Mons. Zanchetta llamó a los jóvenes a ayudar a quienes cayeron en las drogas

Mons. Zanchetta llamó a los jóvenes a ayudar a quienes cayeron en las drogas

Unos 12.000 jóvenes caminaron 21 kilómetros junto a la imagen de Nuestra Señora del Carmen, copatrona de la diócesis de Orán, en el marco de la XV Peregrinación Juvenil Mariana que llevó por lema “María en tus manos, mi esperanza”.

El obispo de Orán, monseñor Gustavo Oscar Zanchetta, presidió la misa en la que les recordó a los jóvenes que la Virgen quiere que caminen “siempre” juntos y unidos e invitó, como quiere el papa Francisco, a salir a misionar, a hacerse cargo de “los que quedan rezagados en el camino de la vida, de los que siempre son considerados los últimos, de los que son tildados mundanamente como los que ‘no sirven’ o ‘no pertenecen’”. 

“Queridos chicos, en los caminos de nuestra diócesis hay demasiados jóvenes caídos por la desigualdad, la marginación y la adicción a las drogas y el alcohol. Por eso les pido de todo corazón: ¡estén cerca! No los dejen solos. Escúchenlos, curen sus heridas, sáquenlos de las drogas, ayúdenlos a dejar el alcohol”, advirtió. 

Tras pedirles que “con la misma convicción frenen a quienes promueven que la muerte se instale en nuestras calles”, consideró justo reclamarle a quienes tienen una responsabilidad en función del bien común de la sociedad que “pongan un freno definitivo al narcotráfico”. 

“Basta de dejar que envenenen a nuestros jóvenes. No miren para otro lado. Gobiernen, legislen y hagan justicia en favor de la vida y no de la muerte. No se corrompan con la indiferencia y asuman como hombres y mujeres de bien la función para la que han sido elegidos o designados porque de ello tendrán que rendir cuentas ante el Dios de la vida”, exigió. 

Monseñor Zanchetta alentó a los jóvenes a ponerse el escapulario de Nuestra Señora del Carmen, “como una caricia de la Virgen que no nos deja solos y que nos enseña a no dejar solos a los demás”. 

“Honremos la vida en cada persona desde el momento de la concepción hasta su muerte natural tal cual es el querer de Dios. Y porque somos servidores de la vida no dejemos que los personeros de la muerte arrebaten el bien más preciado, y que es ciertamente el primer derecho humano”, concluyó.

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