Antes de la audiencia general, el Papa se detuvo a saludar a un grupo de fieles chinos. Después de la catequesis sobre la familia, el llamado a la paz en el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial
«¿Ustedes, maridos, entienden esto? Amar a la propia esposa como Cristo ama a la Iglesia… esto no son bromas, ¿eh?, ¡es en serio!». Papa Francisco se dirigió de esta manera a los fieles que estaban presentes en la Plaza San Pedro durante la audiencia general de esta mañana, y afirmó que los hombres y las mujeres que, «valientes», se casan «son un recurso esencial para la Iglesia y ¡también para todo el mundo!».
Durante la acostumbrada vuelta entre los fieles en Plaza San Pedro, para saludarlos antes de la catequesis, el Papa se detuvo a saludar a un grupo de jóvenes chinos de la diócesis de Wenzhou que asistieron a la audiencia. Cuando vio al pequeño grupo, que ondeaba banderas de la República Popular China, Jorge Mario Bergoglio hizo detener el jeep blanco para bajarse a estrechar las manos de los chicos entusiastas.
«En nuestro camino de catequesis sobre la familia, hoy tocamos directamente la belleza del matrimonio cristiano», dijo el Papa prosiguiendo con el ciclo de reflexiones en vista del próximo Sínodo de octubre. «No es simplemente una ceremonia que se hace en la Iglesia, con flores, el vestido, fotos…», prosiguió. «El matrimonio cristiano –subrayó– es un sacramento que se da en la Iglesia, y que también hace a la Iglesia, dando inicio a una nueva comunidad familiar».
«Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre cónyuges es la imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. ¡Una dignidad impensable! ¡Pero en realidad está inscrita en el plan creador de Dios, y, con la gracia de Cristo, incontables parejas cristianas, incluso con sus límites, sus pecados, la han realizado!», explicó el Pontífice argentino. «San Pablo, al hablar de la nueva vida en Cristo, dice que los cristianos, todos, son llamados a amarse como Cristo los ha amado, es decir “sometidos los unos a los otros”, que significa al servicio los unos de los otros. Y aquí introduce la analogía entre la pareja marido-mujer y Cristo-Iglesia». El esposo, dice Pablo, «debe amar a la esposa como al proprio cuerpo»; amarla como Cristo «ha amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella. Ustedes, maridos, ¿entoenden esto? Amar a la propia esposa como Cristo ama a la Iglesia… estas no son bromas, ¿eh? ¡Es en serio! El efecto de este radicalismo de la dedicación exigida al hombre, por el amor y la dignidad de la mujer, siguiendo el ejemplo de Cristo –prosiguió– debe hacer sido enorme, en la misma comunidad cristiana. Esta semilla de la novedad evangélica, que restablece la original reciprocidad de la dedicación y del respeto maduró lentamente en la historia y al final prevaleció».
«La Iglesia –explicó el Papa– está plenamente involucrada en la historia de cada matrimonio cristiano: se edifica en sus logros y sufre en sus fracasos. Pero debemos interrogarnos seriamente: ¿aceptamos hasta el fondo, nosotros mismos, como creyentes y como pastores, este vínculo indisoluble de la historia de Cristo y de la Iglesia con la historia del matrimonio y de la familia humana? ¿Estamos dispuestos a asumir seriamente esta responsabilidad?». La decisión de «casarse en el Señor» es una «decisión que contiene también una dimensión misionera, que significa tener en el corazón la disponibilidad de hacerse, mediante la bendición de Dios y la gracia del Señor, para todos. De hecho, los esposos cristianos participan, en cuanto esposos, en la misión de la Iglesia. Por ello –explicó el Papa–, cuando saludo a los recién casados, les digo: “He aquí los valientes. Hay que ser valiente para amarse como Cristo ama a la Iglesia”. La celebración del sacramento no puede olvidar esta corresponsabilidad de la vida familiar en relación con la gran misión de amor de la Iglesia. Y así, la vida de la Iglesia se enriquece cada vez con la belleza de esta alianza esponsal, y se empobrece cada vez que es desfigurada. ¡La Iglesia, para ofrecer a todos los dones de la fe, del amor y de la esperanza, necesita la valiente fidelidad de los esposos a la gracia de su sacramento! El pueblo de Dios necesita de su cotidiano camino en la fe, en el amor y en la esperanza, con todas las alegrías y fatigas que este camino implica en un matrimonio y en una familia». Cristo «no cesa de cuidar a la Iglesia: la ama siempre, la custodia siempre, como a sí mismo. Cristo no deja de quitar del rostro humano las manchas y las arrugas de cualquier tipo. Es conmovedor cuán hermosa es esta irradiación de la fuerza y de la ternura de Dios que se transmite de pareja en pareja, de familia en familia. Tiene razón San Pablo: ¡este es verdaderamente un misterio grande!Hombres y mujeres, suficientemente valientes para llevar este tesoro en los “vasos de barro” de nuestra humanidad. Estos hombres y mujeres, que son así valientes son un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo. ¡Dios los bendiga mil veces por esto!».
Al final de la audiencia, el Papa pronunció un llamado para recordar que «en los próximos días se conmemora en algunas capitales el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa: en tal ocasión encomiendo al Señor, por intercesión de María, Reina de paz, la esperanza de que la sociedad humana aprenda de los errores del pasado y que, frente a los conflictos actuales que están lacerando algunas regiones del mundo, todos los responsables civiles se comprometan en la búsqueda del bien común y en la promoción de la cultura de la paz».
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