El papa Francisco volvió este domingo a la Capilla Sixtina para celebrar la fiesta del Bautismo del Señor, con la que termina el tiempo litúrgico de la Navidad.

Además, el pontífice bautizó a 16 bebés de familias vinculadas a la Curia Romana y a las instituciones vaticanas; una tradición inaugurada por Juan Pablo II en 1981.

Apenas comenzada la ceremonia el Papa preguntó a los padres y a los padrinos si estaban dispuestos a asumir los compromisos e hizo la señal de la cruz sobre los neófitos tal como marca el ritual y continuó con el resto de los signos propios del sacramento.

A la pila bautismal acudieron los 7 niños y las 9 niñas que recibieron el bautismo por parte del pontífice.

En su homilía, Francisco recordó que “hay un himno litúrgico que dice que el pueblo de Israel iba al Jordán con los pies descalzos y el alma descalza”.

Para el Papa “también hoy los niños vienen a recibir el bautismo con el alma descalza”.

El sacramento, recalcó, supone “recibir la identidad cristiana” y por eso les pidió a los padres y a los padrinos que custodien dicha identidad.

“Es su trabajo para toda la vida, para todos los días: custodiar la identidad cristina, no lo olviden”, expresó dirigiéndose a padres y padrinos.

Francisco insistió en recordar, con tono divertido, que las madres amamanten a los niños con toda la paz dentro del templo o que vigilen para que los niños no tengan demasiado calor.

“Los niños se sienten extraños en un ambiente como este, pero ellos son los protagonistas. Y si gritan, que griten, porque tienen un espíritu de comunidad, digamos un ‘espíritu de banda’, un espíritu de unión, y basta con que uno se ponga en marcha –porque todo el mundo es músico– y enseguida viene la orquesta", graficó.

"Que lloren en silencio, que se sientan libres. Pero no dejen que sientan demasiado calor, y si tienen hambre, no dejen que se queden con hambre”, agregó.