Francisco: la trata es un crimen contra la humanidad

Francisco: la trata es un crimen contra la humanidad

El Pontífice anima el trabajo de la red de religiosas comprometidas en contra de esta «moderna forma de esclavitud», en particular la prostitución, y pide combatir «una cierta indiferencia e incluso complicidad»

IACOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

La trata de seres humanos, «moderna forma de esclavitud», es «un crimen contra la humanidad». Lo dijo Papa Francisco durante la audiencia a las personas que participaron en la asamblea de RENATE (Religious in Europe Networking Against Trafficking and Exploitation), asociación de religiosas comprometidas particularmente en la lucha contra la prostitución. El Pontífice subrayó la necesidad de sensibilizar cada vez más a la sociedad sobre este problema, sobre todo debido a una «cierta indiferencia e incluso complicidad, una tendencia de parte de muchos a voltearse a otra parte mientras potentes intereses económicos y redes van adelante con sus actividades».

La II Asamblea de RENATA se está llevando a cabo en Roma desde ayer y concluirá el próximo sábado 12 de noviembre; su tema es «Acabar con el tráfico comienza con nosotros»: «El tráfico de seres humanos —dice una nota del sitio europeo de la iniciativa— existe en toda Europa. Se da mediante diferentes formas, incluido el trabajo forzado, los matrimonios forzados, la mendicidad forzada y la explotación para actividades criminales. La más conocida forma de tráfico tiene como fin la explotación sexual».

«Una de las más dolorosas de estas heridas abiertas —denunció el Papa— es la trata de seres humanos, una moderna forma de esclavitud, que viola la dignidad, don de Dios, en tantos hermanos y hermanas nuestros y que constituye un verdadero crimen contra la humanidad. Mientras mucho se ha hecho para conocer la gravedad y la extensión del fenómeno, mucho más queda por hacer para que se eleve el nivel de conciencia en la opinión pública y para establecer una mejor coordinación de esfuerzos por parte de los gobiernos, de las autoridades judiciales, legislativas y de los agentes sociales. Como bien saben ustedes —subrayó Francisco—, uno de los desafíos a este trabajo de sensibilización, de educación y de coordinación es una cierta indiferencia e incluso complicidad, una tendencia por parte de muchos de voltearse hacia otra parte; mientras poderosos intereses económicos y redes criminales van adelante con sus actividades. Por esta razón expreso mi aprecio por su compromiso en la recuperación y en la rehabilitación de las víctimas. Su actividad en este ámbito nos recuerda los enormes y, con frecuencia, silenciosos esfuerzos que han hecho durante muchos años las congregaciones religiosas, especialmente femeninas, atendiendo a quienes han sido heridos en su dignidad y marcados por sus experiencias. De modo especial pienso en la contribución específica ofrecida por las mujeres para acompañar a otras mujeres y niños en un itinerario profundo y personal de curación y de reintegración».

«Queridas amigas y amigos, confío en que al compartir sus experiencias, conocimientos y competencias, contribuirán en estos días a un más eficaz testimonio del Evangelio en una de las grandes “periferias” de nuestra sociedad contemporánea», dijo el Papa recordando la oportunidad de este encuentro durante el Jubileo de la Misericordia, que concluye la próxima semana.

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