Mons. Arancedo: "La vida cristiana tiene su fuente en Dios"

Mons. Arancedo:

“En un mundo en el que todo parece depender de la voluntad creativa del hombre, podemos olvidarnos de que el hombre no se crea a sí mismo, sino que recibe la vida como un don que debe agradecer y cuidar. Este aspecto ha sido subrayado en la reciente encíclica de Francisco Laudato si’.

Esto que vale para toda la naturaleza adquiere un valor único y propio cuando nos referimos al hombre y la vida cristiana”, aseguró el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo. “A la vida cristiana no la creamos nosotros, su fuente es Dios y su camino Jesucristo. A ella la recibimos y agradecemos, la vivimos y la comunicamos con el testimonio de una vida basada en el evangelio de la verdad y la vida, del amor y la paz, de la justicia y la solidaridad¨, agregó.

“En un mundo en el que todo parece depender de la voluntad creativa del hombre, podemos olvidarnos de que el hombre no se crea a sí mismo, sino que recibe la vida como un don que debe agradecer y cuidar. Este aspecto ha sido subrayado en la reciente encíclica de Francisco Laudato si’. Esto que vale para toda la naturaleza adquiere un valor único y propio cuando nos referimos al hombre y la vida cristiana”, aseguró el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo. 

El prelado recordó que “a la vida cristiana no la creamos sino que la recibimos de Dios. Cuando perdemos de vista la primacía de esta verdad, corremos el peligro de hacer de ella una ideología más que creamos y manejamos, y no la presencia de una verdad que orienta, ilumina y enriquece nuestras vidas. Cuando Jesucristo se nos presenta como camino, verdad y vida, no niega nuestra libertad a la que respeta y a la que se dirige, sino que nos habla y nos contempla desde Dios como fuente de nuestra vida y salvación”. 

“Para comprender esta verdad debemos aceptar nuestra condición de criaturas abiertas a Dios”, indicó citando las lecturas del domingo y agregó: “La vida cristiana parte del hecho de que Dios se nos ha manifestado en Jesucristo. Esto no niega la posibilidad de otros caminos de encuentro con Dios, pero afirma que en su Hijo, Dios se nos ha manifestado de un modo pleno y definitivo”. 

El arzobispo explicó que “por ello Pablo nos habla de imitar a Dios a partir del ejemplo de Jesucristo. Él es el camino elegido por Dios para llegar a nosotros, a sus hijos. Sabernos hijos frente a Dios no nos debilita, por el contrario afirma nuestra dignidad de seres únicos y amados por él. Jesucristo se nos presenta como testigo del amor que Dios nos tiene y, al mismo tiempo, como camino de nuestra plena realización como hombres”. 

“En el diálogo de Dios con el hombre ocupa un lugar central la persona de Jesucristo, no como una doctrina o un hecho del pasado, sino como una realidad actual. Creer que hoy me puedo encontrar con Jesucristo y participar de su misma vida, es el inicio de la vida cristiana. Hay dos modos con los que Jesucristo ha querido quedarse en la historia para encontrarse con nosotros y comunicarnos la vida de Dios: su Palabra y la Eucaristía. Para ello instituyó la Iglesia como lugar de encuentro con el hombre. Ella es nuestra madre”, precisó. 

Por último, monseñor Arancedo “a la vida cristiana no la creamos nosotros, su fuente es Dios y su camino Jesucristo. A ella la recibimos y agradecemos, la vivimos y la comunicamos con el testimonio de una vida basada en el evangelio de la verdad y la vida, del amor y la paz, de la justicia y la solidaridad. El testimonio de este evangelio necesita de un Cristo vivo en cada cristiano”

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