"Llevo la fuerza de la gente del monte para afrontar la adversidad"

El obispo de Añatuya será trasladado a la diócesis de Río Cuarto, Córdoba por decisión del papa Francisco. En diálogo con EL LIBERAL dijo que acepta la voluntad de Su Santidad y pidió a los santiagueños “que se mantengan fieles a las raíces cristianas”.

 Reconoce que todavía “no cae”. Que está “tratando de bajar” y asumir que ya no será el obispo de la Diócesis de Añatuya, la más pobre del país; a la que llegó a querer con todo su corazón. Monseñor Adolfo Uriona, quien ayer recién comenzó a tomar dimensión de lo que estaba pasando al hacerse público que fue designado por el papa Francisco como nuevo obispo de la Diócesis de Villa de la Concepción del Río Cuarto, Córdoba, le aseguró a EL LIBERAL que la noticia lo “desconcertó un poco”, porque no lo esperaba. 

“Cuando la semana pasada me llamó el señor Nuncio pensé que era por otro tema, y fue para decirme que el Papa me pedía que fuera el obispo de Río IV. Me desconcertó un poco. No lo esperaba”, confesó el prelado, aunque dejó en claro: “Yo pertenezco a la congregación de Don Orione; que tenemos una especial fidelidad al Papa, y la obediencia y lo que el Papa nos pida estamos disponibles para eso”. 

“Así es como acepté y ahora estoy tratando de bajar y de ver qué es todo esto. El primer shock está pasando y ahora debo conectarme. Ya la semana que viene tengo un encuentro con el administrador de la Diócesis de Río IV en la Conferencia de Obispos y allí nos encontraremos con quien está ahora a cargo, y seguramente nos pondremos de acuerdo sobre la fecha en que voy a asumir”, comentó. 

Monseñor Uriona había sido elegido obispo de Añatuya el 4 de marzo de 2004 y recibió la ordenación episcopal el 8 de mayo de 2004 en el Pequeño Cottolengo de Claypole por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio. Su lema episcopal es: “El pasó haciendo el bien”. 

Su trabajo 

Si bien realizó un gran trabajo pastoral en la extensa geografía de la Diócesis, aseguró que es mucho más lo que se lleva de este suelo. 

“Traté de poner lo mejor posible al ministerio episcopal en esta zona, dedicándome a todos, religiosas, sacerdotes, laicos, acompañando lo mejor posible al pueblo de Dios en medio de tantas dificultades y de tantos desafíos pastorales. Le puse, creo, lo mejor de mí”, dijo al intentar un primer balance de su gestión.

Pero en el resultado final, aseguró que pesa más lo que se lleva. 

“Me llevo mucho de la hospitalidad de la gente; su cariño, en especial de la gente del interior, del monte; sobre todo su sencillez y su espíritu para llevar adelante la adversidad. Eso es lo que más aprendí de nuestra gente”, dijo. 

En cuanto a lo que le quedó por hacer en la Diócesis de Añatuya, Uriona aseguró que “hay varias cosas que estábamos en proyectos, especialmente con la pastoral juvenil, con lo que tiene que ver con obras promocionales asistenciales, como el trabajo con los niños que sufren abusos, el trabajo de prevención con el tema de drogas, son elementos que quizás teníamos que haber trabajado más y me han quedado en el tintero, pero bueno el que venga seguramente lo continuará, y mejor que yo”. 

Mensaje 

Antes de despedirse, quiso dejar “un mensaje esperanzador” a su gente de la Diócesis en especial, y a todos los fieles santiagueños en general. 

“Vivimos tiempos difíciles en todo sentido, no sólo en la Argentina sino en el mundo entero por varias razones, pero el cristiano tiene un mensaje de esperanza porque sabe, primero, que Jesús venció el mal con su muerte y que la divina providencia es quien gobierna la historia. El mensaje de esperanza a los santiagueños es para que sigan luchando; para que sigan fieles a sus raíces cristianas. Santiago fue evangelizada y tiene fuertísimas raíces cristianas que se manifiestan de una manera particular en la religiosidad popular. Ojalá que eso siga y que no lo pierdan nunca. Y hago mío el mensaje del papa Francisco de ir hacia las periferias, hacia los más necesitados, que vayan, que salgan, que la Iglesia sea un hogar para todos los hombres”, pronunció. 

Monseñor Uriona continuará como administrador diocesano hasta fines de diciembre, recorrerá la diócesis, confirmando y despidiéndose, según él mismo reveló. Una vez que asuma en Río IV, se reunirá el Colegio de Consultores para elegir un nuevo administrador diocesano, si hasta entonces el Papa no designa al nuevo obispo.

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