El obispo de Venado Tuerto reflexionó en torno a la fuerza de la oración y la importancia de dedicarle un tiempo prudencial para "estar siempre en presencia de Dios".
En el domingo 29 del tiempo ordinario, el obispo de Venado Tuerto, monseñor Han Lim Moon reflexionó en torno a la Palabra y recordó que en el mismo Evangelio “el Señor nos enseña con una parábola que es necesario orar siempre, sin desanimarse”.
“Para enseñarnos esto -explicó-, Él ya nos dio ejemplo y testimonio de la necesidad de la oración”. “Por ejemplo, cuando comenzó su vida pública, estuvo orando cuarenta días. Después de su bautismo estuvo orando. Cuando estaba transfigurado estaba orando. Cuando nos enseñó el padrenuestro, estaba orando. Cuando eligió a los apóstoles estaba orando. El Evangelio nos dice que a cada rato el Señor salía a orar a Dios Padre. En el huerto de Getsemaní. En la cruz también oró”.
El prelado señaló que es necesario, cuando uno pide al Señor, tener en cuenta cuatro aspectos fundamentales: “Primero hay que tener una fe firme, nosotros pedimos porque creemos en la bondad y en el poder del Señor. Segundo, no estar en pecado grave, el pecado grave es una ofensa a Dios y con esta ofensa no se puede pedir a Dios nada, porque sería contradictorio. En tercer lugar, el Señor quiere que nosotros estemos reconciliados, para pedirle algo importante. Y cuarto, debemos pedir por las cosas correctas, no por lo incorrecto, por ejemplo, que le vaya mal al vecino, sino pedir por algo bueno”.
Por otra parte, se refirió a que “tenemos que saber que hay razones, la Biblia nos enseña y dice que el camino y los tiempos del plan de Dios van más allá de nuestros planes. Siempre él desea el mejor bien, pero no coincide con nuestros tiempos ni con nuestros planes”.
Es por eso, dijo, “tenemos que aceptar la voluntad de Dios con mucha fe, aunque sea con mucho dolor, porque hay cosas que nosotros no podemos llegar a comprender en esta tierra y en el cielo se nos van a aclarar, el misterio que está en el plan divino”.
Monseñor Moon resaltó una vez más que “aunque uno tenga al Señor en todo momento presente, es necesario un tiempo exclusivo para demostrarle que confiamos en él, entonces dejamos todo, le entregamos en sus manos, nuestras necesidades y nuestras preocupaciones”.
Finalmente, dijo que “sin desanimarnos oramos siempre y le pedimos al Señor que nos ayude con esta gracia y con inventar alguna jaculatoria pequeña, para estar siempre en presencia de Dios”.
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