El misterio de la carta de los cardenales contra el método del Sínodo

El misterio de la carta de los cardenales contra el método del Sínodo

Según Sandro Magister, que ofrece un presunto elenco, la habrían firmado trece purpurados. Pero cuatro de los purpurado citados por el periodista de «L’Espresso» (Scola y Vingt-Trois, Piacenza y Erdö) desmintieron haber firmado el documento. El caso confirma la importancia de las palabras del Papa, que invitó a dejar a un lado la «hermenéutica de la conspiración»

Por ANDREA TORNIELLI

CIUDAD DEL VATICANO

Trece cardenales, padres sinodales, firman una carta a Papa Francisco en la que plantean críticas sobre el método y sugieren una dirección «piloteada» para el Sínodo sobre la familia, que pretendería obtener «resultados predeterminados». En particular, los purpurado piden cuentas sobre la composición de la comisión que redactará el texto final, y piden que los relatores de los círculos menores sean elegidos y no nombrados (eventualidad que algunos círculos mediados plantearon antes de que comenzara el Sínodo, pero que nunca entró en la lista de las posibilidades).

El texto original de la carta dirigida al Papa durante el primer día del Sínodo fue escrito en inglés, y el vaticanista Sandro Magister ofrece una traducción italiana en su sitio, acompañada con la lista de los firmantes. Según Magister se trata de Carlo Caffarra, arzobispo de Boloña (Italia); Thomas C. Collins, arzobispo de Toronto (Canadá); Timothy M. Dolan, arzobispo de Nueva York (Estados Unidos); Willem J. Eijk, arzobispo de Utrecht (Holanda); Péter Erdö, arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría) y relator general del Sínodo; Gerhard L. Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban, (Sudáfrica) y presidente delegado del Sínodo; George Pell, Prefecto de la Secretaría para la Economía; Mauro Piacenza (de Italia), Penitenciero Mayor; Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino; Angelo Scola, arzobispo de Milán (Italia); Jorge L. Urosa Savino, arzobispo de Caracas (Venezuela); André Vingt-Trois, arzobispo de París (Francia) y presidente delegado del Sínodo.

Pero hoy por la mañana llegó el desmentido sobre dos de estos nombres. Angelo Scola, según informó su portavoz, no firmó la carta enviada al Papa. Después de esta noticia, el nombre de Scola fue borrado de la lista de Magister. Y después el arzobispo de París, André Vingt-Trois, desmintió al vaticanista de «La Croix» haber firmado la carta, así como el cardenal Mauro Piacenza, quien indicó que no solo no había firmado el texto, sino que no fue invitado a hacerlo. También desmintió haber firmado el documento el arzobispo Peter Erdö, de Esztergom-Budapest (Hungría) y relator general del Sínodo.

En el texto, los cardenales, que afirman haber reunido las preocupaciones de otros padres sinodales, critican el «Instrumentum laboris», el documento preparatorio del Sínodo, afirmando: «También tiene secciones que se beneficiarían con una sustancial reflexión y reelaboración». Después critican «los nuevos procedimientos» que «parecen garantizar una influencia excesiva sobre las deliberaciones del Sínodo y sobre el documento final».

«Los nuevos procedimientos sinodales -se lee en la carta- serán vistos en algunos ambientes como faltos de apertura y de genuina colegialidad». Los cardenales no especifican a cuáles «ambientes» se refieren, pero es evidente que estas perplejidades son las suyas. «En el pasado, el proceso de presentar posiciones y de votar servía al objetivo precioso de medir las orientaciones de los padres sinodales. La ausencia de proposiciones y de las relativas discusiones y votaciones parece desanimar un debate abierto y confinar la discusión a los círculos menores; entonces, nos parece urgente que la redacción de proposiciones que deben ser votadas desde dentro del Sínodo debería ser restablecida. El voto sobre un documento final llega demasiado tarde en el proceso de revisión completa y de ajuste del texto».

En otro párrafo de la carta, los purpurado escriben: «La falta de una participación de los padres sinodales en la composición de la comisión de redacción ha creado un notable disgusto. Sus miembros fueron nombrados, no elegidos, sin consultación. De la misma manera, quien forme parte de la redacción de cualquier texto a nivel de los círculos menores debería ser elegido, no nombrado».

«A su vez, estos hechos han creado el temor de que los nuevos procedimientos no sigan el tradicional espíritu y la finalidad de un Sínodo. No se entiende por qué estos cambios de procedimiento sean necesarios. A cierto número de padres, el nuevo proceso parece configurado para facilitar resultados predeterminados sobre importantes cuestiones controvertidas».

Para concluir, los cardenales expresan «la preocupación de que un Sínodo proyectado para afrontar una cuestión pastoral vital (reforzar la dignidad del matrimonio y de la familia) pueda llegar a ser dominado por el problema teológico-cultural de la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil. Si sucede así, esto hará surgir inevitablemente cuestiones aún más fundamentales sobre cómo la Iglesia, en su camino, debería interpretar y aplicar la Palabra de Dios, sus doctrinas y sus disciplinas a los cambios en la cultura».

A esta carta respondieron un día después el el Aula el Secretario general del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, y el mismo Papa Francisco. El primero explicó que los que habían firmado la carta se equivocaban al hablar de cambios de procedimiento en relación con la comisión encargada de redactar el documento final y en relación con el nombramiento de los relatores de los «Circuli minores».

Baldisseri indicó, refiriéndose a la primera cuestión, que hasta el Sínodo extraordinario de 2014 la redacción del documento final se encomendaba a tres o cuatro personas de la Secretaría general. Fue Francisco el que quiso extenderla, incluyendo a un padre sinodal por continente. Esta comisión nunca había sido elegida por el aula. Además, también es errónea la previsión, anticipada por círculos mediáticos cercanos a los que firmaron la carta, de la falta de elección de los relatores y de los moderadores de los «Circuli minores». Como sucedió en 2014, los relatores y moderadores de estos grupos de trabajo fueron elegidos por los padres y no fueron nombrados. Y las relaciones de estos «círculos», como sucedió el año pasado, fueron publicadas íntegramente.

Ayer por la tarde, llegaron dos nuevas aclaraciones: los cardenales Pell (según Magister inspirador de la operación) y Fox Napier no desmintieron haber firmado el documento, pero afirmaron que presuntos contenidos de la carta revelados por «L’Espresso» no son correctos, así como tampoco la lista de los firmantes. Mientras tanto, una nueva lista «corregida», con los nombres de trece cardenales, fue divulgada por el vaticanista Gerard O’Connell en «America Magazine»: en lugar de los cuatro purpurado que desmintieron haber firmado la carta, estarían el estadounidense Daniel N. Di Nardo, el mexicano Norberto Rivera Carrera, el africano John Njue y el italiano Elio Sgreccia.

Como se recordará, Francisco citó la «hermenéutica conspiradora», definiéndola la interpretación «sociológicamente más débil» y «teológicamente» más divisoria. Es decir: exactamente lo contrario de lo que deben hacer los padres sinodales, «basta con esta mentalidad que ve tramas y complots por todas partes». Sus palabras fueron recibidas con un fuerte aplauso.

El Papa también había precisado que «la doctrina católica sobre el matrimonio nunca ha sido tocada, nadie la ha puesto en discusión ya desde la asamblea extraordinaria, se conserva en su integridad», y sugirió a los padres no dejarse «condicionar» reduciendo el horizonte, «como si el único problema fuera el de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar».

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