Mons. Lozano destaca la 'santidad tan cercana' del beato Pironio

Mons. Lozano destaca la 'santidad tan cercana' del beato Pironio

"Con su estilo sencillo y franco pudo expresar el amor de Dios por los humildes y sufrientes", consideró, resaltando su oración constante, la esperanza en la Palabra de Jesús y devoción de la Virgen.

En el día en que se celebra por primera vez su memoria litúrgica, monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, consideró que al recientemente beatificado cardenal Eduardo Pironio “bien se le puede aplicar la expresión del Papa Francisco ‘santo de la puerta de al lado’”.

“Con su estilo sencillo y franco pudo expresar el amor de Dios por los humildes y sufrientes”, observó, y destacó “la oración constante, la esperanza en la Palabra de Jesús y la devoción de la Virgen María” que le permitieron aceptar dolores y postergaciones.

“Cuando viajaba a la Argentina, su presencia, sin publicidad, convocaba a miles de personas y su palabra tenía un efecto sanador en quienes lo oían hablar del amor a Cristo y a la Iglesia”, precisó.

El arzobispo sanjuanino también señaló que “en los años marcados por la violencia en nuestra patria visitaba permanentemente en las cárceles a sacerdotes, religiosos y laicos, por lo cual fue amenazado de muerte en varias ocasiones”.

“Durante sus tareas en Roma recibía a gente de diversas vocaciones que se acercaban a él en busca de consejos y palabras de aliento. Varias veces acogió a monseñor Óscar Romero en sus experiencias difíciles en la curia romana, haciéndole sentir su amistad y solidaridad”, describió.

A su vez, recordó su capacidad de “consuelo de los tristes y decaídos, bálsamo para los heridos por los pecados e incomprensiones de hombres de la Iglesia que no la hacen madre acogedora con algunas actitudes y gestos. Capaz de mover los corazones tristes y desesperanzados”.

“Un hombre que supo marcar las relaciones de amistad y cordialidad en lo concreto de cada persona, y a la vez mostrar rumbos en su Patria, en la Patria Grande y en la Iglesia Universal desde el Vaticano”, diferenció.

Monseñor Lozano explicó que “los diversos servicios que la Iglesia le encomendó los realizó todos con fervor y entrega generosa”. “Nada le resultaba pequeño ni demasiado grande, confiando siempre en la gracia que sostiene”, puntualizó.

“Enviado por Dios para iluminar tiempos de oscuridad en los que costaba ver con claridad, fue realmente un ‘hombre iluminado’ que supo predicar de la esperanza en tiempos oscuros de la Patria”, apuntó, y añadió que “se destacó por su amor a la Cruz, a la Virgen, a la Iglesia, a los jóvenes…”

 

 

Testigo por anticipado de la Pascua, hombre de esperanza que mueve al amor y seguimiento de Jesucristo, desde el 16 de diciembre pasado, con su beatificación la Iglesia nos lo presenta como intercesor y ejemplo de vida.

El prelado se refirió a su testamento espiritual, donde escribió: “Te doy gracias, Padre, por el don de la vida. ¡Qué lindo es vivir! Tú nos hiciste, Señor, para la Vida. La amo, la ofrezco, la espero. Tú eres la Vida, como fuiste siempre mi Verdad y mi Camino”.

“Podés buscarlo en internet y leerlo completo. Es excelente para un momento de oración”, valoró.

Asimismo, compartió algunos párrafos de sus escritos o predicaciones para meditar:

“Sean testigos de esperanza. No profetas de calamidades. Ciertamente que el momento que vivimos es difícil. Pero está lleno de la presencia del Señor Resucitado y de la potencia transformadora del Espíritu… No tengamos miedo. No contagiemos pesimismo o desaliento.”

“Una fe profunda, iluminada por los dones del Espíritu Santo, les hará penetrar sabrosamente los misterios de Dios y su Palabra y les hará descubrir la presencia amorosa del Padre en las cosas cambiantes de la historia.”

“Las exigencias urgentes del momento reclaman, de todos los miembros de la Iglesia, generosidad de presencia y de servicio, el gozo de la austeridad y la valentía del testimonio.”

“Nos hace falta a todos vivir en la esperanza (ser «alegres en la esperanza»: Rom 12, 12), respirar en la Iglesia un clima más hondo de esperanza, predicarla a los hombres (sobre todo, a los jóvenes) como modo de ser cristianos y de superar los momentos difíciles. Se nos pide ser verdaderamente los «testigos de la resurrección». Quien ha conocido de veras a Jesucristo no puede vivir «sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Ef 2, 12).”

“Mientras tanto, la Iglesia que nosotros formamos es la Iglesia del tiempo, la Iglesia imperfecta, la Iglesia pecadora. Es una Iglesia que va haciéndose. Por eso no nos escandalicemos ante sus debilidades y pecados. Somos la Iglesia de la peregrinación. Pero, precisamente porque estamos en camino, tenemos que ir caminando nosotros también. La Iglesia no está hecha del todo y la tenemos que ir haciendo cada día.”

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