El papa en Santa Marta: las parroquias, las comunidades, los consagrados, los obispos, los sacerdotes, todos están llamados a incluir a los marginados
Por DOMENICO AGASSO JR
Los cristianos están llamados a tender la mano a las personas que la sociedad excluye. Deben comportarse como Jesús con los marginados. Lo afirmó Papa Francisco durante la homilía de la Misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.
El Pontífice basó su reflexión de hoy en la figura protagónica del Evangelio del día, que narra la historia de un enfermo de lepra que se postra frente al Hijo de Dios y le dice: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Cristo lo toca y lo sana. Este es el ejemplo que hay que seguir, el de Jesús que se acerca a los excluidos: en esta ocasión se «ensucia las manos» tocando al leproso, curándolo. Y enseña de esta manera a la Iglesia «que no se puede hacer comunidad sin cercanía».
No se puede hacer el bien sin acercarse a los últimos
Jesús lleva a cabo el milagro ante la mirada de los doctores de la ley, para quienes el leproso era solo un «impuro»: «La lepra –recordó Francisco– era una condena de por vida», y «curar a un leproso era tan difícil como resucitar a un muerto». Es por ello que los leprosos sufrían la marginación. Cristo, por el contrario, demuestra el valor imprescindible de una palabra: «cercanía». «No se puede hacer comunidad –explicó Bergoglio– sin cercanía. No se puede hacer la paz sin cercanía. No se puede hacer el bien sin acercarse. Jesús podía decirles solamente: “¡Sé limpio!”. No, se acercó y lo tocó. ¡Y más! En el momento en el que Jesús lo tocó, el impuro se convierte en puro. Y este es el misterio de Jesús: toma sobre sí nuestras porquerías, nuestras cosas impuras. Pablo lo dice bien: “Siendo igual a Dios, no estimó un bien irrenunciable esta divinidad, se aniquiló a sí mismo”. Y luego, Pablo va más allá: “Se hizo pecado”. Jesús se hizo pecado. Jesús se excluyó, tomó sobre sí la impureza para acercarse a nosotros».
Inclusión
Después, el Hijo del Señor exhorta al leproso recién curado: «“Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos”». Papa Francisco explicó estas palabras de esta manera: para Jesús, además de la proximidad, es imprescinfible también la inclusión. «Muchas veces –dijo– creo que es, no digo imposible, pero sí muy difícil hacer el bien sin ensuciarse las manos. Y Jesús se ensució. Cercanía. Y después va más allá: le dice: “Ve con los sacerdotes y has lo que se debe hacer cuando un leproso es curado”. Eso que estaba excluido de la vida social, Jesús lo incluye: incluye en la Iglesia, incluye en la sociedad... “Ve, para que todas las cosas sean como deben ser”. Jesús no margina a nadie, nunca. Se margina a sí mismo, para incluir a los marginados, para incluirnos a nosotros, pecadores, marginados, con su vida».
Cercanía cristiana
El Papa subrayó la sorpresa que Cristo provoca con sus afirmaciones y con sus gestos: «¡Cuánta gente siguió a Jesús en ese momento!», y «sigue a Jesús en la historia porque se sorprende de sus palabras».
Y después añadió: «¡Cuánta gente ve desde lejos y no comprende, no le interesa! Cuánta gente ve desde lejos con un corazón malo, para poner a prueba a Jesús, para criticarlo, para condenarlo... Y ¡cuánta gente ve desde lejos porque no tiene la valentía que Él tuvo, pero tantas ganas de acercarse! Y en ese caso, Jesús tendió la mano primero. No como en este caso, sino que en su ser tendió la mano a todos, haciéndose uno de nosotros, como nosotros: pecador como nosotros, sin pecado pero sucio de nuestros pecados. Esta es la cercanía cristiana».
Papa Francisco concluyó subrayando que es «una bella palabra la de la cercanía», e, invitando a un examen de consciencia, dijo: «¿Yo sé acercarme? ¿Tengo ánimo, tengo fuerza, tengo la valentía para tocar a los marginados?». Son preguntas que tienen que plantearse «La Iglesia, las parroquias, las comunidades, los consagrados, los obispos, los sacerdotes, todos»
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