El movimiento cooperativo un signos de nuestro tiempo y de lo que ha de venir

El movimiento cooperativo un signos de nuestro tiempo y de lo que ha de venir

Por Paulo G. Ares

Hoy cuatro de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas que el movimiento cooperativo lo realiza cada primer sábado de julio desde 1923. El objetivo es:  «Para que en una misma fecha, en todo el mundo, se demostrase la solidaridad de los cooperadores y la eficacia de su organización como medio de emancipación económica y garantía de paz universal».

La celebración fue la propuesta del Dr. Domingo Bórea (1876 – 1965), ciudadano argentino naturalizado, Jefe de Economía Rural del Ministerio de Agricultura de la Nación, de establecer un día del año para celebrar la «Fiesta de la Cooperación» que se aprobó en el «Primer Congreso Argentino de la Cooperación» convocado en octubre de 1919. La propuesta argentina fue llevada al congreso de la ACI reunido en septiembre de 1921 en Basilea y fue aprobada para celebrar el «Día Internacional de la Cooperación», adecuándose la fecha a la estacionalidad del hemisferio norte y, luego de algunos cambios, finalmente en 1923 el Comité Ejecutivo de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) recomendó conmemorar un día internacional de las cooperativas para el primer sábado de julio de cada año. En 1992 la Asamblea General de la ONU (Naciones Unidas), proclamó la necesidad de realizar un «Día Internacional de las Cooperativas» a partir de julio de 1995, en conmemoración al centenario de la creación de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI).

El Papa Juan XXIII nos decía que “Siguiendo la recomendación de Jesús cuando nos exhorta a distinguir claramente los signos de los tiempos (Mt 16, 3), nos creemos vislumbrar, en medio de tantas tinieblas, no pocos indicios que nos hacen concebir esperanzas de tiempos mejores para la Iglesia y la humanidad” (HS 4). Desde la  teología de la cooperación, hemos recurrimos a la categoría de la existencia de un “signo de nuestros tiempos” para analizar el fenómeno de la creciente importancia que tiene la extensión del espíritu cooperativo manifestado en el movimiento cooperativo en sentido estricto y las instituciones cooperativas dentro de la cultura nacional, continental y universal.

Sobre la importancia del cooperativismo en el mundo actual, se puede decir que la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), actualmente presidida por Primera vez por un argentino Sr. Ariel Guarco, es una organización no gubernamental independiente que reúne, representa y sirve a organizaciones cooperativas en todo el mundo. La ACI, fundada en Londres en 1895, tiene entre sus miembros organizaciones cooperativas nacionales e internacionales de todos los sectores de actividad económica: agrícolas, bancarias, de crédito y ahorro, industriales, de seguros, pesca, vivienda, salud, servicios públicos, servicios sociales, turismo y consumo. Actualmente, cuenta entre sus miembros con 277 organizaciones de 98 países que representan a casi 1.000 millones de personas asociadas en todo el mundo. Más del 12 % de la población mundial es cooperativista de las 3 millones de cooperativas que existen en el mundo. De acuerdo con el World Cooperative Monitor (2019), las 300 empresas cooperativas y mutuales más importantes del mundo suman un volumen de negocio de 2,035 billones de dólares. Las cooperativas proporcionan empleo al 10 % de la población empleada. Como empresas propiedad de sus miembros, dirigidas por ellos y al servicio de estos, las cooperativas empoderan a las personas para que logren sus aspiraciones económicas colectivamente, al mismo tiempo que refuerzan su capital social y humano y desarrollan sus comunidades.

Estos datos hacen referencia a la magnitud del movimiento cooperativo mundial, pero no tiene en cuenta las múltiples formas de cooperativismo que no están incluidas dentro de los cánones formales de la ACI y que sí son objeto de nuestra reflexión. Este «ver» analítico los «signos de los tiempos» no es un ver neutro, como el de las ciencias sociales, sino que vemos con la mirada propia del discípulo, que se alegra porque brota en la historia de los pueblos naciones aquello que sembró Dios en el corazón del hombre.

Entendemos el fenómeno cooperativo como nacido del propio accionar de la Santa Trinidad, ya que la oikonomia (economía de salvación) es realizada por las personas divinas de manera cooperativa, centrada en la persona humana, motivada en su amor y misericordia por el hombre. Para nuestra reflexión teológica todo el movimiento cooperativo se funda en el emprendimiento cooperativo de la oikonomia trinitaria donde se inserta, y perfecciona, en ella en la medida que se centra en el hombre, sirviéndolo en sus necesidades por amor y compasión misericordiosa.

Entonces la Teología de la cooperación con un oído puesto en el evangelio, en este sentido el espíritu cooperativo brota del propio misterio de fe, que nace de la Trinidad. Que el hombre coopere es parte del designio de divino, ya que Dios ha puesto la vocación de cooperar en el corazón del hombre desde su creación. Con un oído en el pueblo, se vincula a los «signos de los tiempos» que entrañan, en este caso, un «lugar teológico»,  en el cual tenemos nuestra querencia espiritual, determinado por el multiforme movimiento cooperativo que actúa en el mundo y del cual la Iglesia es parte, reuniendo así nuestra reflexión teológica el requisito de ser eclesial.[1]

Son un signo de nuestros tiempos pero también como lo ha dicho el Papa Francisco a las cooperativas en Italia que “todo lo que ya habéis hecho no sólo es positivo y vital, sino que sigue siendo profético”,[2] para nuestra reflexión existe una misión profética en la empresa cooperativa auténticamente competitiva en el servicio al hombre, porque eso el actual pontífice al aplica una categoría estrictamente religiosa a las cooperativas, tanto en su origen latino eclesiástico prophetia, tomada del griego προφητεία, es relativo al anuncio de lo que va ocurrir en el futuro, por eso decimos también que las cooperativas son signos del futuro deseado por el corazón del hombre de buena voluntad que es una semilla plantada por Dios.

                                  

Por Paulo G. Ares*

(Abogado - Asesor en Coninagro, Profesor en Teología - Autor: Teología de la cooperación)

 

[1] HT 20 “El auténtico lugar de la teología está dentro de la Iglesia, que ha sido reunida por la Palabra de Dios. La eclesialidad de la teología es un aspecto constitutivo de la tarea teológica porque la teología se basa en la fe, y la fe es a la vez personal y eclesial”.

[2] Cf. Francisco, A los representantes de la Confederación Italiana de cooperativas, 28-02-2015.

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