"Con los niños no se juega", advierte en la audiencia general de este miércoles
Por Patricia Navas González
La “historia de pasión” que viven tantos niños que desde el inicio de su vida son rechazados y abandonados ocupó este miércoles la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro.
“Demasiado a menudo sobre los niños recaen los efectos de un trabajo precario y mal pagado, de horarios insostenibles”, denunció, “pero los niños pagan también el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables: son las primeras víctimas”.
Francisco constató que los niños a menudo absorben una violencia que no están en condiciones de sufrir y afirmó que “la Iglesia pone su maternidad al servicio de los niños y de sus familias: a los padres, a los hijos de nuestro mundo lleva la redención de Dios, la ternura materna, la reprensión firme y la condena decidida”.
Por dos veces, el Papa advirtió: “Con los niños no se juega”, y aseguró que “cometemos muchos errores, pero cuando se trata de niños que vengan al mundo, ningún sacrificio de los adultos será juzgado demasiado costoso o grande”.
Francisco afirmó que “los niños son responsabilidad de todos”, e invitó a pensar “en los hijos no deseados y abandonados, en los niños de la calle, en los chicos maltratados a los que les roban su infancia y su juventud: es una vergüenza para la sociedad y un grito de dolor dirigido directamente al corazón del Padre”.
“Algunos dicen casi para justificarse que ha sido un error hacerlo venir al mundo... esto es vergonzoso –denunció-. No descarguemos sobre los niños nuestras culpas , por favor, los niños nunca son un error”.
“Un niño nunca puede ser considerado un error –reiteró-, el error es del mundo de los adultos, del sistema que nosotros hemos construido, que genera bolsas de pobreza y de violencia, en la que los más débiles son los más perjudicados”.
El Papa planteó: “¡Qué hacemos de las solemnes declaraciones de los derechos humanos, de los derechos de los niños si después castigamos a los niños por los errores de los adultos!”.
“Podemos estar seguros de que Dios no se olvida de ninguno de sus hijos más pequeños”, subrayó. “Preguntémonos siempre –planteó-: ¿qué explicarán a Dios de nosotros estos ángeles de los niños?”.
Y concluyó: “Pidamos que nunca más tengan que sufrir los niños la violencia y la prepotencia de los mayores”.
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