Mons. Fernández: "Dios nos quiere felices, dejémonos transformar"

Mons. Fernández:

El arzobispo de La Plata animó a dejarse transformar porque "Él nos quiere felices, y más felices, pero necesita nuestra confianza y nuestro tiempo para que pueda hacer esa obra transformadora".

Monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata, recordó que “Dios nos regaló el mundo para que lo disfrutemos, para que gocemos del cielo inmenso, para que disfrutemos del aire que respiramos, para que disfrutemos de tantas cosas lindas que hay alrededor”:

“El mundo lo creo Dios para que lo disfrutemos. Por lo tanto, lo primero ante un regalo de Dios es valorarlo y es gozarlo. Cuando cuando alguien te quiere y te quiere dar una felicidad tu respuesta es gozar de ese regalo. Estamos llamados a ser felices; es verdad estamos llamados a ser santos y nos santificamos también en el sufrimiento, pero al mismo tiempo hay que decir que Dios nos quiere felices”, subrayó en su homilía dominical en la catedral platense.

El arzobispo platense señaló que “Jesús no solamente sanaba las enfermedades físicas, sanaba los males interiores de tanta gente atormentada y lo hace también hoy”.

“San agustín decía: ‘la multitud aprieta, la fe toca, la fe toca el corazón de Cristo”, destacó, y sostuvo: “Es la fe. No es que el objeto tiene un poder, es tu fe, tu confianza, que crea como una especie de canal por donde pasa y llega el poder de Dios, que hace su obra”, graficó.

Monseñor Fernández afirmó que esa fe es ante todo confianza, confianza real; es la certeza de que lo que el mundo no nos puede dar, si nos lo puede dar Cristo y es creerlo de verdad, sin dudar, sin desconfiar”.

“Para eso hace falta tiempo. Esa confianza se despierta dándole tiempo al Señor. Entonces si hay un mal en tu interior, una melancolía que no te deja, un miedo extraño que te atormenta, un rencor que te carcome por dentro, tantas cosas que te pueden perturbar interiormente; vos sabrás cuál es tu mal. Jesús puede sanar eso pero tienes quedarle espacio y tiempo”, aseguró.

 

“Hace falta apartar un momento de tu vida que sea solo para Cristo y estar ahí media hora, una hora, sin apuro, sin las ansiedades”, indicó e insistió: “Hay que dedicarle tiempo a Cristo y dejar que en su presencia Él vaya haciendo su obra. Le damos tiempo a tantas cosas que nos hacen daño, démosle a Él tiempo, tiempo de calidad, sólo para Él; y le vamos mostrando nuestro interior con sus males y le vamos diciendo a Jesús: ‘entra y sana Señor, hace tu obra; aquí estoy, creo, confió, espero, hacé tu obra”.

El arzobispo animó a dejar transformar porque “Él nos quiere felices, y más felices, pero necesita nuestra confianza y nuestro tiempo para que pueda hacer esa obra transformadora en nuestras vidas. Seamos como esta mujer que en medio dela multitud incrédula, lo tocó con fe y fue sanada”, y entonó una canción.

“Señor ven a sanar mis miedos, mis temores más profundos. Mi miedo a la enfermedad, a la debilidad, al fracaso. Ven Señor Jesús a sanar mis sensaciones de abandono y de soledad; ven a sanar esos viejos rencores que son un veneno que me hace daño dentro; ven a sanar toda falta de perdón a mí mismo, porque no me perdono mis propios errores viejos. Ven a sanar mi debilidad interior y ven a sanar, sobre todo Jesús, mi falta de fe y de confianza. Sáname mi Señor”, concluyó.

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