Una nueva jugada de riesgo para un papa siempre atento a la región

Cuando asumió su pontificado, el 19 de marzo de 2013, el Papale recordó al mundo que el poder es servicio. Desde esa posición, como jefe de la Iglesia Católica y autoridad moral mundial, siempre procuró usar ese poder para intentar destrabar situaciones de conflicto, iniciar procesos de diálogo, tratar de hacer posible lo imposible.

Por Elisabetta Piqué

En este contexto, pasando desde Medio Oriente hasta el conflicto entre Corea del Sur y Corea del Norte, tuvo fracasos y éxitos. Y su mayor logro diplomático fue la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Así como en todo momento el Papa respaldó el proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC -que ahora quedó en el limbo tras un referéndum que lo rechazó-, siempre dejó en claro su preocupación por Venezuela, un país al que ahora quiere ayudar a salir de la situación explosiva en la que se encuentra.

Esta vez no se trata una mediación, como destacó ayer a LA NACION una fuente del Vaticano, sino del apoyo a la puesta en marcha de un diálogo entre el gobierno y la oposición.

No casualmente, poco después de trascender que sorpresivamente ayer se reunió con Maduro en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano, desde Caracas su enviado especial, monseñor Paul Emile Tscherrig, nuncio en la Argentina, anunció el inicio de un ansiado diálogo entre las partes.

Según el comunicado de la Oficina de Prensa del Vaticano divulgado pasadas las 19 locales (las 14 en la Argentina) -algo bastante inusual-, el encuentro entre Francisco y Maduro tuvo lugar "en el marco de la preocupante situación de crisis política, social y económica que Venezuela está atravesando, que repercute pesadamente en la vida cotidiana de la población entera".

"De este modo el Papa, que quiere el bien de todos los venezolanos, ha deseado continuar a ofrecer su contribución en favor de la institucionalidad del país y de cada paso que contribuya a resolver las cuestiones abiertas y crear mayor confianza entre las partes", indicó el mismo comunicado del Vaticano. "El Papa ha invitado después a emprender con coraje la vía del diálogo sincero y constructivo, para aliviar el sufrimiento de la gente, de los pobres en primer lugar, y promover un clima de renovada cohesión social, que permita mirar con esperanza el futuro de LA NACION", concluyó.

Francisco ya había recibido a Maduro en el Vaticano el 18 de junio de 2013. Pese a que en junio del año pasado tenía agendada una segunda audiencia con él, a último minuto el presidente venezolano pegó un faltazo, tras aducir problemas de salud. Presionado por la situación dramática que vive su país, fue Maduro el que esta vez pidió la audiencia.

En los últimos meses se especuló con la idea de una eventual mediación de Francisco en la crisis política que enfrenta al gobierno de Maduro con la oposición. "No habrá mediación, sino que la Santa Sede participará en el proceso de apoyar y de alentar a las dos partes al diálogo, va a acompañar, pero no a mediar", explicó ayer un funcionario del Vaticano a LA NACION.

El número dos de Francisco, el cardenal Pietro Parolin, conoce bien la situación de Venezuela ya que, antes de ser designado secretario de Estado del Vaticano, fue varios años nuncio apostólico en ese país.

Otra persona que conoce bien la situación de Venezuela es el nuevo superior de los jesuitas, el padre venezolano Arturo Sosa, primer latinoamericano que lidera la Compañía de Jesús, la congregación más numerosa e intelectual del mundo.

Significativamente Sosa, que es un politólogo, hace unos días en su primera conferencia de prensa consideró que el gobierno y la oposición no parecían tener la solución para salir del callejón sin salida en el que se encuentra Venezuela, un país que vive de la renta petrolera, según destacó. Como el Papa, también Sosa recomendó "construir puentes para que haya diálogo, porque nadie quiere más la violencia en Venezuela".

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