La familia castrense dio el último adiós a Mons. Baseotto

La familia castrense dio el último adiós a Mons. Baseotto

Mons. Olivera presidió la misa de exequias, en la que pidió que él interceda para que "se transiten caminos donde el amor y la verdad se encuentren y por tanto la justicia y la paz se abracen".

El obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad, monseñor Santiago Olivera presidió el 29 de mayo la misa de exequias de monseñor Antonio Baseotto CSsR en la catedral Stella Maris, donde la familia militar y eclesiástica dio el último adiós a quien fue su pastor entre 2002 y 2007.

En el templo del barrio porteño de Retiro había una foto de Baseotto, con un cirio y flores, bajo la imagen de María Stella Maris, en un costado del presbiterio. También una corona de flores blancas, con una cinta con la leyenda: "Vicepresidente de la Nación".

La Eucaristía fue concelebrada por los obispos eméritos Luis Stöckler (Quilmes) y Eduardo Taussig (San Rafael); el vicario general castrense, monseñor Gustavo Acuña; y una treintena de sacerdotes, entre ellos los capellanes mayores de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas Federales de Seguridad.

 

En la homilía, monseñor Olivera pidió que el fallecido obispo castrense interceda ante Jesús para que "transitemos caminos donde el amor y la verdad se encuentren y por tanto la justicia y la paz se abracen".

Tras recordar que "somos ciudadanos del cielo" y asegurar que "aquí somos tan solo peregrinos, Dios es eterno y permanece para siempre; pero la fe nos anima a recorrer nuestro propio camino con esta certeza de caminar con la esperanza del cielo".

"Monseñor Antonio se sabía peregrino aquí y ciudadano del cielo.  Sabía y experimentó la certeza que hemos escuchado recién en el Evangelio que, 'aquel que crea en mí, aunque muera vivirá".

 

 

El obispo castrense valoró que, en su testamento, Baseotto compartió "la gratitud por el don de la vida, pero inmediatamente su gratitud por el don de la fe y el Bautismo, y por estas dos realidades agradeció la gracia de pertenecer a la Iglesia de Jesucristo". 

"Agradeció el don de su vocación redentorista y el don de su sacerdocio que un día recibió en su plenitud, cuando fue ordenado obispo. Supo dar gracias y supo también pedir perdón", puntualizó y agregó: "Concluyó su testamento pidiendo que recemos por él y expresó: 'sé quién juzga mis actos? es quien dio la vida por mi? he querido que mi vida le pertenezca. Me abandono en manos de su misericordia infinita'".

Sufrimiento, silencio y soledad

"Es difícil recordar a monseñor Baseotto sin pensar en lo que ha sufrido, en soledad y casi en silencio, por su fidelidad a su conciencia y al Evangelio, nada de lo que hizo fue contrario al Evangelio. Quizás, podríamos decir, que aquel acontecimiento triste, el ejemplo elegido tal vez no fue demasiado acertado, pero fue sobreseído de todo y perdonado; sin embargo, padeció el silencio y casi la soledad", aseguró.

Monseñor Olivera destacó: "Como es verdad que los frutos y acciones nos manifiestan, en el poco tiempo que pudo ejercer su ministerio como obispo castrense, que, por gracia de Dios y regalo, por prudencia y caridad de la Iglesia, siguió hasta que cumplió sus 75 años como obispo castrense, porque estaba impedido de ejercer su ministerio entre nosotros, entre los castrenses". 

"Trabajó con especial entusiasmo por anunciar el Evangelio a los hombres y mujeres de las fuerzas, promover la oración y devoción mariana especialmente a Nuestra Señora del Perpetuos Socorro, fue iniciador de las peregrinaciones diocesanas anuales al santuario de Luján, su cercanía de pastor, buen pastor y padre de todos lo recuerdan muchos de sus fieles", afirmó.

"Monseñor Baseotto ya habiendo cruzado al abrazo con el Padre pida por nosotros, interceda ante Jesús y su Madre por nuestra Patria, para que se respete la vida desde el inicio, desde la concepción hasta la muerte natural; e interceda ante Jesús por la dignidad de cada hombre y mujer de nuestro Obispado", pidió. 

"Interceda ante Jesús para que transitemos caminos donde el amor y la verdad se encuentren y por tanto la justicia y la paz se abracen. Que María, nuestra Madre y Señora de Luján, Patrona de la Argentina y de nuestro Obispado, le lleve hasta su Hijo, Jesús, quien lo llamó a ser pastor de su pueblo", concluyó.+

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