El mundo del trabajo: León XIII, Juan Pablo II, Francisco

En la sociedad del siglo XXI, se mantienen todavía muchas injusticias en el mundo del trabajo. Algunas vienen casi desde el principio de los tiempos, otras se fueron incorporando en paralelo al surgimiento y desarrollo de la industria, al avance en las tecnologías y los transportes, y las más anidan en el interior de muchos hombres y mujeres que, con ambición y egoísmo, aprovechan con cinismo su posición dominante en la sociedad y en la economía para oprimir al otro, al trabajador, al prójimo, al hermano, al explotado.

La Iglesia viene sistemáticamente repudiando y reprobando en los últimos 120 años las posturas explotadoras de algunos empresarios, gobiernos y sectores, en detrimento del hombre, del individuo. Unidad y medida de todas las cosas para Dios, pero no así para algunos poderosos.

El recurso humano, la fuerza laboral, el costo laboral, la variable de ajuste. Seres, hombres, mujeres, historias, vidas, afectos, prójimos hechos a imagen y semejanza de Dios, reducidos a un mero costo industrial, un asiento contable, un número o una cifra, a borrar en un balance...

En 1891 León XIII en la Encíclica "Rerum Novarum" dice: Los ricos y patrones "no deben considerar al obrero como un esclavo; que deben respetar la dignidad de la persona y la nobleza que a esa persona agrega el carácter cristiano" Estas palabras del Papa a fines del siglo XIX acercó y reconcilió a algunos sectores populares con la Iglesia, que estaba en una situación de lejanía y crisis, y le permitió recuperarse y volver al pueblo trabajador, sin adherir a posturas anarquistas y comunistas, pero sí ofreciendo herramientas para la promoción y respeto de los derechos del hombre, y la propuesta de fundar por ejemplo, partidos de trabajadores o laboristas en diversos países del mundo.

En 1981 Juan Pablo II presenta su tercera Encíclica "Laborem Excercens", un repaso a 90 años de la Rerum Novarum con una mirada más actualizada a los problemas del mundo del trabajo contemporáneo. Nuevamente la Iglesia se para en un punto equidistante de las políticas neo liberales y de los proyectos socialistas y comunistas y su relación con el trabajo: Ambos terminan convirtiendo y reduciendo al hombre a un instrumento de producción, o a una mera mercancia. El Papa invita en ese momento a reflexionar sobre el rol de promoción humana del trabajo, el hombre se hace más hombre trabajando, el trabajo es mejora, alegría y donación al otro.

Hoy en día, el Papa Francisco sabe que todavía queda mucho por hacer, para que el mundo en general, y el mundo del trabajo, sean más justos. De la mano de su Exhortación Apostólica "Evangelii Gaudium". Bergoglio refleja y denuncia las injusticias actuales, los dolores y las llagas de una sociedad que termina siendo explotadora "del hombre por el hombre".

Esta última semana, Francisco tuvo expresiones críticas hacia la situación que atraviesan las mujeres en el mundo laboral, donde ante iguales tareas, en muchos casos cobran menos que los hombres. Habló de "escándalo". Sobre este tema ya se ha expresado en el documento:

"La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia"

"Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente. El sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión, pero puede volverse particularmente conflictiva si se identifica demasiado la potestad sacramental con el poder"

Francisco nos presiona, nos pone en la clásica disyuntiva, donde disociamos realidad laboral, política,. social  o empresaria, de los valores cristianos que cada domingo reinvindicamos en misa:

"Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra"

Por si no queda claro, Francisco reafirma cual debe ser nuestra prioridad, nuestra obsesión, nuestra llaga predilecta. Con los mismos  sentimientos de Jesús, hacer todo por y para ellos:

"Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5)"

En artículos anteriores para Caminos Religiosos, presentamos este pasaje de la palabra del Papa, que nos conmueve y nos duele, nos golpea profundamente, y es la síntesis de la hipocresía actual. Hoy también aparece, porque marca una linea directa entre el rechazo a la esclavitud que hacen, cada uno en su tiempo, León XIII y Juan Pablo II. Francisco, sin ninguna duda, es aquí visceral y directo, filoso y duro:

"Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). ¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda"

Estar en el mundo, ser del mundo, vivir y amar en el mundo, luchar en el mundo. Sin redes, sin barreras, solo con la fe, la esperanza, la protección de Dios y la providencia. Así es la vida del laico, del laico que trabaja, que es emprendedor, empresario, jefe o empleado. Francisco nos llama a no alejarnos de la sociedad con todo lo que trae, las coincidencias, pero también los dolores y las llagas:

"A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo"

Vivamos más abiertos, receptivos, confiados al Señor. Los dolores tienen que ser nuestro norte. Abrazar y ayudar al que tiene el dolor de la pérdida de trabajo, de fe, de desorientación en este mundo muchas veces vacío y hedonista. Ser Jesús no es ni más ni menos que eso: Laicos protagonistas del siglo XXI, comprometidos, respetuosos y abiertos al hermano, primeros en amar y en llegar a los que más sufren. Eso es cambiar el mundo, ir de a uno, no importa, pero ser conscientes que hay millones en el planeta, intentando lo mismo...

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