Papa Francisco: «No perdamos la confianza en la familia»

Papa Francisco: «No perdamos la confianza en la familia»

El Pontífice celebró en el Vaticano la misa del Jubileo de la Familia: en su interior «se educa al perdón»

Por MAURO PIANTA - CIUDAD DEL VATICANO

«¡No perdamos la confianza en la familia! Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón». Son las palabras que pronunció Papa Francisco en la homilía de la Misa para el Jubileo de las Familias en la Basílica vaticana. Frente a muchas familias romanas y numerosos peregrinos, Bergoglio afirmó: «Encomiendo a todas ustedes, queridas familias, esta misión tan importante, de la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca».

Refiriéndose al episodio del peregrinaje de José, María y Jesús al templo de Jerusalén, el Pontífice observó: «Qué importante es para nuestras familias a caminar juntos para alcanzar una misma meta. Sabemos que tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo. En esta peregrinación de la vida compartimos también el tiempo de oración».

«¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre —prosiguió— que bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye? Hacer en su frente la señal de la cruz como el día del Bautismo. ¿No es esta la oración más sencilla de los padres para con sus hijos? Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, como hicieron Elcaná y Ana, José y María, para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día».

Francisco recordó la importancia de muchos gestos: «Qué importante es para la familia encontrarse también en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo necesita. Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña el el peregrinaje de todos los días».

Bergoglio después reflexionó sobre la vuelta de Jesús a Nazaret, después del peregrinaje: «Al final de aquella peregrinación, Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus padres. Esta imagen tiene también una buena enseñanza para nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia vivida».

«Sabemos —dijo el Papa— lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a María y José, que no lo encontraban. Por su «aventura», probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa, Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y obediencia».

 

«Que en este Año de la Misericordia —concluyó el Papa—, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer».

Después de la oración de la oración mariana del Ángelus, a medio día, el pensamiento del Papa fue a los migrantes cubanos que se encuentran en dificultad en América Central. A propósito recordamos que los obispos centroamericanos pidieron a los gobiernos de la región, encontrar una inmediata solución a la crisis mencionada, mediante la creación de un corredor humanitario que permita el libre tránsito por sus países de las personas migrantes de nacionalidad cubana que pretenden llegar a Estados Unidos, así como de otras medidas que garanticen la seguridad de estas personas.

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