El Papa dijo que en Latinoamérica se construye "una sociedad de desconfianza"

Francisco dio una misa en homenaje a Virgen de Guadalupe, patrona de América.

Por Elsabetta Piqué

Por tercera vez consecutiva, el papa Francisco celebró esta tarde una misa para celebrar el día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América y de Filipinas. Aprovechó la ocasión para denunciar los males que aún existen en su continente, donde se está construyendo una "sociedad de la desconfianza", "marcada por los signos de la división y de la fragmentación y que deja fuera de juego a muchos". Deploró, así, la existencia de miles y miles de niños que viven en la calle, de jóvenes explotados, de familias destruidas por el narcotráfico, de ancianos descartados y de mujeres víctimas de "múltiples formas de violencia".

Sin mencionar a ningún país en especial, Francisco aludió así a terribles realidades que azotan a varias naciones sudamericanos, entre las cuales, su madre patria. "Qué difícil es presumir de la sociedad del bienestar cuando vemos que nuestro querido continente americano se ha acostumbrado a ver a miles y miles de niños y jóvenes en situación de calle que mendigan y duermen en las estaciones de trenes, del subte o donde encuentren lugar", lamentó.

"Niños y jóvenes explotados en trabajos clandestinos u obligados a conseguir alguna moneda en el cruce de las avenidas limpiando los parabrisas de nuestros autos..., y sienten que en el «tren de la vida» no hay lugar para ellos", agregó, en un sermón fuerte y lleno de pasión, seguramente escrito de su puño y letra.

El ex arzobispo de Buenos Aires deploró la existencia de numerosas familias que van quedando marcadas por el dolor "al ver a sus hijos víctimas de los mercaderes de la muerte". Se refirió con esta expresión a los estragos del narcotráfico, flagelo que en los últimos años golpeó como nunca a su país, que, se sabe, lo desvela.

"Qué duro es ver cómo hemos normalizado la exclusión de nuestros ancianos obligándolos a vivir en la soledad, simplemente porque no generan productividad; o ver la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres: algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa", también denunció. "Son situaciones que nos pueden paralizar, que pueden poner en duda nuestra fe y especialmente nuestra esperanza, nuestra manera de mirar y encarar el futuro", advirtió.

Frente a esta situaciones, llamó a hacer memoria de la fe en la Virgen María y a "hacer memoria de que no somos ni seremos nunca un pueblo huérfano". "¡Tenemos Madre! Y donde está la madre hay siempre presencia y sabor a hogar. Donde está la madre, los hermanos se podrán pelear pero siempre triunfará el sentido de unidad. Donde está la madre, no faltará la lucha a favor de la fraternidad", recordó. "Siempre me ha impresionado ver, en distintos pueblos de América Latina, esas madres luchadoras que, a menudo ellas solas, logran sacar adelante a sus hijos. Así es María con nosotros, sus hijos", aseguró.

Francisco hizo finalmente un llamado a la reconciliación, invitando a imitar la fe de la Virgen de Guadalupe, patrona de América. "Su presencia nos lleva a la reconciliación, dándonos fuerza para generar lazos en nuestra bendita tierra latinoamericana, diciéndole «sí» a la vida y «no» a todo tipo de indiferencia, de exclusión, de descarte de pueblos o personas", aseguró. "No tengamos miedo de salir a mirar a los demás con su misma mirada. Una mirada que nos hace hermanos", pidió.

La misa -una de las pocas que pronuncia en castellano-, fue concelebrada por cardenales y obispos, ante miles de fieles latinoamericanos y embajadores. La celebración eucasrística contó con cantos litúrgicos muy antiguos, compuestos en lenguas indígenas. Entre ellos, un bellísimo himno dedicado a la Virgen de Guadalupe compuesto en "nahuatl", la lengua originaria de México, así como otras piezas antiguas en quechua, mapuche y guaraní. El Coro de la Capilla Sixtina, oficial de las celebraciones pontificias en la Basílica, se combinó, de hecho, con la participación del Coro Latinoamericano, dirigido por el maestro argentino Eduardo Notrica, de 48 años.

Además, se diferenció de las demás por la tradicional presencia de diversas banderas de países del continente, que desfilaron al principio de la misa, llevadas por 46 niños.

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