Macri y Fernández juntos en Luján: La Iglesia llama a la unidad

Macri y Fernández juntos en Luján: La Iglesia llama a la unidad

“Nadie sobra en la construcción de la Patria”, afirmó el arzobispo de Mercedes-Luján delante del mandatario electo y del saliente. Advirtió que los argentinos están “agotados" de tantos desencuentros y reclamó acuerdos. Hubo una advocación interreligiosa.

El presidente Mauricio Macri y el mandatario electo Alberto Fernández participaron este domingo de la misa por la paz y la unidad que la Iglesia convocó en Luján a dos días del recambio presidencial, en un momento considerado histórico en tiempos de grieta y desencuentros de los argentinos, y donde se hizo un fuerte llamado a la unidad y a desterrar el odio.

La celebración eucarística fue presidida por el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, y la homilía estuvo a cargo del flamante arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Scheinig.

Además de Macri y Alberto Fernández, que estuvieron acompañados por sus parejas, participaron funcionario de los gabinetes entrante y saliente, y numerosas personas que peregrinaron al santuario mariano de Luján en la solemnidad religiosa de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

“En este día de la Virgen, nos pareció oportuno invitar a rezar por la Patria. Y hacerlo en este lugar tan querido para nuestro pueblo Argentino, el santuario de Luján, en medio de una peregrinación en la que tantas personas se acercan para agradecer, pedir, o prometer”, dijo Scheinig.

El prelado agradeció la presencia de Macri y Fernández y consideró que no hay que pasar por alto el significado de tener un Papa argentino, al cuestionar a quienes parcializan su mensaje. Dos de los momentos en que se escucharon aplausos de los presentes.

“No somos ingenuos, no creemos que una celebración sea la solución de los problemas, pero estamos seguros que este gesto que estamos realizando juntos, habla por sí mismo y deseamos que en estos días históricos y con la ayuda de lo Alto, se convierta en una puerta para entrar en esta nueva etapa, con sinceros anhelos de unidad y de paz”, sostuvo.

El arzobispo destacó el significado de la Virgen de Luján para los argentinos, y recordó: “A María la reconocemos como Madre, en ella somos hermanos”.

“María es una ayuda valiosa para agradecer y pedir por nuestra Patria, tan rica, tan diversa, con tanta historia e historias y al mismo tiempo, tan sufrida, enemistada, debilitada, tan necesitada”, agregó.

“Ninguna persona o grupo en soledad o aislado es la Patria. La Patria somos todos. La comunión entre nosotros no es una cuestión estratégica, hace a la esencia de lo que somos en el origen y a lo que podemos ser en el destino común”, señaló.

Scheinig invitó a “pedir especialmente por la unidad de las argentinas y de los argentinos”, y recordó que “la unidad es un don y es también una tarea”, e insistió: “Pero también la unidad es una tarea que nos compromete a todos, porque la unidad es muy frágil y pronto  la rompemos”.

“Debemos hacer todo lo posible por resistir y no caer en la tentación de querer destruir al otro. En la Patria, el otro es mi hermana, es mi hermano”, afirmó, y prosiguió: "El odio se convierte en un sentimiento poderoso, oscuro y eficaz para nuestra autodestrucción. Es una enfermedad que nos va carcomiendo y que debemos ayudarnos a extirpar urgentemente del propio corazón y del alma del pueblo,  porque compromete el presente e hipoteca el destino común".

“Todos somos conscientes que lo que viene, lo que ya estamos viviendo en el mundo, en nuestra América Latina, no es fácil y para seguir construyendo esta Nación bendita necesitamos de todos. Nadie sobra en esta construcción”, aseveró en medio de aplausos, y agregó: “Si alguien o algunos viven tomados por el resentimiento y el odio, corremos el riesgo de estar siendo funcionales a intereses que ciertamente no buscan el Bien Común de la Nación y estaremos arriesgando gravemente el futuro de las siguientes generaciones”.

En este sentido, el arzobispo subrayó: “Estamos agotados de tantos desencuentros y peleas. No se trata de una unidad homogénea o hegemónica, sino de una unidad necesaria para construir el País deseado y salir del laberinto en el que nos encontramos. El Papa Francisco nos invita a pensar en la figura del poliedro para vivir en una unidad que integra armónicamente las diferencias”.

“Necesitamos promover una cultura del encuentro. Necesitamos escucharnos y volver a dialogar todas las veces que sea necesario”, añadió, y consideró: “Mucho nos ayudará alcanzar juntos un Pacto Social, lograr políticas de Estado que perduren más allá de aquellos a los que les toque gobernar por determinado tiempo”.

“Pidamos le juntos a Dios y a María de Luján que en nuestros corazones crezca un sentimiento de unión que nos dé un sentido fuerte y místico de pertenencia a este querido pueblo que hacemos juntos. Que vivamos una “mística del nosotros”, pidió, y completó: “¡Somos el pueblo Argentino! Eso debería ser música para nuestra alma popular”.

“En nuestro pueblo, los pobres en sus diversas realidades y situaciones, son para nosotros los cristianos, personas que nos hablan de Dios, por eso nos oponemos a que sean reducidos a un hecho sociológico o macro-económico. Deseamos que recuperen los derechos y las oportunidades a la que esta llamada toda persona humana”, expresó.

“Estamos llamados a cuidar a los pobres y eso significa también acompañarlos en sus vidas cotidianas, en sus búsquedas y en sus luchas legítimas, como así también escucharlos, reconocerlos y valorarlos”, sostuvo, y también llamó a no caer en la "telaraña de la corrupción".

Y volvió a pedir: “Dios nos da la gracia a todos y especialmente a los gobernantes y dirigentes de unirnos para que en nuestra Nación, los pobres sean los hermanos más cuidados, a los que más queremos acompañar para que consigan su propia tierra, su techo y su trabajo”.

Finalmente, Scheinig terminó con el mensaje que el papa Francisco dio a los jóvenes que se encontraban rezando por él, en la llamada telefónica que les hizo el 19 de marzo del 2013, alrededor de la las 5:30 de la mañana.

El arzobispo puso el énfasis en uno de los párrafos, en el que el pontífice decía: “Les pido un favor: caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño, cuiden la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden a los niños, cuiden a los viejos, que no haya odio, que no haya pelea, dejen de lado la envidia, no le saquen el cuero a nadie, dialoguen entre ustedes, que este deseo de cuidarse vaya creciendo en el corazón y acérquense a Dios”.

Scheinig terminó su homilía, invitando a los presentes a vivar a la Virgen, en el día de la solemnidad de la Inmaculada y cuando la Iglesia comienza el Año Mariano Nacional por los 400 años de la aparición de una imagen de la Virgen en Catamarca.

Antes del saludo final de la misa, hubo una advocación interreligiosa guiada por el presbítero Fernando Giannetti y secundada por Gloria Williams de Padilla, en la que jóvenes de diversos credos leyeron párrafos del Documento sobre la Fraternidad Humana, suscripto por el papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb.

Al finalizar, monseñor Ojea expresó su agradecimiento a Macri y Fernández por participar de la misa, citó al papa Francisco y volvió a pedir por la atención de los más vulnerables. “Que sea de veras este cuidado, esta opción, por los más pobres”, insistió. Luego invitó a los presentes a darse otro saludo de paz para cerrar esta celebración.

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