“La Necesidad de mi Prójimo”

“La Necesidad de mi Prójimo”

Hace poco tiempo, Francisco tuvo una iniciativa hacia los “sin techo” de Roma, llevada adelante por el limosnero del Vaticano Monseñor Konrad Kraijewski. Seguramente ustedes recordarán, la remodelación de los baños y duchas ubicados en las columnatas de Bernini. Gesto concreto y no palabras que se las lleva el viento.

Esta vez el Papa Francisco, nos sorprende nuevamente ¿saben por qué?. El jueves de la última semana de cuaresma, recibió en su casa a ciento cincuenta de sus vecinos mas próximos y necesitados. Les abrió las puertas del Vaticano, saludó a cada uno con un fuerte apretón de manos y en un tono paternal les dijo “bienvenidos ésta es la casa de todos, es su casa. Las puertas están abiertas siempre para todos”. Además no les escatimó tiempo y se entretuvo con los huéspedes, quienes después del encuentro con el Sumo Pontífice, realizaron una visita guiada a la capilla Sixtina y cenaron en el restaurante ubicado en el interior de los Museos. 

El Santo Padre no se quedó con los dos gestos narrados anteriormente. En la noche del viernes Santo mientras se realizaba el Via Crucis en el Coliseo Romano y todos los medios de comunicación del mundo estaban captando este momento; alrededor de unas 300 personas indigentes, que viven en las calles de Roma, recibieron un donativo del Pontífice. El mismo consistió en un sobre con dinero y una tarjeta del Papa con un saludo. Es la segunda vez que Francisco tiene un gesto semejante para con los pobres durante la Semana Santa. 

Les aseguro que cada gesto o palabra del Sucesor de Pedro, me lleva a realizar un examen de conciencia, partiendo de una pregunta simple pero al mismo tiempo profunda, ¿qué hago por los demás?. El Papa Francisco nos invitó y exhortó durante la Semana Santa a ser humildes y  abajarnos, término que utilizó en muchas ocasiones siendo Arzobispo de Buenos Aires, a ser como Jesús que siendo el Hijo de Dios “se despojó de su gloria divina, se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz”.

Si a partir de hoy, logro despojarme, vaciarme y abajarme, seguramente veré con más claridad, la necesidad de mi prójimo.

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