Escuchar la voz del pueblo

Escuchar la voz del pueblo

Hoy el mundo vive una crisis política, la que inclusive no solo lleva al cuestionamiento de todos los partidos, sino del sistema democrático en su conjunto y va acompañado por la aparición de pensamientos extremistas, a los que el papa Francisco llama las ideologías que perdieron el pudor. Esto lo vemos a diario tanto en Europa, como América y en nuestro país.

Por: Lic. Jorge Benedetti (*).

Por otra parte el sistema democrático cada vez es más formal y por detrás de esas formas los grupos concentrados toman decisiones a partir de su poder real que atañen a todos y en general no favorablemente.

Al mismo tiempo, la estructura jerárquica de la Iglesia acostumbrada a siglos de concentración del poder, no ve con simpatía la “colegialidad” que plantea Francisco y mucho menos si esta los excede.

En marzo de este año el papa en comunicación dirigida a la Red  “Generación Francisco”, manifestó críticamente “…tantas veces estamos acostumbrados a tomar decisiones sin consultar al pueblo. Algunas decisiones trascendentes, sea para la vida parroquial, cuando el párroco no consulta al pueblo; sea en la vida provincial, cuando el gobernador no consulta al pueblo; sea en la diócesis, cuando el obispo no consulta al pueblo; sea en la nación, cuando las autoridades no consultan al pueblo, incluso para leyes importantes y discutidas respecto de la moralidad. Y el pueblo es el gran ausente”.

Agregando “Los gobiernos no son soberanos siempre, son delegados del pueblo. La autoridad les viene de Dios a través del pueblo. Los gobiernos, hablando sin ofender, incluso yo como gobernante, somos oficinistas de lo que Dios nos manda a través de lo que nos delega. Cuando falta la consulta al pueblo, falta soberanía.”… “no se olviden: nunca uno se equivoca si consulta al pueblo, en el orden civil siempre y nunca uno se equivoca si consulta al santo pueblo fiel de Dios en la Iglesia. En los términos teológicos lo llaman sinodalidad, tendrá muchos nombres, pero es el santo pueblo fiel de Dios que lleva adelante la fe y la lleva en su dialecto propio.”

La claridad y firmeza de estas afirmaciones hace pensar seriamente en la situación en que vivimos y la relación con estas manifestaciones. Mientras los poderosos de la tierra avanzan en la capacidad de concentrar arbitrariamente las decisiones, manipulando al pueblo o simplemente desconociendo su autoridad, el papa Francisco recordó que la “voz del pueblo es la voz de Dios” y que sin consulta al pueblo no hay soberanía, es decir que las decisiones tomadas de esa manera son ilegítimas.

Una vez más el papa se manifiesta contracorriente y reclama a lo interno de la Iglesia y en el ámbito político de los países y el mundo todo, la jerarquía del pueblo. No hay democracia legítima sin consultar al pueblo, especialmente en las grandes decisiones o sea, no reduce la consulta a una elección cada “x” cantidad de años, sino que siempre que haya algo que tenga importancia se debe consultar al pueblo y esto debería ser una práctica permanente e institucionalizada mediante la organización de la comunidad.

Pero como “el acto es superior a la idea”, decidió avanzar a lo interno de la Iglesia, sometiendo a todas sus autoridades, e incluso a él mismo, a la obligación de escuchar la voz del pueblo.

Son conocidas y de dominio público las presiones e inclusive complots que están en curso, hoy algunos sectores exigen someter todo una tradición no evangélica, aunque esta sea no sólo antigua sino en muchos casos impuesta por pocos y con injerencia de los poderes terrenales, sin considerar las necesidades del pueblo de Dios en aquellos y en estos tiempos. Mientras tanto, otros proponen forzar cambios importantes mediante un simple decreto del Sumo Pontífice.

Francisco les responde a todos con los hechos.  La iglesia debe vivir un tiempo de “sinodalidad” y convoca a todos a un sínodo, pero no solo a la jerarquía eclesiástica, no sólo a los laicos que podríamos denominar “oficiales”, miembros de movimientos o grupos internos de la Iglesia, sino que decide convocar al Pueblo Santo Fiel de Dios. Y ¿Quién es el pueblo fiel?, el mismo Francisco lo manifiesta, son todos los bautizados, todos están llamados a participar con su opinión sobre la Iglesia que necesitamos y como debe “aggiornarse” y actuar en consecuencia frente al mundo en que vivimos, desarrollando un “camino sinodal”, con un profundo diálogo entre el pueblo y sus pastores, recordando que este camino significa el discernimiento y la búsqueda de la voluntad de Dios, no a título personal, sino como comunidad.

Y este hecho que podríamos calificar como “revolucionario”, no es otro que el redescubrimiento de la colegialidad y la sinodalidad de los primeros tiempos y de las primeras comunidades cristianas.

Es decir, hace falta una conversión (o reconversión) pastoral y misionera, desde el corazón del Evangelio como manifiesta en Evangelii Gaudium, para transformarnos en una comunidad evangelizadora que expresa una Iglesia en salida, que busca, consulta y escucha a todo el pueblo fiel, para “caminar y sembrar siempre de nuevo”. (EG) Es decir, caminar con el pueblo, trabajar para el pueblo  y sembrar la Palabra.

Por eso ubica a los pastores hoy adelante señalando el camino, mañana detrás alentando a los rezagados, siempre en el medio para cuidar la esperanza y escuchar la voz de Dios.

Recuerda de esta manera que el pueblo es santo e infalible "in credendo” y que la Providencia ha dotado a todo el pueblo santo fiel de Dios de un “sensus fidei”, es decir de un instinto de la fe iluminado por el Espíritu, que nos ayuda a discernir en comunidad la verdadera voluntad del Padre. O sea la Iglesia debe caminar con la participación de todos los bautizados, ocupen el lugar que ocupen y con el conocimiento teológico o doctrinal que tengan, recordando una vez más que “el camino sinodal comienza escuchando al pueblo” en lo que significa una fuerte apuesta a la acción del Espíritu.

De esta manera la Iglesia sinodal se transforma en una “pirámide invertida” cuya vocación debe ser la de servir al pueblo. El pastor sirve a las ovejas.

Pero lo más importante es que esta sinodalidad no es solo para las cuestiones ad-intra de la Iglesia, sino que forma parte de la relación de la Iglesia con el mundo en un sueño misionero de llegar a todos (EG 31).

De esta manera y con esta actitud también interpela al mundo de la política y de los gobernantes, impulsándolos a que aprendan a escuchar la voz del pueblo como medio de constituir una comunidad local, nacional y mundial, fraterna y al servicio del bien común, la solidaridad  y el cuidado de la casa común.

Esta es la verdadera actitud revolucionaria con que Francisco enfrenta a una globalización asfixiante, proponiendo a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad, un camino para hacer un mundo más justo y solidario.

Es responsabilidad de todos que esto sea posible.

 

* Jorge Benedetti

Dirigente de Generación Francisco

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