El nuevo obispo de Concordia continúa peregrinando por el territorio diocesano y, en esta oportunidad, visitó las parroquias Nuestra Señora de Itatí y Nuestra Señora del Valle.
El nuevo obispo de Concordia, monseñor Gustavo Zurbriggen, continúa peregrinando por el territorio diocesano y, en esta ocasión, visitó los días 16 y 17 de septiembre las comunidades parroquiales de Nuestra Señora de Itatí y Nuestra Señora del Valle, de la misma ciudad de Concordia.
El prelado fue recibido por grupos de laicos, quienes le contaron acerca del servicio pastoral que, desde las diversas áreas e instituciones, se llevan adelante, buscando desde la fe promover humana y socialmente a las familias de la zona.
Desde la parroquia Nuestra Señora de Itatí, monseñor Zurbriggen recorrió además las capillas San Cayetano y Jesús Nazareno junto al párroco, presbítero Roque Ravassio.
Luego, recorrió las instalaciones de la escuela Nº55 y del instituto D-165 Nuestra Señora de Itatí, ambos establecimientos públicos de gestión privada. Seguidamente, presidió la misa en presencia de las familias del barrio, incluso de miembros de la comunidad que fueron protagonistas de la evangelización de los primeros tiempos.
Concluida la celebración, se realizó un ágape, durante el cual la comunidad informó al obispo acerca de la historia de fe de esa parroquia, que este año está celebrando los 50 años de su creación.
En tanto que, en la parroquia Nuestra Señora del Valle, ubicada en uno de los accesos de la ciudad, el obispo bendijo la cruz mayor erigida junto al templo, en el marco de la celebración eucarística realizada sobre la avenida San Lorenzo.
“Realmente estuvo presente toda la comunidad y, de una manera sencilla y humilde, pudimos celebrar este tesoro tan hermoso, en este tiempo tan desafiante que nos toca vivir”, manifestó el párroco, Néstor Toller, quien sostuvo además que “esta cruz es como un faro, que nos da la certeza de que el amor de Jesús en la cruz es el que nos sostiene, nos acompaña y nos impulsa en la entrega a los hermanos”.
Además, explicó que esa cruz “era el sueño del Padre Jorge Odiard -el primer cura párroco, de legado imborrable en cuanto a las obras que realizó y en los corazones de los fieles- y de un grupo de laicos de la comunidad. Ese sueño pudo concretarse en el tiempo en que el padre Marcelo Dalmazo estuvo como párroco”. “Hoy, luego de varios años, los fieles de la comunidad decidieron refaccionarla e iluminarla, para que sea un signo visible para quienes transiten por allí”, agregó el presbítero.
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