Mons. Fernández recordó a los catequistas que la "tarea primera y principal es el Kerygma"

Mons. Fernández recordó a los catequistas que la

El arzobispo de La Plata presidió la misa en el Encuentro Arquidiocesano de Catequistas, a quienes les pidió que "ayuden a los demás a encontrarse con Cristo vivo".

En el marco del Día del Catequista, la Junta Catequística de La Plata llevó a cabo el sábado 20 de agosto en el seminario San José de La Plata, un encuentro arquidiocesano de catequistas.

Acompañados por el lema ‘Y lo llevó a Jesús (Jn 1, 42) El acompañamiento vocacional del catequista', el rector del seminario San José, presbítero Andrés Magliano, encabezó la reflexión inicial en presencia de unos 180 catequistas de La Plata, quienes luego compartieron espacios de trabajo en grupo con la presencia de los seminaristas. 

La jornada finalizó con la misa presidida en la capilla de la casa de formación sacerdotal por el arzobispo platense, monseñor Víctor Manuel Fernández, y concelebrada por el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Jorge Esteban González; el director de la Junta Catequística Arquidiocesana, presbítero Gerardo Gallo; y otros sacerdotes. Allí, monseñor Fernández instituyó en el ministerio del Catequista a 31 personas de diversas comunidades y envío con el mandato a 16 nuevos egresados de las escuelas de catequesis parroquiales.

En la homilía, monseñor Fernández recordó que vocación significa “llamado” y “es mucho más que el sonido de la palabra ‘sígueme’, es algo que nos reclama desde lo profundo de nuestro propio ser, porque al crearnos el Señor te llamó a esa misión. Vos sos tu misión”, dijo.

 

Por eso, continuó, “si uno rechaza ese llamado y lleva su vida por otros caminos, no necesariamente está pecando, pero se está frustrando, su vida será una permanente confusión”.

El arzobispo platense reconoció que es “precisamente por esta razón que hemos querido celebrar este día del catequista en nuestro seminario, en este marco de sus 100 años. Porque el Seminario es todo un símbolo del llamado vocacional, el seminario por sí mismo habla de vocación”. 

“Pero al mismo tiempo, la presencia de muchos catequistas aquí en este tiempo de celebración de nuestro seminario, nos ayuda a entender el llamado al sacerdocio en el marco de la riqueza de las demás vocaciones”, agregó.

 

 

En referencia al ministerio de catequista, expresó que “no se da simplemente a alguien que da catequesis, es mucho más amplio. Se da a un catequista ya probado por los años, que reconoce que no puede dejar de ser catequista porque es parte de su ser, y que además tiene un compromiso importante en la comunidad parroquial, participa, se preocupa y colabora con la evangelización y la marcha de la parroquia”. 

En los próximos años, aseguró, “para recibir este ministerio habrá que tener en cuenta las indicaciones que dará la Conferencia Episcopal para su preparación. Este año sólo se confiere a algunos pocos que ya han sido probados por muchos años de entrega, en quienes se reconoce claramente la vocación, la respuesta perseverante y el compromiso comunitario consolidado”.

 

Monseñor Fernández recordó a los catequistas que la “tarea primera y principal es el kerygma, es el primer anuncio que debe atravesarlo todo. Se tiene que notar que detrás de todo está el amor del Padre, el Cristo que se entregó por nosotros y que está vivo. Ayuden a los demás a reconocer ese amor y a encontrarse con Cristo vivo, a conversar con él, a sentirlo a su lado”.

“Si muchos, después de la catequesis, dejan la vida de la Iglesia, desaparecen, es porque no hemos logrado encender ese fuego, y ese es nuestro mayor fracaso. Por lo tanto, si no das alguno de los temas del programa, si hay alguna información que no transmitís, no es la muerte de nadie, pero si no logras provocar esa experiencia que enciende el fuego todo lo demás es pura cáscara”. 

Finalmente, destacó que “esta celebración es un reconocimiento al amor, y a la fidelidad del amor en los catequistas que han sido reconocidos como puntales en sus comunidades. Y al mismo tiempo es la respuesta de ustedes a un llamado de ternura de ese amor supremo de Jesús que ha querido que participaran del cuidado de su esposa amada, la Iglesia”.

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