodo, jóvenes, familia, Amoris Laetitia

Los jóvenes, la familia y el Sínodo de los Obispos, con el telón de fondo de la Amoris Laetitia.

En la víspera de presentar el documento preparatorio de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada al tema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional», el Card. Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, ha señalado en una entrevista a L’Osservatore Romano, que la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia, del Papa Francisco marca una estrecha continuidad de la Asamblea sinodal de 2015 con la próxima cita sinodal del 2018.

El purpurado hace hincapié en que «hay una correlación evidente entre jóvenes, opción vocacional y familia».

En este contexto, recordamos el saludo y aliento que el Papa Francisco improvisó en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia, saludando de forma especial a jóvenes recién casados y a jóvenes que se preparaban para el matrimonio.

Con su enhorabuena, el Papa aconsejó tres actitudes para ayudar a las familias a superar las dificultades y quiso que los jóvenes esposos y novios que habían acudido a saludarlo a la Plaza del Arzobispado repitieran con él esas tres palabras: «permiso, gracias, perdón»:

…Saludo en polaco… y aplausos…

«Me dicen que hay muchos de ustedes que entienden el castellano. Así que voy a hablar en castellano.

También me dicen que hoy hay un buen grupo acá, en esta plaza, de recién casados y jóvenes esposos. Yo, cuando encuentro a uno que se casa, a un joven que se casa, a una chica que se casa, les digo: “¡Estos son los que tienen coraje!”

Porque no es fácil formar una familia. No es fácil comprometer la vida para siempre. Hay que tener coraje. Y los felicito, porque ustedes tienen coraje.

A veces me preguntan cómo hacer para que la familia vaya siempre adelante y supere las dificultades. Yo les sugiero que practiquen siempre tres palabras, tres palabras que expresan tres actitudes.

Tres palabras que los pueden ayudar a vivir la vida de matrimonio, porque en la vida de matrimonio hay dificultades: el matrimonio es algo tan lindo tan hermoso, que tenemos que cuidarlo, porque es para siempre.

Y las tres palabras son “permiso, gracias, perdón”.

Permiso. Permiso: siempre preguntar al cónyuge (la mujer al marido, el marido a la mujer) ¿qué te parece?¿te parece que hagamos esto? Nunca atropellar. Permiso.

La segunda palabra: ser agradecidos. Cuántas veces el marido le tiene que decir a la mujer “gracias”.  Y cuántas veces la esposa le tiene que decir al marido “gracias”. Agradecerse mutuamente.

Porque el sacramento del matrimonio se lo confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene con este sentimiento de gratitud. “Gracias”.

Y la tercera palabra es “perdón”, que es una palabra muy difícil de pronunciar. En el matrimonio, siempre –o el marido o la mujer– siempre tiene alguna equivocación. Saber reconocerla y pedir disculpas, pedir perdón, hace mucho bien. Hay jóvenes familias, recién casados, muchos de ustedes están recién casados, otros están por casarse. Recuerden estas tres palabras, que ayudarán tanto a la vida matrimonial: permiso, gracias, perdón.  Repitámoslas juntos: permiso, gracias, perdón.

¡Más fuerte, todos! Permiso…, gracias…, perdón ...

Bueno, todo esto es muy lindo, es muy lindo decirlo en la vida matrimonial. Pero siempre hay en la vida matrimonial problemas o discusiones. Es habitual y sucede que el esposo o la esposa discutan, alcen la voz, se peleen.  Y a veces vuelen los platos.  Pero no se asusten cuando sucede esto. Les doy un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz.

¿Y saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. ¿Y cómo tengo que hacer, padre, para hacer la paz?, puede preguntar alguno de ustedes.

No hacen falta discursos. Basta un gesto. Y se acabó. Está hecha la paz.

Cuando hay amor, un gesto arregla todo.

Los invito antes de recibir la bendición a rezar por todas las familias aquí presentes: por los recién casados, por los que están casados desde hace tiempo y por los que se van a casar.

Recemos juntos un avemaría, cada uno en su lengua.

(CdM – RV)

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