Nigeria, Laudato si' una llamada a la unidad

Nigeria, Laudato si' una llamada a la unidad

A Port Harcourt, «capital del petróleo», las palabras del Papa son un llamamiento a la movilización. Y la Encíclica es compartida por los líderes religiosos de cualquier confesión

Por DAVIDE MAGGIORE

“Esta zona estaba considerada el pulmón de Nigeria. Aquí se encontraban los manglares y los bosques tropicales, fuente de oxígeno, pero hoy gran parte de la biodiversidad ha sido destruida por las actividades petrolíferas”. Padre Edward Obi, secretario del 'Forum de los obispos católicos' del Delta del Níger, vive y trabaja en Port Harcourt, que ha sido definida la “capital” del petroleo nigeriano. El petróleo, que representa según datos de la Opec el 90% de las exportaciones del país, proviene sobre todo de esta zona que ha conseguido, desde los años sesenta hasta mitad de la primera década del 2000, cerca de 600 mil millones de dólares del Estado. “Y sin embargo esta región tan rica –continua el sacerdote-- es una de las partes más pobres de Nigeria por el acceso a las infraestructuras, las condiciones de vida decentes, por lo que no podemos dejar de preguntarnos por qué se da esta situación, que podría ser buena y sin embargo no es así...”.   

La Iglesia local trabaja desde hace décadas denunciando los problemas ambientales y sociales que acarrea la explotación irresponsable de los recursos. Para laicos y religiosos la publicación de la encíclica 'Laudato si' del papa Francisco ha representado un refuerzo de esta situación. “Aumentar nuestra autoridad moral en testimoniar lo que se ha hecho aquí en el Delta del Níger, nos da otra base para hablar”, explica padre Edward. “La ecología humana de la que el Pontífice escribe une directamente lo que ocurre en el subsuelo, los árboles, el agua, y lo que ocurre a los hombres que comparten este ecosistema con otras criaturas: reuniendo los dos aspectos el papa hace un llamamiento a quien toma las decisiones para que asuma sus propias responsabilidades en todos estos ámbitos”. 

Un llamamiento que aplicado al Delta del Níger no tiene un único sentido: basta pensar

a las pérdidas de petrolio que siguen verificándose con frecuencia. El año pasado dos de las compañías más importantes, Shell y Eni, han registrado respectivamente pérdidas de 204 y 349. El fenómeno ha sido durante años infravalorado por los grandes grupos y las autoridades: solo en las últimas semanas ha iniciado –por ejemplo-- la bonificación del área del Ogoniland: el programa para el ambiente de las Naciones Unidas (Unep) había presentado hace cuatro años un informe a propósito, pero la situación había sido denunciada ya durante los años noventa por el activista Ken Saro-Wiwa, que fue después asesinado. Sobre el fenómeno inciden también los robos llevados a cabo por individuos y pequeños grupos de ciudadanos que refinan el petróleo de manera artesanal provocando daños al medio ambiente. 

“'Laudato si', sintetiza monseñor Cyprian Onwuli, vicario general de la diócesis de Port Harcourt, es una llamada para que todos preservemos y apreciemos nuestras vidas y las de todas las criaturas de Dios”. Las implicaciones de esta invitación, dice el prelado, son tanto teológicas como sociales: “Francisco ha mostrado el interés de la Iglesia por la naturaleza y ha afirmado que todas las criaturas, como el hombre, pertenecen a Dios, por tanto nuestra salvación depende de su conservación; preservarlas nos ayuda a tomar conciencia de lo que somos, a estar al servicio de los otros y a trabajar juntos a los demás por nuestra salvación”. 

Dar vida a “un confronto que nos una a todos” es un efecto de las exigencias expresadas por Francisco en su escrito y Nigeria, cuya realidad va más allá de los daños provocados por el fundamentalismo de Boko Haram en el norte, ha acogido plenamente este espíritu. “'Laudato si' habla también a los líderes de las otras religiones –cuenta por ejemplo el padre Obi--. He llevado personalmente una copia al imam local y a los jefes de las otras iglesias diciéndoles que no solo tiene que ver con los católicos sino con nuestra casa común, y ellos no la han percibida como algo limitado a la fe católica y al cristianismo: todos nos quejamos de los daños que se hacen a nuestra región, la batalla por el medio ambiente es compartida”.

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