El Papa, a los misioneros en Brasil: conservar el 'ardor por evangelizar'

El Papa, a los misioneros en Brasil: conservar el 'ardor por evangelizar'

En el marco del V Congreso Nacional Misionero, en curso en Manaos, el Papa envió un mensaje a los más de 800 participantes, reunidos bajo el lema "Corazones ardientes, pies en camino".

La Iglesia en el Brasil vive estos días su V Congreso Nacional Misionero. El encuentro comenzó en la tarde del viernes 10 de noviembre, en Manaos, con la misa presidida por el arzobispo de Porto Alegre y presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), monseñor Jaime Spengler. Al inicio del Congreso, el arzobispo de Manaos, cardenal Leonardo Ulrich Steiner, dio la bienvenida a los más de 800 participantes

En su homilía, monseñor Spengler reflexionó sobre el Evangelio e hizo referencia al tema del Congreso -“¡Vayan! De la Iglesia local hasta los confines del mundo”- y al lema -“Corazones ardientes, pies en camino”-. Según afirmó, los bautizados son enviados a anunciar el Evangelio a todos. “Ser discípulos de Jesús nos hace misioneros”, insistió.

Según el arzobispo, “cuando el corazón arde, los pies ganan alas, el amor a Cristo consume a quienes se sienten tan tocados, afectados, amados, que deciden formar a otros”. Subrayó que la Iglesia no vende un producto, sino que tiene una vida divina que anunciar, dando testimonio de Jesús, “que nos amó primero”.

Mensaje del Papa

Durante la celebración, se leyó el mensaje del Papa Francisco enviado al Congreso. El pontífice deseó que las Iglesias locales del “inmenso Brasil, con el corazón ardiendo en la pasión de evangelizar, emprendan su camino anunciando con alegría a todos los pueblos a Cristo Resucitado”. 

El Santo Padre subrayó “el inspirador tema del Encuentro”, del que dijo: “Nos recuerda precisamente que la Iglesia local no debe encerrarse en sí misma, dentro de sus fronteras geográficas y culturales, sino que está llamada a ir hasta los ‘confines del mundo’, llevando el mensaje de Cristo a otras tierras, evangelizando nuevas culturas”, y pidió no dejar que “el ardor” vivido durante el Congreso “se apague”.

 

 

El Papa también celebró el accionar de las diócesis brasileñas que asumen el mandato misionero, con misiones más allá de las fronteras. “¡Cuántos bellos testimonios de misioneros que, saliendo de esta querida nación, anuncian la Buena Nueva en otros países, en otras culturas!”, y observó que “anunciar el Evangelio en medio de tantos obstáculos, da un significado hermoso y verdadero a su existencia”.

Francisco recordó de manera especial la Amazonia, siempre presente en sus oraciones y en su corazón y, finalmente, el pontífice encomendó a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, Reina y Patrona de Brasil, los frutos del Congreso Misionero, y les impartió de corazón a todos los participantes su bendición, pidiéndoles que no se olviden de rezar por él y por la misión que han recibido.

Actividades

Entre las principales actividades de cada jornada, se encuentran los paneles temáticos, con momentos de profundización de temas misioneros. Los participantes también experimentan la acogida brindada por las parroquias y familias de Manaos, la catequesis con los obispos y diversas atracciones culturales.

El domingo 12, se realizó la peregrinación de los Mártires de la Amazonia, con la participación de comunidades, áreas misioneras y parroquias de la arquidiócesis de Manaos. El momento recordó a quienes asumieron hasta el extremo las consecuencias de vivir el don de profecía, siendo un momento para agradecer a Dios por su compromiso misionero.

La Misa de Peregrinación se celebró en el mismo lugar donde san Juan Pablo II celebró la Eucaristía en su visita a Manaos, en 1980. La misa fue presidida por el obispo de Rondonópolis-Guiratinga (MT) y presidente de la Comisión Episcopal para la Acción y Cooperación Misionera Intereclesial, monseñor Mauricio Silva Jardim. Reflexionando sobre las lecturas propias de la liturgia de ese día, destacó que “nuestra sed no se reduce a la sed de agua y de cosas materiales, sino que tenemos sed de infinito, de trascendencia, de interioridad, de belleza”. Una sed que, citando al cardenal José Tolentino Mendonça, “se manifiesta en el deseo de ser amados, mirados, cuidados y reconocidos”, lo cual afirma que “el dolor de nuestra sed es el dolor de nuestra vulnerabilidad”.

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