Los obispos chilenos tuvieron audiencia de tres horas con el Papa

Los obispos chilenos tuvieron audiencia de tres horas con el Papa

Visita «ad Limina» de la Conferencia Episcopal. El cardenal Ezzati: afrontamos «los temas de pederastia, aborto, jóvenes, futuro del país a 40 años del régimen de Pinochet»

Los casos de pederastia, el aborto y las uniones entre personas del mismo sexo, la cuestión de los mapuches y el futuro del país, a 40 años del régimen de Pinochet. Son los temas que afrontaron hoy Papa Francisco y los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, que fueron recibidos esta mañana en visita «ad Limina». Los guiaba el presidente del episcopado, monseñor Santiago Jaime Silva Retamales. 

 

Entre los que participaron también estaba el cardenal Ricardo Ezzati Andrello, arzobispo de Santiago de Chile, quien reveló a los micrófonos de la Radio Vaticana el contenido de la audiencia que duró alrededor de tres horas. «Dialogamos con él (con el Papa, ndr.) de todos los problemas, con una sencillez y con una apertura excepcionales, que considero verdaderamente un signo de la reforma de la Iglesia que quiere Papa Francisco, en sentido de comunión, de sinodalidad», explicó el purpurado . 

 

En particular, se afrontaron los «problemas concretos de un pueblo que está secularizado» y que es «gobernado fundamentalmente por personas que no son creyentes pero que son abiertas, que tienen buena voluntad, para acoger también el mensaje de la Iglesia». Hablaron sobre los ancianos, los pobres y, sobre todo, de los jóvenes, para quienes el Papa sugirió una «pastoral de la oreja», es decir «caminar con ellos escuchándolos y anunciando la novedad de Jesucristo». 

 

No se eludió el drama de la pederastia que ha afectado también a la Iglesia chilena: el argumento fue tratado «con mucha sinceridad, con la capacidad (que el Papa nos pidió) de estar atentos a los problemas, a las injusticias que, cuando se trata sobre todo de pederastia, son faltas gravísimas en relación con los derechos humanos y son también un grave pecado frente a Dios», explicó el cardenal. «El Papa -añadió- nos contó que una vez, saliendo del metro de Buenos Aires, en una plaza llena de gente porque había una manifestación, había unos padres con un niño y estos le gritaron al pequeño: «¡Ven, ven, porque hay pederastas!”. El Papa quedó dolido, pero ahora nos dijo: “Vean hasta qué punto puede llegar una mentalidad que ve el mal por todas partes”. Después nos invitó a superar también esta situación». 

 

Durante la conversación se dio particular importancia a los problemas de la sociedad contemporánea, sobre todo en relación con los temas del aborto y de las uniones entre personas del mismo sexo. Ezzati dijo a la emisora vaticana que «nosotros estamos trabajando mucho sobre la familia; sabemos que el ambiente cultural es adverso; sabemos cuánto incide la “doctrina de género” y cuánto influye también en la vida concreta el tema del matrimonio y el tema de la vida. Hemos trabajado y estamos trabajando fuertemente sobre esto», a la luz de las indicaciones de la exhortación «Amoris laetitia». 

 

También se afrontó la situación de los mapuches, pueblo nativo originario del centro y sur de Chile y del sur de Argentina que sobrevivió a la conquista española y que ahora lucha por su autodeterminación, por el reconocimiento de la plurinacionalidad del estado argentino, por recuperar las tierras que les quitaron o que están amenazadas por proyectos mineros o petrolíferos. El cardenal Ezzati se dijo convencido de que «el pueblo Mapuche tiene todas las cualidades y las posibilidades para dialogar con el Estado chileno: es un pueblo maduro, que tiene convicciones profundas, que tiene formación profunda». Aunque el Estado sea laico, añadió, «tiene, como sea, cierta confianza en nosotros, aunque nos critique, al final viene a buscarnos. Y creo que esta es una obra muy bella de la Iglesia». 

 

En relación con el futuro de Chile, que, después de décadas sigue sufriendo las consecuencias de la dictadura del general Augusto Pinochet, el arzobispo expresó un deseo: «Que podamos caminar con decisión por la vía de la reconciliación profunda. La reconciliación no olvida los hechos: olvidar sería olvidar la historia que es maestra de vida. Pero la reconciliación significa ir más allá de los hechos y, entonces, creo que los valores y el mensaje del Evangelio nos invitan a reconocer las situaciones, sobre todo las faltas en el campo de los derechos humanos que han hecho un daño enorme y que siguen haciéndolo», a cuarenta años de distancia. Esto, concluyó el purpurado, «significa también voluntad del perdón en la conciencia de que lo que se perdona es gratuito: el perdón es siempre gratuito. Unir, pues, la verdad con una vía nueva de construcción del futuro». 

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