Uno es judío, el otro musulmán, perdieron a sus hijas y promueven juntos la paz

Uno es judío, el otro musulmán, perdieron a sus hijas y promueven juntos la paz

Primero fue la hija de Rami, de 14 años, que murió en un atentado suicida. Luego la de Bassam, de 10 años, tras ser alcanzada por una bala de goma. Van a colegios de Israel y Palestina a proponer la reconciliación. Estuvieron con el Papa Francisco.

Sergio Rubin

Si las guerras dejan heridas profundas en los pueblos que se enfrentan, más hondas se tornan cuando vuelven una y otra vez con el paso de las décadas como ocurre en Medio Oriente. La tentación de caer en el odio es fuerte. Ni qué decir cuando las víctimas son niños y los padres experimentan el peor de los dolores: la pérdida de un hijo. Fue, precisamente, lo que les sucedió hace unos años a un israelí y un palestino, que sufrieron la muerte de sus hijas, pero decidieron no sucumbir al rencor, ni mucho menos a la venganza, y trabajar juntos por la paz.

Rami Elhanan -de fe judía- perdió a su hija, Smadar, de 14 años, en 1997, por una explosión de una bomba, producto de un atentado suicida, en el centro de Jerusalén, mientras estaba de compras con amigas. Sus padres pasaron horas buscándola hasta que encontraron su cuerpo en la morgue. En 2007, Bassam Aramín -de fe musulmana- perdió a la suya, Abir, de 10, tras ser alcanzada por una bala de goma disparada por un oficial israelí que le impactó en la cabeza cuando regresaba de la escuela, en la zona fronteriza de Cisjordania.

Rami -que fue conscripto israelí- y Bassam -que estuvo en prisión por arrojar una granada a israelíes en su juventud- se conocieron en 2005 en una reunión de Combatientes por la Paz, una organización de ex soldados de ambos lados del conflicto que promueven la paz, y empezaron a cultivar una amistad. Pero fue el fallecimiento de Abir lo que los terminó uniendo. Rami estaba junto a Bassam en el hospital cuando su hija agonizaba, esta vez en representación de El Círculo de Padres, un grupo de padres israelíes y palestinos que perdieron a sus hijos en la guerra y que también trabajan por la reconciliación.

“Para mí fue como volver a perder a mi hija”, recuerda Rami al evocar aquel tan doloroso momento. Dos días después, Basan se sumó a El Círculo de Padres. Actualmente, ambos son sus co-directores y pasan mucho tiempo dando charlas, especialmente en colegios secundarios, tanto israelíes como palestinos, exponiendo la conveniencia de no apostar a la violencia para solucionar el largo conflicto y evitar caer en el odio.

Admiten, sin embargo, que con frecuencia no la tienen fácil ante los alumnos. Menos tras el recrudecimiento del conflicto en los últimos meses. “Es como entrar a un volcán activo porque a veces hay mucha agresividad, afloran acusaciones”, cuenta Rami. “Pero al final, si sólo un niño acepta nuestro mensaje, es algo así como un milagro porque hemos salvado una gota de sangre. Y para el judaísmo una gota de sangre es el mundo entero”. señala Bassam.

Con todo, ambos dicen que el dolor por las pérdidas no se va. “Ver el cuerpo de mi hija es algo que no podré olvidar por el resto de mi vida; la rabia es insoportable y la enorme pena no se va”, afirma Rami. “Me siento enojado hasta el día de hoy porque somos seres humanos y es natural sentir rabia”, dice Bassam, quien llegó a toparse en el tribunal con el que disparó contra su hija y le reprochó su actitud.

Sin embargo, consideran que un dolor  es “energía” que puede utilizarse “para traer oscuridad, destrucción, más dolor y muerte” como para “traer luz, calor y esperanza”. Son las chicas -afirman- las que están detrás de nosotros, las que nos empujan y nos dan una razón para levantarnos por la mañana, para hacer algo por la paz y no matar a personas que deben ser consideradas enemigas”.

Tras señalar Bassam que “el verdadero enemigo es el odio”, Rami asevera que el odio debe reconvertirse en un mensaje de paz y no de venganza porque “cuando uno quiere vengarse hay que cavar dos tumbas, una para el enemigo y otra para uno mismo. Si matamos a todos los árabes del mundo o a todos los judíos del mundo nuestras chicas no volverán y el dolor no desaparecerá”, advierte.

Consideran que para evitar que siga habiendo tanto sufrimiento la única manera “es mostrar esperanza, mirar hacia adelante y comprender que los palestinos no irán a ninguna parte y los israelíes, tampoco. Estamos destinados a vivir en esta bendita Tierra Santa nuestra y a compartirla en un Estado, en dos Estados, en 10 mil Estados; de lo contrario, seguiremos enterrando a nuestros hijos”.

Reconocen que para muchos israelíes y palestinos ellos dicen cosas impopulares, que van contra la corriente. Que en estos años perdieron amigos, aunque también se hicieron de nuevos. Pero no están dispuestos a abandonar sus esfuerzos, mucho menos después de la última escalada. “Hemos decidimos de qué lado de la historia estar y utilizar el dolor de manera positiva a pesar de las consecuencias”, dice Rami.

Hace un par de  semanas, ambos se encontraron con el Papa Francisco en el Vaticano. “Esperábamos darle la mano durante la audiencia general (de los Miércoles), pero

nos invitó a un encuentro posterior”, contó Rami. Y detalló: “Hablamos de que yo soy judío, que Bassam es musulmán y que él es cristiano y que todos somos seres humanos que podemos ser hermanos. Y nos pidió que oráramos por él. Fue increíble”.

A su vez, Bassam dijo que el encuentro “fue muy inspirador y conmovedor. Citando a Jesús que dice que hay que amar al enemigo, yo también le manifesté -contó- que Rami y yo deberíamos ser enemigos, pero que no sólo somos amigos, sino que somos hermanos. Nuestra amistad va más allá de cualquier conflicto.. Además, le hemos pedido que rece por la paz entre israelíes y palestinos”.

Durante la audiencia general, ante miles de personas, Francisco había destacado la presencia de ellos. “Hoy aquí hay dos personas, dos padres. Uno israelí y el otro árabe. Ambos han perdido a sus hijas en esta guerra y ambos son amigos; no miran la enemistad de la guerra, sino que miran la amistad de dos hombres que pasaron por la misma crucifixión. Pensemos en este testimonio tan hermoso”.

Para Rami y Bassam, “Francisco es la principal voz de paz en el mundo”. Mientras que ellos elevan la propia, inspirados en sus hijas y en la afirmación de Martin Luther King en cuanto a que al final “no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”. 

Por eso, el constante llamado a la paz que hacen siguiendo su consigna : “Levanten la voz y nunca callen”.

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