Francisco lo hizo: por primera vez hay un matrimonio de santos

Francisco lo hizo: por primera vez hay un matrimonio de santos

Durante una misa de canonización, aprovechó para enviarles un mensaje a los participantes del sínodo de la familia

Por Elisabetta Piqué

ROMA.- Al proclamar ayer a cuatro nuevos santos -entre ellos, por primera vez, un matrimonio, los padres de Santa Teresa del Niño Jesús-, el Papa volvió a enviar mensajes claros a los 270 obispos que por tercera y última semana se reúnen en el Vaticano para debatir sobre la familia de hoy.

"Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad", dijo en la homilía que pronunció ante más de 65.000 fieles en la Plaza San Pedro.

Francisco habló así en una misa solemne en la que por primera vez proclamó santos a un matrimonio, Luis Martin y María Azelia Guerín, los padres de Santa Teresa de Lisieux (1873-1897). En la misma ceremonia, marcada por la presencia de cardenales, obispos y fieles de todo el mundo, también canonizó al sacerdote italiano Vicente Grossi (1845-1917), fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio, y a la española Madre María de la Purísima (1926-1998), superiora de las Hermanas de la Cruz. Conocida por haber pasado su vida sirviendo en sus casas a enfermos pobres y casi abandonados, se trata de la santa canonizada con mayor rapidez en la historia contemporánea: 18 años, un récord superado sólo por san Juan Pablo II. Las imágenes de los nuevos santos podían verse en tres tapices que colgaban de la fachada de la Basílica de San Pedro.

En su sermón, inspirado por las lecturas bíblicas del día "que llaman a seguir a Jesús a través de la vía de la humildad y de la cruz", el Papa recordó que "frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, para hacerse ver, frente a los que quieren ser reconocidos por sus propios méritos y trabajos, los discípulos están llamados a hacer lo contrario".

Destacó que "en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio". "El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia", dijo, al señalar asimismo que "Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad".

Francisco recordó que "hay una incompatibilidad entre el modo de concebir el poder según los criterios mundanos y el servicio humilde que debería caracterizar a la autoridad según la enseñanza y el ejemplo de Jesús". "Incompatibilidad entre las ambiciones, el carrerismo y el seguimiento de Cristo; incompatibilidad entre los honores, el éxito, la fama, los triunfos terrenos y la lógica de Cristo crucificado", agregó.

Por otro lado, subrayó que "sí hay compatibilidad entre Jesús «acostumbrado a sufrir» y nuestro sufrimiento". "Jesús realiza esencialmente un sacerdocio de misericordia y de compasión. Ha experimentado directamente nuestras dificultades, conoce desde dentro nuestra condición humana; no tener pecado no le impide entender a los pecadores", explicó. "Su gloria no está en la ambición o la sed de dominio, sino en el amor a los hombres, en asumir y compartir su debilidad y ofrecerles la gracia que restaura, en acompañar con ternura infinita, acompañar su atormentado camino", agregó.

La frase fue un mensaje claro a aquellos obispos rigoristas que, en el sínodo en curso, creen que la misericordia se contradice con la doctrina y que, por ejemplo, rechazan cualquier cambio disciplinario pastoral en la cuestión de la readmisión a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar.

Hoy y mañana por la mañana, los 270 padres sinodales de todos los continentes seguirán debatiendo en círculos menores, es decir, en 13 grupos lingüísticos, la tercera parte del Instrumentum Laboris (el documento de trabajo), que es la más conflictiva de todas, ya que allí se habla de la integración de las familias heridas y de los homosexuales.

En su sermón de ayer, como siempre, el Papa destacó: "Todos podemos recibir la caridad que brota del corazón abierto de Jesús (...) llegando a ser «canales» de su amor, de su compasión, especialmente con los que sufren, los que están angustiados, los que han perdido la esperanza o están solos".

Al llamar a los cuatro nuevos santos a ser un ejemplo, recordó que todos sirvieron siempre a los hermanos con humildad y caridad extraordinaria, imitando a Jesús. "San Vicente Grossi fue un párroco celoso, preocupado por las necesidades de su gente, especialmente por la fragilidad de los jóvenes. Santa María de la Purísima, sacando de la fuente de la oración y de la contemplación, vivió personalmente con gran humildad el servicio a los últimos, con una dedicación particular hacia los hijos de los pobres y enfermos", evocó. "Los santos esposos Luis Martin y María Azelia Guerín vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor, y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas Santa Teresa del Niño Jesús", concluyó.

Los nuevos santos

El primer matrimonio

Luis Martin y María Azelia Guerín fueron los padres de Santa Teresita de Lisieux (1873-1897).

Vicente Grossi

Grossi fue un sacerdote italiano, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio (1845-1917).

María de la Purísima

La religiosa española fue superiora de las Hermanas de la Cruz. Dedicó su vida a servir a los pobres (1926-1998).

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