El Pontífice convoca a líderes espirituales del mundo a trabajar por la paz y la justicia en la audiencia general por el 50º aniversario de la "Nostra aetate"
Por ARY WALDIR RAMOS DÍAZ
“El Señor desea que todos los hombres se reconozcan hermanos y vivan como tales, formando la gran familia humana en la armonía de la diversidad…”, dijo el papa Francisco al presidir una audiencia general interreligiosa este miércoles 28 de octubre en plaza de San Pedro con motivo de la celebración del 50 aniversario de la declaración conciliar Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, aprobada por Pablo VI en 1965.
“A causa de la violencia y del terrorismo se ha difundido una actitud de sospecha o incluso de condena a las religiones”, expresó. “En realidad, a pesar de que ninguna religión está inmune del riesgo de desviaciones fundamentalistas o extremistas en individuos y grupos, es necesario mirar a los valores positivos que ellas viven y proponen, que son fuente de esperanza”.
En una plaza de San Pedro tapizada de paraguas por el mal tiempo, una multitud multicolor y multiétnica escuchó en silencio las palabras del Papa para invitar al mundo, a los creyentes y los no creyentes, a colaborar en el diálogo interreligioso para acabar con la violencia fundamentalista, la pobreza, las migraciones forzadas, el cuidado del ambiente, y en general para sostener el respeto a la vida.
La cultura del encuentro tiene raíces profundas en el tiempo, el Papa Francisco celebró por ello el aniversario conciliar en el Vaticano con líderes de varias religiones. “En las audiencias participan personas de varias religiones, pero hoy tiene un significado especial”, explicó el gesto.
“Con este importante documento (Nostra aetate), la Iglesia manifestaba su aprecio y estima por los creyentes de todas las religiones y por todo lo que de bueno y de hermoso hay en ellas. En estos últimos años han sido numerosas las iniciativas, las relaciones institucionales o personales con las religiones no cristianas, encaminadas a promover la amistad y la unión entre los hombres”, constató el Papa.
“El mundo nos mira –sostuvo- a nosotros los creyentes, nos llama a colaborar entre nosotros y con los hombres y las mujeres de buena voluntad que no profesan alguna religión”.
Es importante continuar con un diálogo interreligioso abierto y respetuoso, añadió, que ayude a conocerse más y a afrontar juntos muchos de los problemas que afligen a la humanidad, como el servicio a los pobres, a los excluidos, a los ancianos, la acogida a los emigrantes, el cuidado de la creación, así como asegurar a todas las personas una vida más digna.
Un llamado a un mundo mejor para dejar a las nuevas generaciones. De esta manera indicó: “debemos dejar un mundo mejor de cómo lo hemos encontrado. Y para favorecer este diálogo lo más importante que podemos hacer es rezar. Con el Señor todo es posible”.
Francisco con esta audiencia general propuso como antídoto contra el fundamentalismo violento el diálogo interreligioso y la unión de los líderes espirituales a favor de una paz que evite el exilio forzado de las minorías étnicas y religiosas en las regiones en conflicto flageladas por el odio que se enmascara de religión, entre otros temas actuales.
El Pontífice recordó que este esfuerzo de diálogo estaba en el “corazón de Pablo VI”, que “en la fiesta de pentecostés del año precedente al final del Concilio había instituido el Secretariado para los no cristianos”. Asimismo, rememoró el encuentro de Asís (Italia) del 27 de octubre de 1986, convocado por Juan Pablo II. Y el diálogo en Casablanca que exhortaba al diálogo con los musulmanes.
En la audiencia de este miércoles han participado representantes de diversas religiones y los participantes de un Convenio Internacional organizado, en ocasión del aniversario, por el Pontificio Consejo por el Diálogo Interreligioso para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y con la Pontificia Universidad Gregoriana.
El encuentro se abrió con los saludos del Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Jean Louis Touran, y del Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción para la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch.
Al final, el Papa invitó a todos los presentes a orar en silencio, cada uno respetando el propio credo, para que Dios conceda la gracia de ser “más hermanos entre nosotros y solidarios con las personas necesitadas”.
En efecto, el Papa hizo un “apelo por las poblaciones de Pakistán y de Afganistán golpeadas por un fuerte terremoto, que ha causado numerosas víctimas y daños graves. Oramos por los difuntos y por sus familiares, por todos los heridos y los sin techo, imploramos a Dios ayuda en el sufrimiento y valentía en la adversidad. No les falte a estos hermanos nuestra concreta solidaridad”.
El Papa Francisco reveló que el mensaje de Nostra aetate “es siempre actual”, así subrayó algunos puntos:
- La creciente interdependencia de los pueblos (cfr n. 1)
- La búsqueda humana de un sentido de la vida, del sufrimiento, de la muerte, interrogativos que siempre acompañan nuestro camino (cfr n.1)
- El origen común y el destino común de la humanidad (cfr n.1)
- La unicidad de la familia humana (cfr n.1)
- Las religiones comobúsqueda de Dios y del Absoluto, al interno de las varias etnias y culturas (cfr n.1)
- La mirada benévola y atenta de la Iglesia sobre las religiones; ella no rechaza nada de todo lo que en ellas hay de hermoso y de verdadero (cfr n.2)
- Las Iglesias miran con estima los creyentes de todas las religiones, apreciando su espíritu de compromiso espiritual y moral (cfr.n3)
- La Iglesia, abierta al diálogo con todos, es al mismo tiempo fiel a la verdad en la cual cree, comenzando por aquella salvación ofrecida a todos por Jesús, único salvador, y que el Espíritu Santo es a la obra, cual fuente de paz y de amor.
La declaración Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas se divide en un proemio que invita a la mutua solidaridad entre los pueblos y las religiones, además de considerar positivamente la diversidad y abrió una puerta al diálogo con el Islam y la religión judía. El todo para trabajar por una fraternidad universal que excluye toda discriminación.
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