Las emociones y nuestra jerarquía, a propósito del resistido nombramiento del obispo de Osorno

Las emociones y nuestra jerarquía, a propósito del resistido nombramiento del obispo de Osorno

"Algunas emociones han sido ignoradas por la jerarquía local"

Según la ontología del lenguaje, las emociones son definidas como "disposiciones para la acción". Y las emociones comprometidas en el nombramiento del obispo Juan Barros como pastor de Osorno -como siempre sucede- implican a todas las partes involucradas: a los que propusieron a Barros y lo apoyan incondicionalmente; a él mismo, quien ha mantenido un tono monocorde y cara de resignado o impertérrito a ratos; y a los contrarios a este nombramiento. 

Las emociones nos afectan a todos sin excepción y siempre están presentes en nuestras acciones y decisiones, unas más exteriores y otras más discretas e implícitas.

En este caso, las emociones y acciones de la mayoría del pueblo católico no han sido validadas, incluso podríamos decir que han sido ignoradas por la jerarquía local, así como también desde la Santa Sede y su aparato burocrático.

Recordemos que Jesús de Nazaret fue un hombre de emociones: lo vimos alegre y proclamando las bienaventuranzas como el máximo consejo para sus discípulos, triste frente a la muerte de su amigo Lázaro, enojado con los vendedores del templo, sintiendo compasión por los enfermos y marginados, temeroso ante la muerte de cruz, esperanzado por el Reino de su Padre, pidiendo misericordia y no sacrificio, predicando el amor con hechos y no con palabras o dando la vida por sus amigos y la humanidad, entre otras emociones.

El mismo papa Francisco ha resumido lo esencial del Evangelio en la emoción de la alegría y ha invitado a desarrollar otra emoción más, la ternura. Él nos ha llamado a mostrar un Dios amor y misericordioso y así realizar la "revolución de a ternura" (E.G.88).

La filosofía del lenguaje y su vertiente ontológica nos puede dar pistas para acercarnos y entender las raíces profundas de estas reacciones que nos permitan empatizar mejor con las personas que las están viviendo, y no solo juzgarlas.

Me apoyaré en el método de la denominada "Reconstrucción lingüística de las emociones" (Julio Olalla) para exponer brevemente una guía que puede enriquecer al "sujeto observador" que somos.

Las emociones han sido clasificadas en 6 grupos, de los cuales comentaremos algunos.

Un grupo de cuatro emociones relacionadas con la preocupación por la identidad pública o privada que generamos como consecuencia de nuestras acciones. Ellas son:arrepentimiento, culpa, vergüenza y bochorno (turbación). Podrían agregarse otras, como remordimiento y humillación.

El análisis de la reconstrucción lingüística utiliza la siguiente lógica que nos da luces a lo que estamos viviendo:

La culpa: Afirmo que hice (o no hice) X. Juzgo que no debí (o debí) haberlo hecho. Juzgo que he violado mis propios principios y valores. Me juzgo como un ser humano inferior. Declaro que no me puedo perdonar. Declaro que merezco ser castigado.

Esta emoción es gatillada por eventos que juzgaremos que afectan nuestra identidad privada. Revela estándares y valores que son generados en nuestras más antiguas tradiciones y creencias.

En el caso Karadima-Barros se da esta emoción en varios actores de manera diversa:Karadima y Barros no reconocen nada. Ellos no han admitido errores en sus acciones. Y por otro lado, las víctimas fueron presa de la culpa y se victimizaron por décadas hasta que se atrevieron a enfrentar los hechos y superar, en parte, la culpa.

La vergüenza: Afirmo que hice (o no hice) X. Juzgo que no debí (o debí) haberlo hecho. Juzgo que he roto algunos estándares de esta comunidad. Juzgo que esto afecta negativamente mi identidad pública. Ofrezco mis disculpas a los afectados. Declaro mi deseo de desaparecer de la faz de la tierra.

Aquí yo distinguiría dos tipos de predisposiciones para la acción:

*En un caso, el reparar los daños causados, ofrecer disculpas y encarar el juicio de la comunidad.

*En el otro caso, la disposición a esconderse y no enfrentar.

Podríamos llamarles la vergüenza responsable y la vergüenza irresponsable, respectivamente. A buen entendedor, pocas palabras...

Hay otro grupo de emociones que están conectadas a nuestra preocupación por el destino o suerte de otra gente o por acciones que realizan y que no necesariamente nos afectan en forma directa. Estas son: Solidaridad, envidia, admiración, desprecio, compasión y lástima son algunas de ellas.

La compasión: Afirmo que a P le ocurrió X. Juzgo que como consecuencia de X, P está sufriendo. Acepto que todos estemos sujetos a tales riesgos como parte de la vida. Declaro que sufro con el sufrir de P. Declaro mi disposición a ayudar.

Esta emoción ha estado muy presente en laicos y agentes consagrados (sacerdotes, diáconos, religiosas), cuando se manifiestan de manera abierta y atrevida en contra del nombramiento del obispo Barros.

Otras emociones tienen que ver con nuestra preocupación por la defensa de lo que consideramos nuestra independencia, autonomía y dignidad: los celos, la rabia y la indignación.

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