Intérpretes en ayunas

Intérpretes en ayunas

En Estados Unidos el Papa Francisco se relata, llama a las cosas por su nombre, se hace escuchar y entender, sin la mediación de reconocidos opinion-maker

por Luis Badilla

Poco después de llegar a Washington, el Papa Francisco, con dos importantes y sólidas alocuciones, en la Casa Blanca y ante más de 300 obispos, se dirigió a todo el pueblo de los Estados Unidos de América y al mismo tiempo a la Iglesia católica que peregrina en esta nación. Los dos discursos se encuentran ahora bajo la lupa de buena parte de la prensa, sobre todo estadounidense. Los primeros análisis y los primeros comentarios son muy positivos, y según lo que hemos podido leer hasta el momento despertaron curiosidad dos cuestiones: el tono con el cual el Papa se dirigió al País y a la jerarquía católica: “sencillo, lineal, claro, sin hablar nunca desde arriba, sin condenas ni sentencias…”. Y en segundo lugar la prensa destaca la “transparencia” de los discursos, porque “en los dos casos incluyen todas las problemáticas actuales y urgentes”. “El Papa de Roma no recurrió en ningún momento al lenguaje diplomático o eclesiástico y cada cosa, cada problema, cada desafío y urgencia, fue llamado por su nombre”.

Los relatos periodísticos de las últimas horas, en particular las crónicas, insisten por lo general en el hecho de que el Papa Francisco “sabe hacerse escuchar, primero porque habla claro –sin códigos ni eufemismos- y después porque no tienen tabúes y afronta incluso las cuestiones más incómodas de la vida de la Iglesia de Roma”.

Es cierto, como ya hemos dicho, que Estados Unidos esperaba “dos Papas”y por eso en este momento se pueden leer sobre Francisco otras cosas, como por ejemplo: “Vino a inaugurar la convención de los Demócratas” (sic), o “vino a hacer propaganda de la hostilidad jesuita contra el capitalismo” (sic). Si estos artículos se leen varias veces, tratando de ir más allá de las palabras, no es difícil descubrir la causa del hastío de algunos opinion-maker, y no solo estadounidenses: a ellos, en el fondo, les da fastidio que el Papa Francisco sea capaz de hacerse escuchar y sobre todo que sea capaz de hacerse entender por todos y no solo por los católicos o cristianos, y sin intermediarios, sin gurúes de la hermenéutica, sin oráculos mediáticos.

Su voz, su mensaje, traspasa todas las fronteras y como la estructura narrativa es clara y sencilla, todos lo entienden. No hay que decodificar lo que está diciendo, y el que cree ser un experto en la materia se siente despojada de su pequeño poder. Por eso, después de haber desgranado los habituales “el Papa dijo, observó, destacó, agregó, aclaró, concluyó”…, se dedican a todo tipo de críticas inconsistentes (ninguna doctrinaria): “es un Pontífice politizado”, “no valora las virtudes del capitalismo”, “habla de temas técnico-científicos que no son de su competencia” y cosas por el estilo. Llegados a este punto, hay que decir que Francisco también está cambiando el modo de “relatar el papado” y que su estilo y manera de actuar quitan de en medio a los “intérpretes autorizados”, especialmente aquellos que desde hace mucho tiempo pretenden ser los únicos capaces de explicarle al pueblo lo que dicen los Papas.

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