El Papa: ahora se cambia con las casas del Vaticano

El Papa: ahora se cambia con las casas del Vaticano

Francisco está amargado por la infidelidad y la traición de dos colaboradores en los que había confiado, pero no está preocupado por el contenido de los documentos que han sido divulgados: se trata de una investigación impulsada por la misma Santa Sede. El alquiler de los inmuebles ayuda a las misiones, pero habrá reformas en su administración

Por ANDREA TORNIELLI

CIUDAD DEL VATICANO

El Papa «no ha perdido la paz», quienes lo han visto en estos días aseguran que está sereno y determinado a seguir adelante con las reformas. Y el primer paso será justamente la gestión del patrimonio inmobiliario y de los alquileres. Francisco pronunció dos palabras secas e inequívocas como respuesta a un interlocutor que le preguntó sobre el escándalo de las casas: «Se cambiará».

El Pontífice está profundamente amargado por la traición y la infidelidad de los dos indagados en el segundo «vatileaks», el prelado español Lucio Ángel Vallejo Balda y la laica Francesca Immacolata Chaouqui. Pero no está preocupado por el contenido de los documentos que han sido divulgados, fruto de una profunda investigación interna que él mismo pidió para proceder con las reformas. Y, entre las reformas que parece determinado a introducir inmediatamente, está la reforma de la administración del patrimonio inmobiliario de la Santa Sede, las casas y los departamentos de cuya gestión se ocupan la Apsa y Propaganda Fide.

«Francesco no ha perdido la paz, ni siquiera en estos días, ni siquiera después de haber aprobado el arresto de los dos miembros de la comisión Cosea que cedieron los documentos que acabaron en los libros publicados en estos días», confió a la prensa una de las personas más cercanas al Pontífice. Y añadió: «El Santo Padre está amargado por la traición de los dos colaboradores infieles, pero no está para nada preocupado por el contenido de los documentos divulgados».

Papa Bergoglio en estos días se encuentra en constante contacto con los colaboradores, que lo actualizan sobre las investigaciones en curso. Pero el panorama que surge al leer los libros de los periodistas Emiliano Fittipaldi y Gianluigi Nuzzi ya lo conocía perfectamente y desde hace tiempo. «Una investigación cuidadosa y profunda -recuerda un monseñor cercano al Papa- querida por el mismo Vaticano».

Considerando lo que ha sucedido, Francisco «no cree en la existencia de ningún complot». Se trató, y lo repite a quienes se encuentran con él en estas horas, de «una traición y de una infidelidad» por parte de dos personas que habían obtenido su absoluta confianza. Una de estas, Francesca Chaouqui, ahora está tratando de involucrar a medio mundo. Bergoglio no parece tampoco arrepentido en lo más mínimo de haber nombrado a la comisión de estudio y análisis sobre los bienes vaticanos, así como tampoco lo está de haber creado la Secretaría de la Economía, encomendada al cardenal George Pell. Ha recordado en varias ocasiones que en las primeras semanas del Pontificado los quince cardenales encargados de evaluar la situación económica de la Santa Sede indicaron la necesidad de involucrar a expertos, de hacer un monitoreo y de llegar a un dicasterio unificado que se ocupara de racionalizar los gastos y administrar los recursos. «La Cosea fue el primer instrumento para hacer este trabajo inicial».

Uno de los temas más criticados que aparece en los libros de Fittipaldi y Nuzzi es la administración del Óbolo de San Pedro, la ayuda económica que los fieles de todo el mundo «ofrecen al Santo Padre, como signo de adhesión a la preocupación del Sucesor de Pedro por las múltiples necesidades de la Iglesia universal y para las obras de caridad a favor de los más necesitados». En 2012 (este es el dato que publicaron ambos volúmenes) más de la mitad de estas limosnas millonarias fue utilizado para ajustar los balances de la Santa Sede y para sostener 180 misiones diplomacias vaticanas en el mundo. «Francisco sabe que es normal -explica uno de sus colaboradores-, porque esto es un apoyo para el Papa y hay momentos de crisis económica y financiera que exigen el empleo de parte de aquellos fondos para ajustar los balances». En el pasado ya había sucedido, y con una entidad mucho mayor: en 1995, el cardenal Edmund Szoka, entonces presidente del Gobernatorado, anunció que por primera vez, después de 23 años, había habido un «surplus» y que el Óbolo de San Pedro no habría debido ser utilizado para cubrir el déficit de la Santa Sede. Es decir que durante mucho tiempo se había utilizado.

Tampoco sorprendieron a Francisco las noticias sobre las «resistencias» que la Cosea encontró al desempeñar su trabajo. Para ilustrar la situación con un ejemplo, Francisco recuerda a menudo que en un dicasterio vaticano se encontró una notable suma de dinero en efectivo, dentro de un armario. También recuerda el ejemplo del funeral de un cardenal, que falleció hace mucho tiempo. La empresa de servicios funerarios que siempre había trabajado con el Vaticano pidió honorarios por 9.000 euros. El ceremoniero pidió otros presupuestos y le enviaron otras empresas propuestas por la mitad de la suma; la vieja empresa funeraria disminuyó inmediatamente el costo. «Ahora, gracias al trabajo de reforma que se ha hecho, siempre hay que pedir tres presupuestos».

Papa Bergoglio sabe que se encuentra a medio camino. Conoce las resistencias que siguen existiendo y las dificultades que ha encontrado la Secretaría para la Economía. También conoce el estado de los inmuebles que pertenecen al vaticano o a entes y fundaciones relacionadas con la Santa Sede. «El Papa me dijo recientemente -reveló su colaborador-: ‘Hay riquezas del Vaticano que son riquezas de la humanidad, y nosotros solo las custodiamos’. Y luego hay también muchos inmuebles. Con el alquiler se sostiene el funcionamiento de la Curia romana y también muchos el trabajo de las misiones , muchas obras sociales, hospitales, escuelas». Pero la gestión de estos inmuebles y de estos alquileres es uno de los próximos pasos de la reforma: «Se cambiará», asegura Francisco.

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