Mama Antula: una mujer decidida a promover la fe y el encuentro con Jesús

Mama Antula: una mujer decidida a promover la fe y el encuentro con Jesús

Este domingo 11 de febrero, el Papa Francisco canonizará a la beata, que se convertirá en la primera laica consagrada nacida en la Argentina en alcanzar la santidad.

El Papa Francisco presidirá, el domingo 11 de febrero en la basílica de San Pedro, la ceremonia de canonización de la beata Mama Antula, que se convertirá así en la primera mujer laica consagrada nacida en la Argentina en ser declarada santa.

¿Quién fue Mama Antula?

María Antonia de Paz y Figueroa nació en Villa Silípica, actual provincia de Santiago del Estero, en el año 1730. Perteneciente a una familia con un alto poder adquisitivo, recibió la educación que se les daba a las mujeres de las familias acomodadas, la cual acentuó en ella su inclinación a la vida religiosa. 

A los 15 años, decidió dar un giro a su vida y abandonó su casa, para acompañar a los jesuitas como "beata" de la Compañía de Jesús, para lo cual hizo sus votos y vistió el hábito correspondiente, consagrándose a la oración y al apostolado. Luego, comenzó a asistir a los ejercicios espirituales en un convento de los jesuitas, donde aprendió a organizarlos.

Muy comprometida con la evangelización de los pueblos originarios santiagueños -a punto tal de que les enseñó la Palabra de Dios, a leer, a escribir y a perfeccionar técnicas de ganadería y agricultura-, la futura santa fue bautizada por los indígenas como Mama Antula. También mantuvo un gran compromiso en la defensa de los derechos y la dignidad de las personas afroamericanas, que eran esclavizadas y vendidas como mercancía, luchando también por la dignidad de aquellos otros pueblos y etnias más relegados.

Cuando los jesuitas fueron expulsados de América en 1767, Mama Antula sintió que debía continuar con la práctica de los ejercicios espirituales que ellos realizaban, en pro de la salvación de las almas. Fue entonces cuando empezó su misión en salida, para lo cual eligió el nombre de María Antonia de San José, y reunió a un grupo de mujeres jóvenes que pasaron a hacer vida en común, rezando, ejerciendo la caridad y colaborando de forma más bien clandestina con los padres jesuitas. 

De hecho, la amistad con los miembros de la Compañía de Jesús la siguió manteniendo a través de cartas, mientras continuaba su tarea evangelizadora en las parroquias de Salavina, Soconcho y Silípica. Su figura ya era familiar, siendo ya popurlarmente conocida en su pueblo de origen como "Mama Antula" (expresión quechua equivalente a "Mamá Antonia").

 

Llevando a Jesús por los caminos

Con autorización del obispo del Tucumán, Juan Manuel Moscoso y Peralta, Mama Antula realizó una gran caminata evangelizadora, predicando por todo el territorio diocesano. Así, recorrió las actuales provincias argentinas de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja. 

En 1777 llegó a Córdoba y, finalmente, arribó a Buenos Aires en septiembre de 1779. La provisión episcopal concedida le permitía solicitar limosnas, pudiendo fundar casas de recogimiento y organizar ejercicios espirituales.

 

 

A lo largo de su peregrinación por los caminos y lugares que iba visitando, la actual beata se esmeraba en convocar a los lugareños a realizar los ejercicios espirituales. Como rasgo característico, Antula adoptó un estilo de vida austero y sencillo, adaptándose a las realidades de cada lugar que visitaba, peregrinando descalza y viviendo de limosnas.

Luego de un tiempo en Buenos Aires, la beata logró que las personas de la nobleza y, en general, de alto poder económico y social, no tuvieran que ocultarse para concurrir a los ejercicios espitrituales, los cuales eran de origen jesuita También, obtuvo donaciones para poder realizar la construcción de la actual Santa Casa de Ejercicios Espirituales, en los mismos terrenos de la avenida Independencia al 1100, donde hoy siguen en pie.

María Antonia falleció, en esa Casa que había fundado, el 7 de marzo de 1799, a los 69 años de edad. Sus restos fueron inhumados en la basílica de Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires, por haber sido el primer templo al que entró al término de su larga peregrinación a pie desde Santiago del Estero. 

 

Un legado que perdurará por siempre

La congregación llamada Hijas del Divino Salvador, siguiendo su ejemplo, fundó años más tarde el santuario de San Cayetano en el actual barrio de Liniers. En efecto, san Cayetano y san José eran los santos por los que María Antonia de Paz y Figueroa tenía mayor devoción.

En marzo de 2016, el papa Francisco aprobó el reconocimiento de un milagro ocurrido en 1904: la curación de una colecistitis aguda que sufría la hermana Rosa Vanina, de las Hijas del Divino Salvador. María Antonia fue entonces proclamada beata el 27 de agosto de 2016.

Luego, a fines de 2018, se cerró el proceso canónico de un posible milagro de María Antonia de Paz y Figueroa, ocurrido en la arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz. Se trató del recibido por Claudio Perusini, un hombre de esa provincia que sufrió un accidente cerebro vascular (ACV) en el año 2017, el cual lo dejó en un estado de salud prácticamente irremediable. Al cabo de 28 días sin ninguna respuesta a los tratamientos  y con varias complicaciones orgánicas, Perusini tuvo una recuperación inesperada, sin una explicación desde lo científico pero sí desde la fe, ya que su círculo íntimo rezó y pidió la intercesión de Mama Antula para su recuperación. 

Luego de un proceso de investigación y estudio, durante el que se reunieron las pruebas suficientes, el 24 de octubre de 2023 el Papa Francisco aprobó la autenticidad de ese milagro atribuido a la intercesión de la beata, por el cual será canonizada.

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