Carmelo Barbagallo tiene una extensa trayectoria internacional en órganos de control
Tal como había adelantado en la conferencia de prensa en el vuelo que lo trajo de regreso de Japón, el Papa nombró ayer al nuevo presidente de la Autoridad de Información Financiera (AIF) del Vaticano, órgano de control de las finanzas de la Santa Sede que había quedado acéfalo tras verse involucrado en un escándalo aún bajo investigación.
Francisco designó a Carmelo Barbagallo, hasta ahora alto asesor del directorio de la Banca d'Italia (como aquí se llama el Banco Central) en materia de supervisión bancaria y financiera y en las relaciones con el Single Supervisory Mechanism (MSE, el mecanismo de vigilancia único, es decir, el marco legislativo e institucional que le da al Banco Central Europeo la autoridad de otorgar licencias a bancos).
Con una larga trayectoria en importantes puestos de control y vigilancia de alto nivel, nacional e internacional, según el currículum que difundió el Vaticano, Barbagallo sucederá al suizo René Bruelhart, que dejó su puesto la semana pasada en medio de grandes interrogantes.
Si bien la Santa Sede informó que la salida de Bruelhart se debía al fin de su mandato de cinco años, trascendió que en verdad renunció después de verse involucrado en el último escándalo financiero que estalló en el corazón de la administración central de la Iglesia Católica, a principios de octubre. Entonces la gendarmería del Vaticano realizó allanamientos sin precedente en oficinas de la Secretaría de Estado y de la AIF, encabezados por el promotor de justicia y ordenados por el Papa -tal como reveló él mismo al regresar de Japón-, al salir a la luz "cosas que no parecen limpias".
Las irregularidades tienen que ver con una turbia inversión de 200 millones de euros en un inmueble de Londres realizada con dinero del Óbolo de San Pedro, es decir, con las donaciones que recibe el Pontífice para destinar a los pobres.
Al margen de los allanamientos, por estas operaciones "non sanctas" fueron suspendidos cinco funcionarios, entre ellos un "pez gordo", Tommaso Di Ruzza, segundo de Bruelhart y director de la AIF. Esto significó un duro golpe para la AIF; tanto es así que, para defender a Di Ruzza, Bruelhart realizó otra investigación interna que concluyó que nadie había cometido ningún ilícito, según consignó un extraño comunicado del Vaticano hace unas semanas.
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¿Cómo podría realizar una investigación paralela mientras la Justicia del Vaticano aún se encuentra indagando el mismo tema y ni siquiera interrogó a los funcionarios suspendidos?
Por todo esto, la renuncia de Bruelhart, la semana pasada, volvió a provocar mucho ruido y generó, a su vez, la salida de gran parte del directorio de la AIF.
La designación de Barbagallo -siciliano, de 63 años, casado y con dos hijos y conocido por su lucha contra el reciclaje y la criminalidad de guantes blancos- fue muy bien recibida. Y fue relacionada con otra designación muy aplaudida que hizo el Papa hace unas semanas: la de otro italiano, Giuseppe Pignatone, exfiscal general de Roma y destacado exprocurador antimafia, como nuevo presidente del tribunal criminal de la Santa Sede. Ambos nombramientos, según expertos, volvieron a dejar en claro su determinación de seguir haciendo limpieza en las finanzas vaticanas.
"En el servicio del encargo recibido como guía de la AIF, trataré de aportar toda la experiencia acumulada en cuarenta años de trabajo en la Banca d'Italia, como inspector, como jefe de la vigilancia sobre el sistema bancario y financiero italiano y en el ámbito del sistema de supervisión bancaria europea", dijo Barbagallo, en declaraciones a Vatican News, el portal del Vaticano.
"Estoy seguro -agregó- de que la AIF sabrá dar la propia contribución, en su calidad de autoridad de control, para que los valores fundamentales de la rectitud y de la transparencia de todos los movimientos financieros en los que la Santa Sede está comprometida, continúen afirmándose y sean reconocidos".
Por: Elisabetta Piqué
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