Al mudarse Bergoglio a la residencia Santa Marta, dejó vacío un recinto que utilizaron como sala de estudio y trabajo Juan Pablo II y Benedicto XVI.
No hay nada. Ni un papel. Ni un solo libro. O lapicera. Nada.
La decisión del Papa Francisco de mudarse desde el principio de su pontificado a la residencia de Santa Marta para no sentirse solo dejó abandonado y vacío al escritorio personal de los Papas, el mismo que usaron Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI.
Una foto del escritorio en el Palacio Apostólico, obtenida por Clarín, muestra el lugar aboslutamente desierto.
Solo quedan en soledad un crucifijo, un sillón, un papelero y un teléfono.
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