Francisco nombra a 17 cardenales y “redibuja” el papel de la Iglesia

Francisco nombra a 17 cardenales y “redibuja” el papel de la Iglesia

Trece son posibles electores en un Conclave: «El 20 de noviembre celebraré misa con ellos»

ANDREA TORNIELLI - GIACOMO GALEAZZI - CIUDAD DEL VATICANO

Diecisiete nuevos cardenales; trece con menos de ochenta años, por lo que podrían ser electores en un eventual Conclave, más cuatro con más de ochenta años. Durante el Ángelus de ayer, el Papa anunció esta nueva «horneada» de birretes cardenalicios, para el próximo 19 de noviembre.

Recibe la púrpura, con una elección inédita, el nuncio apostólico Mario Zenari,que vive en Damasco y no quiso abandonar a la población bajo las bombas. Con él está el «león de Bangui», el valiente arzobispo de la capital de República Centroafricana, que desafió a la guerrilla guiando una procesión más allá del «check point» del barrio Km5, bajo el control de las milicias islamistas.

Recibe también la púrpura don Ernest Simoni, un sacerdote albanés de casi 90 años, que permaneció 27 encerrado en los campos de trabajos forzados del régimen comunista. Entre las sorpresas, la ausencia de obispos residenciales italianos en funciones: Francisco incluyó solo al obispo emérito de Novara, Renato Corti, que tiene más de ochenta años.

Cinco de los nuevos cardenales son europeos, cuatro de América del Norte (uno de Estados Unidos y otro de México), dos de Sudamérica, tres de África, dos de Asia y uno de Oceanía. Se confirma una vez más la atención de Francisco por las periferias. había 7 naciones que nunca habían tenido un cardenal: 4 de estas tendrán ahora cardenales electores (República Centroafricana, Bangladesh, Mauricio y Papúa Nueva Guinea), y 3 un cardenal no elector (Malasia, Leshoto y Albania).

Con la elección sin precedentes en las últimas décadas de crear cardenal a un nuncio apostólico y dejarlo en su sede, Francisco pretende premiar a Mario Zenari por no haber querido abandonar a la población siria y por haber logrado dialogar tanto con Assad como con sus opositores. Sorprende la ausencia de purpurados residentes italianos: no obtendrán el birrete rojo los titulares de diócesis que antes se consideraban cardenalicias, como Turín, Venecia, Boloña o Palermo. Pero tampoco otras diócesis, como sucedió en 2014 con el nombramiento del arzobispo Gualterio Bassetti (de Perugia) y en 2015 con el arzobispo Edoardo Menichelli (de Ancona). El Papa considera que, a pesar de su importante historia, Italia ha tenido hasta ahora demasiados cardenales.

Otro dato significativo son los tres nuevos cardenales estadounidenses, después de que tras dos consistorios los Estados Unidos no hubieran visto a sus representantes. El birrete para Farrell, Prefecto del nuevo dicasterio curial, era previsible, debido a su puesto en la Curia. Farrell, moderado, cuando era arzobispo de Dallas, usó palabras muy fuertes contra el candidato republicano Donald Trump en una entrevista con «La Stampa»: «Es un ultraje cuando dice que todos los mexicanos son violadores y traficantes de droga». Además de él han obtenido el birrete Blaise Cupich y Joseph William Tobin. En el primer caso, se trata del obispo de una de las diócesis más importantes de los Estados Unidos: Chicago. Un prelado que está en absoluta sintonía con el Pontífice y que nunca había entrado a la rosa de los candidatos para la gran metrópolis del Midwest, a donde lo envió Bergoglio hace dos años. En el segundo caso, la púrpura sabe casi a rehabilitación. Tobin fue alejado de Roma y enviado a Indianápolis después de haber sido durante dos años Secretario de la Congregación para los Religiosos. Era considerado demasiado «suave» con las monjas progresistas estadounidenses.

Es evidente, pues, la voluntad del Papa de promover a obispos capaces de diálogo, que no corresponden con el perfil de los «cultural warriors», capaces de comprometerse no solo en las batallas públicas «pro-life» o en contra de los matrimonios del mismo sexo, sino también de alzar la voz frente a los problemas de la justicia social y de la inmigración. En septiembre de 2015, durante su viaje a los Estados Unidos, Francisco dijo a los obispos que no usaran un «lenguaje belicoso» y que no se limitaran a «consignas»; por el contrario, los invitaba a «conquistar espacio en el corazón de los hombres», sin convertir la cruz en «estandarte de luchas mundanas». 

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