Omella impone la ley del silencio en la Conferencia Episcopal

Omella impone la ley del silencio en la Conferencia Episcopal

Hoy comienza la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, motivo suficiente para que la Comunidad de Lanceros se haya reunido también en asamblea cuasi-plenaria para comentar cómo están las cosas por Añastro. 

Nuestros corresponsales dentro de lo que antes se llamaba Casa de la Iglesia hablan de la difícil situación que se vive con un Presidente de la Conferencia Episcopal, el todopoderoso Omella, que ha vuelto de Roma con los deberes hechos y las consignas marcadas. Por los pasillos, en los últimos días, no se le oye otra cosa que decir: “Eso lo quiere el papa, esto lo manda el papa y nosotros tenemos que hacer lo que dice el papa”. 

Omella sabía que la Asamblea plenaria de esta semana se le ponía cuesta arriba. Durante semanas los obispos habían emitido señales de gran descontento por las formas con las que Omella toma las decisiones y por los bandazos en su gestión. Con un Argüello contando los días que le quedan de secretario, y con Osoro dedicado a criticar a Omella, era necesario buscar una salida digna. 

La única que le quedaba al Presidente de la Conferencia Episcopal era ir corriendo a Roma para recibir instrucciones y así acallar todo intento de revuelta en un episcopado de por sí temeroso. Una visita a la que sumó inicialmente al obispo secretario para tener un testigo que cargara con las consignas.

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