El Papa Francisco amaba mucho a la Virgen de Guadalupe

El Papa Francisco amaba mucho a la Virgen de Guadalupe

Sabemos que, por deseo expreso del Papa Francisco, sus restos serán sepultados en santa María la Mayor, pues su amor por la Virgen María era inmenso... y lo demostró en México

Por: Mónica Muñoz.

Apocos días de su muerte, sabemos que el Papa Francisco dejó en su testamento su deseo expreso de ser sepultado en la basílica de Santa María la Mayor, lugar que visitó más de 120 veces, especialmente antes y después de sus viajes, como quien va a ver a la madre para platicarle la experiencia.

Y visitar a la Madre de Dios en los países donde llegaba no fue cosa rara. Sin embargo, siempre recordaremos con especial cariño la visita que el santo Padre hizo a la Insigne Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, cuando estuvo en México, en el viaje apostólico que realizó del 12 al 17 de febrero de 2016.

"¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?" era la frase preferida del Santo Padre, al recordar el Acontecimiento Guadalupano. La Santísima Virgen dijo a san Juan Diego estas mismas palabras el 12 de diciembre de 1531.

En el momento de su visita a la Basílica de Guadalupe, el Papa Francisco cumplió uno de sus sueños: ver a la Virgen y presentarle sus peticiones. Por eso, el 13 de febrero de 2016, antes de presidir la Eucaristía, subió al camerín para estar frente a la venerada imagen por casi media hora.

Los presentes sabían lo que estaba ocurriendo únicamente porque la trasmisión televisiva les permitió presenciar ese íntimo momento. El Papa Francisco se tomó su tiempo porque sabía que nunca más tendría otra oportunidad, había que aprovecharla al máximo.

Luego, en su homilía, mencionó algo de lo que acaba de vivir:

... creo que hoy nos va a hacer bien un poco de silencio, y mirarla a ella, mirarla mucho y calmamente, y decirle como lo hizo aquel otro hijo que la quería mucho:

«Mirarte simplemente, Madre,

dejar abierta sólo la mirada;

mirarte toda sin decirte nada,

decirte todo, mudo y reverente.

No perturbar el viento de tu frente;

sólo acunar mi soledad violada,

en tus ojos de Madre enamorada

y en tu nido de tierra trasparente.

Las horas se desploman; sacudidos,

muerden los hombres necios la basura

de la vida y de la muerte, con sus ruidos.

Mirarte, Madre; contemplarte apenas,

el corazón callado en tu ternura,

en tu casto silencio de azucenas».

(Himno litúrgico)

Y en silencio, y en este estar mirándola, escuchar una vez más que nos vuelve a decir: «¿Qué hay hijo mío el más pequeño?, ¿qué entristece tu corazón?» (cf. Nican Mopohua, 107.118). «¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre?» (ibíd., 119).

La cita cada 12 de diciembre

Y como hijo amante y fiel, cada 12 de diciembre celebraba la fiesta de nuestra Señora de Guadalupe en la basílica de San Pedro, seguramente recordando esos invaluables minutos que pasó con la Madre de Dios en México.

Este año, la diferencia estará en que la celebrará junto a Ella, en el cielo.

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