La Iglesia Latinoamericana en estado de asamblea

El Papa convoca a una Asamblea Eclesial. Una buena noticia para América Latina.

Por: Carlos Ferré (*)

El Papa Francisco no deja de sorprendernos.

A pesar de que su pontificado atraviesa por momentos difíciles por la acción de los que se oponen a que lleve adelante sus reformas de la Iglesia y la agresión abierta que sufre de parte de poderosos intereses globales que se oponen a sus propuestas de un cambio civilizatorio que necesita la humanidad, él sigue imperturbable adelante, proponiendo y promoviendo acciones encaminadas a generar procesos de cambio que –sin duda- lo han de trascender.

Hace pocos días, con un breve video mensaje de menos de tres minutos de duración, dirigido al Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), colocó a la Iglesia de América Latina y el Caribe, en estado de asamblea.

Efectivamente, le indica al máximo organismo de la Iglesia del continente que en lugar de realizar la conferencia de Obispos que reúne habitualmente cada diez años, invité al Pueblo de Dios a reunirse en asamblea a hablar, pensar, discutir, rezar y buscar entre toda la voluntad de Dios.

Para que no queden dudas del significado de quienes deben participar de esta asamblea manifiesta que deben ser parte de la misma los laicos y laicas, consagrados y consagradas, sacerdotes y obviamente los obispos. En una palabra, todos los bautizados, tomando el concepto de Pueblo de Dios en el exacto sentido que le dio el Concilio Vaticano II.

En el mensaje se preocupa de aclarar que la Asamblea no sea de una elite, sino que debe ser con todos y sin exclusiones, ya que fuera del Pueblo de Dios surgen las élites ilustradas de una ideología u otra y eso, dice Francisco, no es la Iglesia.

Esta Asamblea que se ha de desarrollar en todo el continente tendrá como objetivo contemplar la realidad de nuestros pueblos, reavivar el compromiso pastoral y buscar nuevos caminos en clave sinodal. Es decir que anima a todos los bautizados juntarse para discutir los problemas por los que atraviesan nuestros pueblos, reavivar el compromiso de los católicos con todos los hombres y con la comunidad eclesial asumiendo la corresponsabilidad que han recibido por el bautismo y desarrollar la actividad que sea necesaria para responder a tales desafíos.

Y todo esto hecho en “clave sinodal” es decir profundamente participativa tanto en la reflexión como en la decisión.

La conclusión de esta Asamblea que se desarrollará a lo largo de este año será en una reunión a realizarse en México, en la Basílica de Guadalupe del 21 al 28 de noviembre de 2021.

Esta reunión que, por su tipo, es la primera vez que se realiza en la Iglesia universal, tiene su antecedente inmediato en lo que significó el Sínodo de la Amazonía que de alguna manera fue el ensayo general previo a esta convocatoria. Allí también el proceso de preparación fue totalmente inclusivo, así como su reunión final donde las distintas vocaciones del Pueblo de Dios se expresaron y decidieron en un plano de igualdad y produjo una nueva institución de la iglesia latinoamericana que incluye a miembros de todos los países de la cuenca.

Como todo hecho eclesial profundamente evangélico los efectos del proceso que abre esta Asamblea van mucho más allá de los marcos de la institución eclesial.

El mundo de hoy no se caracteriza justamente por propuestas participativas verdaderas y la tendencia es hacia una mayor concentración del poder donde cada vez deciden menos personas tanto a nivel mundial como a nivel nacional.

Promover asambleas verdaderamente populares colabora a generar una contracorriente cultural que demuestre que es posible que los pueblos vuelvan a detentar una verdadera soberanía, vuelvan a ser artífices de su propio destino. A tener la certeza de que no hay élites ideológicas, tecnocráticas, políticas o religiosas que le han de resolver sus problemas.

Por eso, la convocatoria a esta Asamblea, es una muy buena noticia para todo el pueblo latinoamericano y caribeño.

* Integrante deGeneración Francisco

Comentá la nota