El Jubileo de la Misericordia no se concentrará en Roma

El Jubileo de la Misericordia no se concentrará en Roma

El sábado se entrega la Bula del Año Santo Extraordinario con el estilo de Papa Francisco: estará más difundido que los anteriores en cada Iglesia del mundo

Mientras se hacen estimaciones sobre la presencia de peregrinos que llegarán a Roma para el Jubileo extraordinario de la Misericordia anunciado por Papa Francisco (se habla como mínimo de un millón de personas más con respecto al flujo normal de turistas), en el Vaticano todo está listo para la entrega de la Bula del Año Santo, que se llevará a cabo en la Basílica de San Pedro el próximo sábado por la tarde, en las primeras Vísperas del Domingo de la Misericordia. Papa Bergoglio involucró en la preparación del Jubileo al Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

«Queridos hermanos y hermanas -afirmó Papa Francisco cuando hizo el anuncio-, he pensado a menudo cómo podría la Iglesia hacer más evidente su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que comienza con una conversión espiritual. Por esto decidí promulgar un Jubileo extraordinario que tenga en su centro la misericordia de Dios». Al encomendar la organización al dicasterio guiado por el arzobispo Rino Fisichella, Francisco precisó que esto significaba hacerlo «una nueva etapa del camino de la Iglesia en su misión de llevar a cada persona el Evangelio de la misericordia».

«Estoy convencido -añadió- de que toda la Iglesia, que necesita mucho recibir misericorsia, podrá encontrar en este Jubileo la alegría para volver a descubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la que todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y a cada mujer de nuestro tiempo. No olvidemos que Dios perdona todo, y perdona siempre. No nos cansemos de pedir perdón».

En el estilo de Francisco, el Jubileo no se concentrará en Roma, sino que estará descentrado en cada diócesis. Esta no es una novedad: los Años Santos anteriores se podían celebrar en las Iglesias locales. Es probable que este aspecto sea más acentuado ahora. Los gestos del Papa, los eventos en el calendario de la Iglesia de Roma (todavía por definir) serán repetidos en todas las Iglesias del mundo. Habrá quienes querrán visitar Roma para pasar a través de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, pero no será necesario hacerlo para vivir el Jubileo concentrado en la Misericordia de Dios Padre, que no se cansa nunca de perdonar ni de acoger con los brazos abiertos a sus hijos. Un mensaje que representa el corazón y el fulcro del Pontificado de Francisco.

El pasado 26 de marzo, hablando con los sacerdotes, religiosos y religiosas de Nápoles, Papa Bergoglio había dicho: «Hemos olvidado las obras de misericordia. Yo quisiera (no lo haré, pero tendría ganas de hacerlo) pedirles que dijeran las obras de misericordia corporales y espirituales. ¡Cuántos de nosotros las hemos olvidado! Cuando regresen a casa, tomen el catecismo y recuerden estas obras de misericordia, que son las obras que practican las viejitas y la gente simple en los barrios, en las parroquias, porque seguir a Jesús, ir detrás de Jesús es simple».

En el libriro «Custodia el corazón», distribuido entre los fieles en la Plaza San Pedro el pasado 22 de febrero como ayuda para vivir la Cuaresma, el Papa quiso recordar las obras de misericordia corporal (dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, alojar a los peregrinos, visitar a los enfermos y a los encarcelados, sepultar a los muertos) y de misericordia espiritual (aconsejar a los dudosos, enseñar a los ignorantes, amonestar a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a las personas molestas, pedir a Dios por los vivos y por los muertos).

En el camino jubilar que «comienza con una conversión espiritual» y que favorecerá acercarse al sacramento de la reconciliación también se podrá volver a descubrir cuáles son y el sentido de las obras de misericordia.

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